Alentado por una abundante cosecha de premios internacionales, el cine argentino estrenará en 2004 el doble de filmes que en 1951, su año más productivo hasta ahora, pero la amplia y laureada oferta tiene escasos espectadores en el país, más fiel a los éxitos comerciales estadounidenses.
Para generar el mercado que falta, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), encargado de fomentar la actividad nacional, ideó el circuito de espacios INCAA, para difundir cine argentino en forma sistemática, que han llegado a sumar 20 desde julio en todo el país, y esa red comienza a expandirse al extranjero.
El objetivo es crear espacios que garanticen la permanencia de las producciones nacionales, más allá de los tiempos cortos de los dueños de cines que se dejan ganar por los estrenos del cine comercial estadounidense de Hollywood, antecedido por un poderoso trabajo publicitario.
El primer Espacio INCAA se inauguró en Buenos Aires, en el cine Gaumont, ubicado cerca del edificio del Congreso Nacional que se toma como kilómetro cero de las rutas argentinas. Cada uno de los que se abrieron luego en el interior del país tiene el nombre de la distancia en kilómetros que lo separa de Buenos Aires.
Mediante la red, películas argentinas con gran éxito en muestras y festivales internacionales de cine, pero escaso público en Buenos Aires, pueden llegar a ciudades del interior. La contrapartida es que el INCAA apoya a las salas involucradas, con el financiamiento de las instalaciones que necesiten para ponerse en marcha.
El cine argentino nació con el cine mismo en el siglo XIX, y desde entonces se mantiene con altibajos en la producción. En los años 50, considerados una época de oro, se estrenaron 54 películas por año, pero hubo períodos críticos como los años 90, con apenas una docena de estrenos anuales.
Desde fines de esa década, y a medida que se acentuaba la crisis socioeconómica, el número de estrenos se incrementó otra vez a cerca 50, y este año se prevé presentar más de un centenar de nuevas películas.
El salto en la cantidad de los filmes realizados en el país es atribuido por los expertos a la enorme expansión de las escuelas de cine en los años 90, cuando pasaron de dos a 30 en forma paralela a la crisis de producción, y el número de estudiantes creció de un centenar a más de 10.000.
Desde entonces, cada año se estrena una mayor cantidad de películas, muchas de ellas de realizadores debutantes que pronto comienzan a ser reconocidos en festivales internacionales y muestras de cine argentino en otros países.
Un ejemplo reciente fue el Festival de Berlín de este año, en el que la película argentina El brazo partido, de Daniel Burman, ganó el Oso de Plata, y el director Fernando Solanas recibió un Oso de Oro honorífico por su trayectoria, que incluye la realización de La hora de los hornos (1968), El exilio de Gardel (1985), Sur (1987) y Memorias del saqueo (2003).
Pero son muchos más los directores laureados. El director del INCAA, Jorge Coscia, calcula que en los últimos años fueron cerca de 80 los premios obtenidos por el cine argentino en el exterior. No obstante, el público local no está entre sus principales clientes y eso determina una breve permanencia de los filmes en salas comerciales.
Desde que se lanzaron los espacios INCAA, el instituto firma convenios con espacios culturales para que exhiban películas que, pese a su prestigio, no consiguen atraer al gran público, pero también se pueden exhibir en esas salas películas de países latinoamericanos y europeos.
En diálogo con IPS, Víctor Bassuk, subgerente de Asuntos Internacionales del INCAA, explicó que el proyecto responde a la necesidad de formar al público para que vea más cine argentino, y se complementa a su vez con otro programa para incentivar el consumo de producciones nacionales en el exterior.
Desde enero, el consulado general de Argentina en Nueva York tiene una sala llamada Espacio INCAA Kilómetro 9.300, que exhibe gratuitamente películas argentinas una vez por semana. Comenzamos con un ciclo de cine documental sobre músicos argentinos que tuvo muy buena repercusión, comentó Bassuk.
No podemos competir con el distribuidor (comercial), pero trabajamos para generar una necesidad, y para que luego las empresas privadas coloquen el producto en ese nuevo mercado, explicó.
La idea es abrir a principios de mayo salas en las capitales de Francia, España e Italia. En París, el Espacio INCAA funcionará en la embajada argentina; en Madrid en el Colegio Mayor, dependencia del ministerio de Educación argentino en España; y en Roma en la Casa Argentina.
Las películas se exhiben con su banda de sonido original, subtituladas cuando es necesario.
La entrada es libre y gratuita, porque sólo queremos que se conozca nuestro cine entre críticos, curiosos y estudiosos, que a mediano plazo pueden ayudar a difundir el cine argentino en el exterior para conquistar nuevos mercados, sintetizó Bassuk. (