Las sucesivas votaciones de los países de América Latina en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la situación de los derechos humanos en Cuba suelen bloquear el proceso de inserción de la isla en la región, y este año no parece ser la excepción.
El gobierno cubano interpreta como gesto inamistoso y de claudicación a presiones externas todo voto a favor de una resolución que proponga a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU censurar su historial en materia humanitaria.
La reacción sube de tono cuando una o más naciones latinoamericanas son las que patrocinan la moción, que a juicio de Cuba es redactada invariablemente por Estados Unidos, su más fuerte contendor político e ideológico.
América Latina es hoy una región muy débil, desunida, dijo el canciller de Cuba, Felipe Pérez Roque, tras anunciar en las últimas horas que el gobierno hondureño de Ricardo Maduro se encargará de presentar este año una nueva resolución sobre su país.
En su opinión, esa decisión ayuda a mantener el llamado tema Cuba en la agenda de la Comisión de Derechos Humanos del foro mundial y contribuye a fabricar el pretexto que Estados Unidos necesita para justificar su agresiva política hacia La Habana.
La postura hondureña no afectará la cooperación cubana con esa nación centroamericana, pero sí las relaciones bilaterales. Desafortunadamente la decisión del presidente Maduro nos pone en un camino de confrontación, dijo Pérez Roque.
Los 700 jóvenes hondureños que estudian gratuitamente en nuestras universidades han podido ejercer su derecho a la educación sólo en nuestro país, y Cuba no culparía al pueblo hondureño de las decisiones de su gobierno, añadió.
La semana pasada, el jefe de la diplomacia cubana entregó a la prensa extranjera un texto en inglés que, según explicó, fue distribuido en Washington a un grupo selecto de países miembros de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que realiza su sesión anual de marzo a abril en Ginebra.
Ese texto de resolución pediría a La Habana cooperar con Christinne Chanet, representante especial para Cuba del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, cuyo ingreso a la isla caribeña ha sido hasta ahora rechazado por el gobierno que encabeza Fidel Castro.
También instaría al gobierno cubano a facilitar la transición hacia un diálogo fructífero con todas las corrientes de pensamiento y grupos políticos organizados de la sociedad cubana para promover el desarrollo de las instituciones democráticas y libertades civiles.
Medios diplomáticos han observado que se trata de una moción moderada, similar a la del pasado año, y posible de aceptar por los 53 países miembros de la Comisión, 11 de los cuales son latinoamericanos que pueden inclinar la balanza en uno u otro sentido.
Sin embargo, Pérez Roque rechazó que se trate de un texto suave que busca la cooperación y reiteró su acusación de que Washington utiliza el tema de las supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba para justificar su política hostil hacia su país.
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que sesiona anualmente en Ginebra, viene aprobando censuras contra Cuba desde principios de los años 90, salvo la excepción de 1998 en que la moción fue rechazada por 19 votos, frente a 16 a favor y 18 abstenciones.
En esa ocasión, sólo Argentina y El Salvador votaron a favor de la resolución de condena, en tanto Chile y Uruguay, cambiaron el voto de apoyo por la abstención, en un resultado que tuvo mucho que ver con el impacto de la visita del papa Juan Pablo II en enero de ese año.
Pero la isla volvió al banquillo de los acusados al año siguiente, al ser aprobado con el voto de 21 países un proyecto de resolución en ese sentido presentado por Hungría y República Checa, dos antiguos socios en el desintegrado campo socialista encabezado por la también desaparecida Unión Soviética.
En 2003 optaron por censurar a Cuba 24 países, entre ellos Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Uruguay. De los 20 votos negativos, sólo dos fueron latinoamericanos: la misma Cuba y Venezuela.
La moción aprobada entonces fue patrocinada por Costa Rica, Perú y Uruguay, lo cual provocó airadas reacciones de La Habana, especialmente hacia este último país, al que acusó de cambiar honra por carne.
En las sesiones de este año 2004 participan por al región Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Guatemala, México, Paraguay, Perú y los debutantes Honduras y República Dominicana. Hasta ahora, las únicas abstenciones anunciadas oficialmente son las de Argentina y Brasil.
En tanto, el voto de Chile es motivo de fuertes debates internos y, al parecer, la cancillería de esa nación observa atentamente las posturas de sus vecinos de Buenos Aires y Brasilia, así como la de México para tomar una decisión.
El gobierno mexicano de Vicente Fox cambió el tradicional abstencionismo de ese país en Ginebra y en los últimos dos años se pronunció a favor de censurar a Cuba, en medio de fuertes tensiones bilaterales.
Sobre el tema, Pérez Roque dijo no tener información respecto de qué han decidido las autoridades de ese país. Sí sabemos que el gobierno de México no tiene una sola razón para justificar un voto en contra de Cuba en la Comisión de Derechos Humanos, consideró.
A su juicio, la votación de este año será cerrada, porque el ejercicio está desprestigiado y Estados Unidos no puede, pese a su enorme presión, imponer por una amplia mayoría ese texto.
Para el opositor Manuel Cuesta, el resultado se decide en América Latina, pues el voto de los países europeos se da por descontado que será a favor de una condena y los africanos generalmente se abstienen o se alinean con Cuba.