ESPAÑA: Entre un terrorismo moribundo y otro floreciente

Cuando asuma el nuevo gobierno español, a mediados de este mes, se encontrará con un terrorismo local muy debilitado, el del grupo ETA, mientras se fortalece el del extremismo islámico, de carácter internacional y con orígenes, métodos y objetivos radicalmente distintos.

Al Qaeda (La Base, suerte de emblema de frentes radicales musulmanes que actúan en muchos países) dirigió un fax manuscrito en árabe al madrileño diario ABC, advirtiendo de que convertiría a España ”en un infierno” si el gobierno no retira sus tropas de Iraq y de Afganistán y deja de apoyar ”a los enemigos de la Uma (Nación) Islámica”, en referencia a Estados Unidos y sus aliados.

La policía considera bastante creíble el mensaje, firmado por Abu Dujana al Afgani, del Grupo Ansar Al Qaeda en Europa y enviado el sábado a la misma hora en que comenzaron en un municipio limítrofe de Madrid los tiroteos que culminaron con la muerte de un policía y la inmolación de seis acusados de la masacre del 11 de marzo en esta capital.

Al Qaeda fue creada a fines de los años 80 por el millonario saudita Osama bin Laden para reunir a musulmanes y árabes de varios países que combatieron -con el apoyo de Estados Unidos— la invasión soviética a Afganistán, iniciada en 1979.

En febrero de 1998, Bin Laden y Ayman al-Zauahiri emitieron un comunicado bajo el nombre de Frente Islámico Mundial para la Guerra Santa contra los Judíos y los Cruzados, llamando a los musulmanes del mundo a matar a estadounidenses, civiles y militares, y a sus aliados, donde se encontraren. Fue la declaración de guerra a un antiguo aliado.

Al Qaeda se ha atribuido, entre otros, los atentados suicidas de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, que provocaron más de 3.000 muertos, y el de marzo de este año en la capital de España, en el que fueron asesinadas dos centenares de personas.

El especialista y catedrático español de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Juan Avilés, sostiene que casi todas las células terroristas desarticuladas en España en los últimos años están vinculadas a Al Qaeda o al Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC).

El carácter internacional de Al Qaeda y de GSPC es la primera diferencia con ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en vascuence), integrada por españoles y unos pocos franceses, incluso en sus grupos de apoyo situados en el exterior.

Otra diferencia notable es la actitud ante la vida. Los miembros de ETA sorprendidos en actividad o cercados por fuerzas del Estado por lo general no presentan resistencia y se entregan.

En cambio, los integrantes de diversos frentes extremistas como Al Qaeda, suelen poner en juego la propia vida y, como el sábado en Madrid, se inmolan procurando llevarse también la vida de sus adversarios.

Además, ETA es un grupo local, que se proclama abanderado del independentismo vasco, y sostiene un discurso de izquierda, ajeno a postulados religiosos.

En cambio, las organizaciones extremistas islámicas que llaman a la guerra santa contra Occidente se apoyan en numerosas referencias a la fe musulmana y al Corán, actúan en muchos países y sus objetivos parecen más vastos.

El declarado por Al Qaeda es establecer un gran califato panislámico que ocuparía varios países de poblaciones mayoritariamente musulmanas, mediante el derrocamiento de gobiernos ajenos a esa fe, según el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos en su informe Patrones del Terrorismo Mundial.

Por otra parte, ETA ha sufrido graves golpes en los últimos años, que redujeron notoriamente su accionar. Según fuentes policiales, la infiltración de ETA por parte de la inteligencia española ha permitido arrestos importantes y el desmantelamiento de infraestructura del grupo.

La última operación se inició el viernes en Francia, a cargo de policías españoles y franceses, y en ella se halló un taller de fabricación de bombas y un depósito de explosivos y armas.

También fueron detenidos el jefe de logística, Iñaki Esparza Luri, el coordinador del grupo, Félix Alberto López de la Calle, alias Mobutu, y su segunda, Mercedes Chivite.

Al menos en España, ambas expresiones de violencia comparten un elemento: el rechazo mayoritario de organizaciones políticas, sociales y religiosas.

Entidades musulmanas radicadas en España repudian que se cometan actos terroristas invocando el Islam.

Kamal Rahmouni, vicepresidente de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes en España (Atime) dijo a IPS que no corresponde hablar de ”terroristas islámicos”, así como no se debe decir ”terrorismo vasco o terrorismo católico”.

”El Islam prohíbe matar”, aseveró.

Otro musulmán, Mohamed Afifi, portavoz del Centro Islámico de Madrid, también negó a IPS que se puedan cometer ataques terroristas en nombre de su fe y repudia que a los mismos se los califique como ”atentados islámicos”.

”¿Acaso no hay personas en Estados Unidos que cometen atentados en el Día del Señor (cristiano)?”, se preguntó. ”Las hay, pero no por eso se habla ni se debe hablar de terrorismo cristiano”.

Organizaciones de la comunidad islámica en España, que suma entre 800.000 y un millón de personas, proponen estrategias para divulgar lo que estiman la verdadera esencia del Corán.

Mansur Escudero, presidente de Feeri, una de las dos grandes federaciones de asociaciones islámicas españolas, sugirió poner en marcha el acuerdo firmado en 1996 con el gobierno socialista de entonces, para impartir clases de religión musulmana en las escuelas.

Esto, añadió Escudero, permitiría llevar a su colectividad un conocimiento verdadero del Islam, poniendo énfasis en valores como la convivencia y la democracia.

En cambio, quienes perpetraron el atentado en Madrid ”llegan a la perversión de creer que han recibido un mandato de Dios, no sólo genérico, sino personal, para defender el Islam”, opinó el experto jesuita español Joseph Buades.

España es hoy escenario de este debate, en parte por el alineamiento incondicional del saliente jefe del gobierno, el derechista José María Aznar, con la ”guerra contra el terrorismo” de su par de Estados Unidos, George W. Bush, y sus respectivos capítulos: las invasiones a Afganistán y a Iraq.

Ese es, al menos, el argumento más invocado por los terroristas para justificar el ataque contra España y las amenazas de otros, si Madrid no retira sus tropas de Iraq.

El futuro jefe de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español, anunció el domingo que una de sus primeras medidas será combatir el terrorismo.

Apenas sea investido presidente, el 16 de abril, Rodríguez Zapatero convocará una reunión del Pacto Antiterrorista, a la que invitará a todos los partidos con representación parlamentaria, según dijo.

Asimismo, quien será su canciller, el diplomático Miguel Angel Moratinos, viajará a Washington para dialogar con autoridades estadounidenses acerca de la propuesta de Rodríguez Zapatero de retirar unos 1.300 soldados españoles de suelo iraquí, si las operaciones de fuerzas extranjeras en ese país no pasan de inmediato al control de la ONU.

Washington ha anticipado disposición a negociar una nueva resolución de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) respecto de Iraq, pero sigue negándose a poner sus tropas bajo el comando del foro mundial.

Madrid no aceptará ”cambios cosméticos” en la resolución de la ONU sobre Iraq, dijo Moratinos este martes al diario británico Financial Times.

”Debemos devolver a los iraquíes el sentimiento de que están siendo liberados, de que estamos allí para ayudarlos a construir una democracia”, dijo Moratinos,

”El problema actual es que los iraquíes ven a las tropas extranjeras como un ejército de ocupación”, añadió en referencia a la redoblada resistencia popular a las tropas extranjeras, que en los últimos días se tradujo en sublevaciones y revueltas con decenas de muertos.

Es fundamental ”cambiar los parámetros de la presencia internacional en Iraq”, lo cual sólo será posible otorgando a la ONU ”la absoluta responsabilidad” de las operaciones en ese país.

Así, la negociación de Moratinos y la posición de Madrid se presentan difíciles, mientras en España se viven las amenazas terroristas y, simultáneamente, las movilizaciones ciudadanas reclamando el retiro de Iraq.

La última manifestación se registró en la noche del lunes en Leganés, municipio limítrofe con Madrid donde el sábado se suicidaron seis terroristas, murió un agente de policía y las bombas explotadas por los primeros destrozaron un edificio y conmovieron a todo el barrio.

Las consignas más gritadas fueron ”Paz, aquí y allí”, ”No a la guerra” y ”No al terrorismo”.

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