Los periodistas de Venezuela lamen sus heridas más recientes, recibidas durante el desborde de violencia y represión de los últimos días de febrero y primeros de este marzo, cuando se produjo una nueva batalla en la lucha por el poder que libran el presidente Hugo Chávez y sus adversarios.
Veintisiete trabajadores de la prensa resultaron lesionados, por la acción de manifestantes, de la represión de policías y militares, o atrapados entre dos fuegos. Cuatro reporteros fueron heridos de bala.
El riesgo para los periodistas se acentúa porque la mayoría de los dueños de medios masivos están alineados explícitamente contra Chávez, mientras los medios estatales fustigan a la oposición. Eso contribuye a que muchos tiendan a ver a los reporteros como adversarios.
Le supliqué a Dios que la herida no fuera mortal, para poder ver a mis hijos crecer, dijo Carlos Montenegro, camarógrafo alcanzado en la pierna derecha por el disparo de un agente de la policía política, a quien filmaba en la caraqueña avenida Libertador.
Juan Barreto, fotógrafo de la agencia AFP, apuntaba su cámara hacia un grupo de opositores en Altamira, un barrio de clase media de la capital, cuando un joven manifestante se plantó enfrente y me disparó al pecho con una pistola de nueve milímetros. La bala me rozó una mano y, por suerte, me salvó el chaleco (antibalas), contó a IPS.
Caso parecido fue el de Johnny Ficarella, reportero del canal de TV Globovisión, contra quien un efectivo de la Guardia Nacional (policía militarizada) disparó a pocos metros una granada lacrimógena. Esa bomba te hubiera matado si no es por el chaleco, le dijo poco después su médico, según contó Ficarella a IPS.
Los periodistas con chalecos a prueba de balas, máscaras antigás y medicamentos para emergencias en sus bolsillos son parte del paisaje de las demostraciones callejeras desde los últimos días del siglo XX.
En la cobertura de las decenas de protestas que se sucedieron durante una semana, en Caracas y ciudades del interior del país, los trabajadores de la prensa aportaron el mayor contingente de bajas entre los profesionales que debieron acudir a esas refriegas: los policías y militares lesionados fueron 15, y los socorristas apenas un puñado.
Un equipo de la emisora de televisión CMT fue retenido en Altamira en medio de las refriegas. Los guardias se incautaron de la cinta de vídeo, y el reportero Juan Carlos Aguirre relató que fue golpeado en la cabeza y la espalda, mientras entre insultos le decían: Esto es para que sean objetivos, digan la verdad y no muestren lo que no es.
Ficarella contó que una mujer le increpó en plena calle: Ojalá te hubiera matado la bomba, porque ustedes (los periodistas) también han contribuido con la anarquía.
En el otro extremo de la dura confrontación política, VTV, el canal estatal de televisión, también fue víctima de la intolerancia, ya que opositores extremistas tirotearon su sede desde calles y edificios cercanos, y arrojaron cócteles molotov contra su fachada, denunció el presidente de la entidad, Vladimir Villegas.
La organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras (RSF), con sede en Francia, lamentó estos actos producidos durante la represión de las violentas manifestaciones de la oposición, en Caracas y en la provincia, para exigir la celebración de un referéndum revocatorio del mandato de Chávez.
La oposición se manifestó contra una decisión del Colegio Nacional Electoral, que consideró dudosa la legitimidad unas 876.000 firmas presentadas en diciembre en apoyo de esa consulta popular, y convocó a sus presuntos titulares a ratificarlas.
Las firmas consideradas válidas por el Consejo son 1.832.493, y para que se convoque el referéndum hacen falta 2.436.083.
RSF solicitó la apertura de investigaciones sobre las denuncias de agresiones, al tiempo que hizo llamados a la calma. En igual sentido se pronunció la Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas.
En el país, el Sindicato de Trabajadores de la Prensa denunció los brutales hechos de agresión contra sus afiliados. Exhortamos a nuestros colegas, especialmente a los reporteros, a extremar medidas de seguridad, utilizar sus implementos de protección y no exponerse innecesariamente, dijo a IPS el secretario general de ese sindicato, Gregorio Salazar.
Las recientes agresiones reeditan riesgos y heridas padecidas por los periodistas en los últimos años en Venezuela. Sólo en 2003 se censaron 93 agresiones a periodistas, según RSF.
Un estudio de la asociación Espacio Público estableció que en 2002 hubo en Venezuela 142 casos de agresión, que afectaron a 154 trabajadores de medios de comunicación y, en 42 ocasiones, a bienes como equipos, vehículos o sedes.
El más trágico fue la fuerte del reportero gráfico Jorge Tortoza, baleado mientras cubría una manifestación que reclamó en Caracas la renuncia de Chávez, el 11 de abril de 2002, y a la que siguió un golpe de Estado que alejó al presidente del poder 48 horas, antes de que sus partidarios lograran reponerlo.
Colombia puede considerarse como uno de los lugares más peligrosos del mundo para los profesionales de la prensa, pero en América Latina también lo han sido Bolivia, Guatemala, Haití y Venezuela, según el reporte de RSF.
Según RSF, en el caso venezolano la mayoría de las agresiones y amenazas son imputables a los partidarios del presidente, que denuncian el antichavismo de los grandes medios de comunicación.
Ahora los periodistas tenemos que cuidarnos de todos: de los militares, de los miembros del oficialismo y también de los de la oposición, dijo Ficarella.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos declaró que es necesario que se garantice la seguridad de los periodistas, trabajadores e instalaciones de los medios de comunicación, para que puedan continuar con su labor de informar a la sociedad venezolana.