El proceso de restauración de la democracia en Birmania sufrió un nuevo retroceso, al negarse la junta militar a asistir a la reunión convocada para considerar el futuro del país por el gobierno de la vecina Tailandia.
La participación en la segunda ronda del denominado Proceso de Bangkok, un diálogo de carácter internacional promovido por el gobierno tailandés, habría sido una prueba de fuego para la declarada voluntad democratizadora de la dictadura.
Pero fuentes cercanas al Ministerio de Relaciones Exteriores tailandés informaron que la junta militar que gobierna Birmania manifestó no estar preparada para asistir a la reunión de dos días, el jueves y viernes de la semana próxima.
La reunión del Proceso de Bangkok fue postergada, dijo a IPS un experto tailandés en cuestiones diplomáticas.
Eso no sorprendió a Teddy Buri, líder de un grupo de parlamentarios birmanos en el exilio. El Proceso de Bangkok tiene la intención de introducir cambios en Birmania, y el gobierno no hace nada para demostrar su compromiso, dijo Buri.
El Consejo para la Paz y el Desarrollo del Estado, como se autodenomina la junta militar birmana, tiene una larga historia de promesas rotas y mentiras, agregó el dirigente, electo parlamentario en los comicios de 1990, cuyo resultado se ha negado a reconocer la dictadura.
La situación de la líder prodemócrata Aung San Suu Kyi, detenida desde el 30 de mayo de 2003, era uno de los asuntos previstos para abordar en las conversaciones en Tailandia.
Las especulaciones sobre la liberación de Suu Kyi se propagaron en las últimas semanas, en especial luego de que recobraran la libertad dos altos dirigentes de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND).
El portavoz de la Coalición Nacional de Gobierno de la Unión de Birmania, gobierno en el exilio pero elegido en las urnas, Zin Lin, dijo que la liberación de su líder se esperaba para el miércoles pasado.
Zin Lin añadió que un eventual proceso de reformas políticas que carezca de la participación de Suu Kyi será irrelevante, inválido e ilegítimo, algo en lo que coinciden numerosos activistas y observadores del proceso en Birmania.
Esta semana, la junta recibió otro embarazoso recordatorio de su aislamiento internacional cuando la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) exigió la libertad de la líder prodemócrata birmana y premio Nobel de la Paz.
Además, la Comisión de la ONU condenó la sistemática violación de derechos humanos y la represión de las libertades políticas en Birmania.
Suu Kyi y altos dirigentes de la LND fueron arrestados el mismo día en que matones simpatizantes de la dictadura los atacaron violentamente. Se trata, apenas, de la última detención a la que fue sometida la líder desde la irrupción de los militares en el poder, en 1988.
Luego, Rangún mostró ciertos cambios, entre ellos el anuncio por parte del primer ministro general Khin Nyunt de un programa de reformas políticas de siete puntos, entre ellos la convocatoria este año de la Convención Nacional para redactar una nueva constitución.
Tailandia aplaudió el anuncio. La Convención Nacional había sido convocada por última vez en 1993 y sesionó apenas tres años, pues la LND se retiró del órgano en protesta por la falta de avances hacia la democracia. El inicio de la próxima sesión está previsto para el 17 de mayo.
En diciembre pasado, Tailandia consolidó su compromiso con la democratización de la vecina Birmania al convocar a la primera ronda del Proceso de Bangkok.
Representantes de 10 gobiernos asiáticos y europeos participaron en esa reunión de tres horas con el canciller birmano, que anunció la convocatoria de la Convención Nacional.
Bangkok esperaba que la segunda reunión este mes fortaleciera el proceso de reformas políticas en Birmania. El canciller tailandés, Surakiart Sathirathai, dijo en marzo que la ronda podría acelerar la redacción de la nueva constitución.
Pero ese optimismo no tenía sentido, sostuvo la activista Debbie Stothard, de la organización regional de derechos humanos Alternative ASEAN Network in Burma. El régimen no está dispuesto a abrir el proceso constitucional, ni a tornarlo democrático, dijo Stothard a IPS.
La decisión de Rangún de no participar en el Proceso de Bangkok deja en evidencia la incomodidad que cunde en la junta militar cuando la presionan para que abra un proceso constitucional, sostuvo Stothard.
Mientras, la junta afirmó esta semana que promoverá el reconocimiento constitucional del papel predominante de las fuerzas armadas en el gobierno, en lo que representa un reconocimiento implício de los temores de la coalición.
La dictadura no tiene intenciones de iniciar un nuevo proceso (de diálogo político hacia las reformas) durante la (sesión de la) Convención Nacional, pronosticó Buri.
La sesión continuará desde donde terminó la anterior, y no habrá libertad de expresión, pero sí limitaciones a la discusión entre los grupos políticos invitados a participar.
La junta está cometiendo un enorme error, el mismo que cometió cuando marginó a la LND y a Suu Kyi , concluyó.