AMERICA DEL SUR: La urticaria armamentista

Como un virus que reaparece de tiempo en tiempo, América del Sur vuelve a vivir bajo la sombra de una carrera armamentista vinculada con el resurgimiento de viejas disputas territoriales y con estrategias estadounidenses de dominación.

Pero como suele ocurrir con las armas, estas aprensiones pueden traer mucho estruendo y poca sustancia. Al parecer, es más el ruido que las nueces. Sobre todo porque en los diseños militares modernos no bastan los refinados juguetes bélicos sin recursos tecnológicos y humanos para operarlos.

Expertos sudamericanos consultados por IPS para este reportaje tuvieron diversas apreciaciones y enfoques. A la postre, lo que queda en claro es que el asunto de las armas es muy oscuro en los hechos, las intenciones y los lenguajes.

Chile, que incorporará en los dos próximos años 10 modernos cazas estadounidenses F-16 a su Fuerza Aérea y cuatro fragatas holandesas reacondicionadas a su Armada, es acusado como promotor de esta supuesta fiebre de adquisición de armas por sus vecinos Bolivia y Perú, y por el diario Granma de Cuba, órgano del gobernante Partido Comunista.

En una encuesta de la Universidad de Lima, de mediados de marzo, 77 por ciento de los entrevistados de la capital peruana opinaron que Chile está en una carrera armamentista, y 48,5 por ciento consideraron "probable" un conflicto armado con los chilenos, mientras 32,9 por ciento lo vieron como "poco probable".
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Los temores de guerra en esta parte del continente están asociados con los conflictos heredados de la guerra del Pacífico (1879-1883), en la cual Perú perdió la provincia de Tarapacá a manos de Chile, que también despojó a Bolivia de la provincia de Antofagasta, único territorio costero de ese país, que ahora reivindica un acceso soberano al mar.

Según 60 por ciento de los encuestados limeños, el gobierno de Alejandro Toledo debe invertir más en armas, pese a que Perú comprará este año dos fragatas usadas a Italia y otras dos en 2006, y negocia un crédito por 250 millones de dólares con la Federación Rusa para reparar, repotenciar y renovar su flota aérea.

Más al norte, el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, acordó a comienzos de año con España la compra de 46 tanques equipados con cañones de 120 milímetros y sus respectivos obuses. La operación, aprobada por el entonces presidente del gobierno español José María Aznar, podría ser revocada por su sucesor, José Luis Rodríguez Zapatero.

Un catedrático de la Universidad de los Andes (Bogotá) experto en temas de seguridad, que pidió reserva sobre su nombre, dijo a IPS que "los tanques y obuses españoles están claramente dirigidos contra (el presidente de Venezuela Hugo) Chávez".

Una fuente diplomática aseguró a IPS que la venta del armamento fue propuesta a Aznar por el gobierno de Estados Unidos, lo cual ratificaría la hipótesis de la intimidación a Chávez, aliado de Cuba y abierto opositor a las políticas del presidente estadounidense George W. Bush.

Otra es la visión del general retirado Manuel José Bonett, ex comandante general de las Fuerzas Militares de Colombia. "Los venezolanos no han expresado ninguna preocupación. Oí a Chávez decir que veía muy bien que Colombia situara esos tanques en la frontera, porque la frontera es un bien común", señaló a IPS.

Los escenarios de conflicto, siempre antepuestos a los de paz y cooperación, tejen esta enmarañada red en que Chávez aparece al mismo tiempo como un blanco para el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina de Bush, o como un presidente empeñado en que la guerrilla colombiana no entre a Venezuela por los 2.219 kilómetros de frontera común.

En la franja atlántica sudamericana, Brasil estudia adquisiciones para renovar equipos militares aéreos y navales, lo cual no parece provocar inquietudes en su vecino, Argentina, ni en los otros dos socios plenos de esos países en el Mercosur (Mercado Común del Sur), Uruguay y Paraguay.

"No hay carrera armamentista en Sudamérica", dijo a IPS el coronel retirado del Ejército Gerardo Cavagnan, investigador del Núcleo de Estudios Estratégicos de la Universidad de Campinas, situada a 100 kilómetros de Sao Paulo.

"Chile no se está rearmando, sino renovando sus aviones, tal como se apresta a hacer Brasil, cuyos viejos bombarderos Mirage se están convirtiendo en chatarra", subrayó.

"No comparto el criterio de que exista una carrera armamentista en América del Sur. Por el contrario, la región es la que gasta menos en defensa sobre el producto interno bruto (PIB) en el mundo, y si bien en ese contexto Chile gasta más que los demás, ello no implica una carrera armamentista", declaró a IPS el experto argentino Rosendo Fraga.

Abogado y periodista, Fraga es uno de los investigadores principales del Centro de Estudios Nueva Mayoría, que suministró a IPS un adelanto del informe "Balance militar de América del Sur", con datos comparativos en los contextos mundial y regional (ver cuadros estadísticos).

Santiago Escobar, investigador del Instituto de Estudios Estratégicos y de Seguridad Internacionales de Chile, señaló a IPS que para hablar de una carrera armamentista se debe considerar el proceso de gastos en un periodo determinado y no situaciones puntuales de renovación de equipos como las que se producen ahora en América del Sur.

No obstante, Escobar considera que "Chile ha gastado en exceso", en lo que él denomina "una sobredosis de fierros sin modernización operativa". Los F-16 representan una "cuestión de prestigio" para la Fuerza Aérea, ya que son equipos avanzados, pero sin una infraestructura de comunicación adecuada ni otros complementos necesarios.

Cada despegue de un cazabombardero sofisticado implica un gasto de 3.000 dólares, y un adiestramiento óptimo para usar esas naves demanda por lo menos 16 horas de vuelo a la semana, con dos dotaciones de tripulantes, lo cual está fuera del alcance de todo presupuesto militar latinoamericano, aun del supuestamente abultado gasto chileno, indicó Escobar.

Chile tiene el mayor presupuesto militar sudamericano en la relación por habitante, pero se debe considerar que el gasto de Defensa incluye las pensiones para el personal militar retirado, que en otros países es registrado en el presupuesto de otras reparticiones ministeriales, precisó el experto.

El sociólogo Raúl Gonzales, experto civil en temas de seguridad de Perú, sostuvo que tanto su país como Chile están dando inicio a una carrera armamentista, que el presidente Toledo no está en condiciones de evitar, pese a la crítica situación financiera de su gobierno, "por temor a la reacción de sus propias Fuerzas Armadas".

Gonzales dijo a IPS que Estados Unidos asigna a Chile "el rol de cautelador regional del orden en la zona del Pacífico", lo cual reforzaría una vocación armamentista de este país sudamericano, estimulada también por factores históricos, geopolíticos y económicos.

El capitán de navío retirado Luis Mellet, de la marina de guerra peruana, señaló en enero al diario limeño La Razón que Chile necesita energía y agua para desarrollar el norte de su territorio, recursos de que carece y que son abundantes en las áreas vecinas de Bolivia y Perú.

Gonzales y el historiador Julio del Carpio, coronel retirado del Ejército peruano, sostienen que entre los objetivos del supuesto armamentismo chileno está el de proteger la expansión económica. "Las inversiones de Chile en Perú ascienden a 3.744 millones de dólares, en tanto las de Perú en Chile no llegan a los 20 millones", advierten.

El cubano Joaquín Rivery, columnista de Granma, escribió el 7 de abril que Estados Unidos acrecentó su interés por armar a Chile, su "siempre aliado", a raíz del "aumento de la explosividad social en América Latina".

El diario del Partido Comunista cubano ve en el "rearme chileno" el propósito de Bush de fomentar "un poderoso flanco derecho (visto desde el norte) del Mercosur" con vistas a incluir "neoliberalmente" a este bloque sudamericano "en una sola máquina de guerra y economía" guiada desde Washington.

En la visión de otros analistas