El gobierno argentino lanzó finalmente un plan de racionalización de la energía con el objetivo de paliar la crisis del sector, para lo cual diseñó un esquema de incentivos y castigos. Los primeros serán para los usuarios que ahorren como mínimo cinco por ciento en su consumo de gas y electricidad, tomando como base el registrado el año pasado. Los segundos les corresponderán a quienes gasten más y se traducirán en un aumento en la facturación. Quien consuma 95 por ciento menos que en 2003, o menos, tendrá una bonificación en su próximo pago igual al ahorro generado, que se le reconocerá en el siguiente vencimiento del cobro del servicio. Las familias que consuman hasta 600 kilovatios-hora por bimestre no tendrán aumentos en sus facturas. En cambio, los usuarios que registren una demanda superior a ese tope verán cómo al excedente se le aplica un tabla que puede encarecer el costo de la energía entre cuatro y cinco veces.