El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, pidió el jueves que lo dejen respirar y advirtió que las amenazas de marchas, huelgas y bloqueos de rutas y calles no le dañan a él ni a su gobierno sino al país que se intenta construir en el marco de la Asamblea Constituyente. Mientras, una comisión de mediación, de la que no participó ningún representante de la Iglesia Católica, intentaba mediar para que funcionarios de gobierno y los dirigentes de la Central Obrera Boliviana y de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia persistían en sus amenazas de acentuar las protestas sociales. Mesa reconoció que en el país todavía existen resabios del pensamiento o de las actitudes que caracterizaron a la democracia pactada, que finalmente se quebró con la renuncia intempestiva en octubre de su antecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada.
