La policía brasileña volvió a negociar este lunes con los presos amotinados en el penal de Urso Branco de Porto Velho, capital del noroccidental estado de Rondonia. En el marco de sangrientos incidentes que se desataron el fin de semana pasado ya murieron por lo menos seis reclusos, a dos de los cuales le quitaron la cabeza. Los presos rebeldes, que además tomaron a otros 170 de rehén, exigen la renuncia del director de la cárcel y el uso de teléfonos celulares, entre otras demandas. Uno de los dos presos decapitados fue posteriormente despedazado y su cuerpo arrojado desde lo alto del pabellón, ante la mirada espantada de policías y de periodistas presentes. Las decapitaciones se practicaron en el tejado de uno de los pabellones que se encuentran bajo control de los amotinados. Portavoces de los presos de Urso Branco dijeron que en el patio interno del penal hay otros cuatro cuerpos de detenidos ejecutados, pero el jefe policial aclaró que no se pudo ver esos cadáveres y que, por lo tanto, era imposible confirmar la versión.