Casi tuve un infarto, los tiros parecían estallar dentro de mi casa, estremeciendo las paredes, y mi presión arterial subió a las alturas, contó Roseli Gomes, pobladora de la favela Rocinha, donde narcotraficantes y policía se enfrentan hace cuatro días.
Diez personas ya murieron en los enfrentamientos entre dos grupos rivales del narcotráfico y de éstos con la policía en Rocinha, la mayor favela (barrio marginado y hacinado) de Río de Janeiro, y Gomes piensa que la tensión allí es como la de quienes viven actualmente en Iraq.
Uno de los muertos es un vecino conocido, albañil de unos 56 años, alcanzado por una bala perdida en el balcón de su casa, señaló a IPS Michele, hija de 18 años de Roseli Gomes. Michele y su hermana menor no fueron a la escuela este lunes, por temor a los tiroteos.
Su madre, empleada de una empresa de limpieza, sí se arriesgó a trabajar, pero alertada por sus hijas de que el tiroteo se reanudaba cerca del mediodía, decidió volver inmediatamente a la casa, antes que la batalla se intensificara como es usual en la tarde.
Este brote de violencia de gran repercusión, por tener lugar en grandes favelas ubicadas entre barrios ricos, provocó tensión en toda la ciudad y desató nuevas polémicas sobre la criminalidad y la inseguridad en Río de Janeiro.
El vicegobernador y secretario de Medio Ambiente del Estado de Río de Janeiro, Luiz Paulo Conde, anunció la construcción de un muro de tres metros de altura delimitando cuatro favelas: Rocinha, Vidigal, Parque de la Ciudad y Chacra del cielo, con el propósito declarado de evitar que su expansión continúe la destrucción de bosques de la ciudad.
Sin embargo, eso también serviría para combatir al narcotráfico.
El proyecto recibió fuertes críticas, incluso del alcalde Cesar Maia, que acusó el gobierno estadual de autismo, por desconocer la realidad.
Los tiros se han convertido en un riesgo permanente en Rocinha desde la madrugada del viernes, cuando una banda de personas armadas invadió la favela, buscando, según la policía y pobladores, expulsar y reemplazar al grupo que controlaba el negocio de las drogas en una parte del barrio.
Sesenta hombres participaron de la operación, según un jefe del narcotráfico detenido el domingo, aunque hay versiones de que fueron más.. La intervención de la policía, después de que una mujer fue asesinada en una avenida cerrada por el bando atacante, amplió los combates.
Desde este lunes, 990 policías ocupan en forma permanente Rocinha y la favela vecina, Vidigal, de donde partió el grupo invasor, anunció el comandante de la Policía Militar de Río de Janeiro, Renato Hottz.
Otros 247 policías revisan callejón por callejón, para sacar de Rocinha a los 112 bandidos invasores, afirmó.
Una operación de tal magnitud, sin precedentes, puede ganar la guerra, pero el mayor desafío es ganar la paz, es decir implantar un clima de tranquilidad permanente en el barrio, sostuvo Rubem Cesar Fernandes, coordinador de la organización no gubernamental Viva Río, que actúa en muchas favelas de la ciudad.
Fernandes convocó a la población de las dos favelas y de los barrios vecinos a un diálogo en busca de soluciones que involucren el gobierno, la sociedad civil y el sector privado. Eso no significa extinguir el narcotráfico, meta que consideró una ilusión, sino reducir la violencia, producto de la disputa de poder, señaló.
El tráfico de drogas existe en todas partes del mundo y no necesariamente es acompañado de violencia criminal como ocurre en muchas favelas de Río, explicó.
La misma Rocinha tiene traficantes hace mucho, pero unos cinco años atrás era un barrio tranquilo, que pudo desarrollar un amplio comercio y una población de poder adquisitivo similar al de las capas medias brasileñas, observó Fernandes, un antropólogo que se hizo conocido como líder de movilizaciones sociales en Río de Janeiro.
La favela se convirtió incluso en un punto de atracción para bancos que registraron allí índices de insolvencia menores que en los barrios de clase media, y para turistas extranjeros, lo que generó empleos.
Pobladores de la favela confirman que los narcotraficantes era incluso factor de paz, porque reprimían a ladrones y otros delincuentes, hasta que el jefe llamado Denis fue preso y asesinado en la cárcel, hace algunos años.
La disputa actual, según la policía, opone a la pandilla de Luciano da Silva, alias Lulu, controlador del negocio de las drogas en Rocinha, con la invasora de Eduíno de Araujo, llamado Dudu, recién fugado de una prisión y que desea recuperar el dominio de la favela.
La población local teme el retorno de Dudu, conocido por sus actos de violencia.
La única solución es mudarse, dijo Roseli Gomes a IPS, y añadió que aún no lo hizo porque no tiene donde vivir con sus mascotas (seis gatos, dos perros y varios pájaros), además de que su hija mayor desea quedarse.
No he dormido nada en los últimos días, veo las casas agujereadas, las escuelas y el comercio están cerrados, los autobuses no suben donde vivimos, lamentó.
Pero a Michele le gusta Rocinha, una comunidad excelente, aunque vivió momentos de terror y llanto al iniciarse la invasión de la banda de Dudu. Sin embargo, piensa que será inevitable mudarse si la guerra y la violencia prosiguen, posibilidad que aumenta si el grupo invasor tiene éxito.