El presidente de Argentina, Néstor Kirchner, puso ahora en la mira a la cúpula de la Policía Federal, con jurisdicción total en Buenos Aires y delegaciones en todo el país, en el marco de los planes para enfrentar la pero ola delictiva de la historia nacional en tiempos de democracia. La principal acusada de connivencia con bandas de secuestradores y autores de otros delitos graves era hasta ahora la fuerza policial de la oriental provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada del país pues incluye a la extendida área metropolitana de la capital argentina. Kirchner le pidió el jueves a su ministro de Justicia, Gustavo Beliz, que le envíe los legajos de todos los jefes de la Policía Federal, con excepción del jefe de la Fuerza, Eduardo Prados, a quien el mandatario le tiene "absoluta confianza", según dijo una alta fuente del gobierno. El pedido de los legajos tiene relación con el plan de seguridad que presentará la semana que viene la administración. La decisión de Kirchner se conoció el mismo día en que fue detenido el jefe de la División Secuestros Extorsivos de la Policía Federal, el subcomisario Juan José Schettino, por su supuesta implicancia en el rapto y posterior asesinato del hijo del industrial Juan Carlos Blumberg, quien inició una campaña nacional de lucha contra la inseguridad ciudadana.
