Estados Unidos nombrará a Pakistán aliado principal extra OTAN, prometió el secretario de Estado (canciller) Colin Powell, con el olor a pólvora aún fresco en la frontera sur de Afganistán.
Horas antes de que Powell llegara a Islamabad este jueves, el gobierno de Pervez Musharraf había lanzado una gran ofensiva en la vecindad del montañoso territorio afgano para desarticular remanentes de la red terrorista Al Qaeda y del derrocado movimiento islámico Talibán.
El operativo dejó un saldo de 24 combatientes islámicos y 16 soldados pakistaníes muertos. Fue el combate más grande contra grupos extremistas desde que el gobierno de Musharraf envió 70.000 hombres hace dos años, bajo presión de Estados Unidos, contra áreas tribales en la frontera.
Estas áreas están aisladas en las montañas y en ellas residen combatientes que responderían al líder de Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden. Estados Unidos considera que aún se desarrolla allí el entrenamiento de terroristas.
Powell elogió este jueves a Musharraf y subrayó la importancia de continuar con la persecución de Al Qaeda y con los operativos para impedir que esas áreas tribales sean usadas como refugio.
El secretario de Estado llegó a Islamabad en el marco de una gira que tuvo entre sus escalas India y Afganistán.
Tras reunirse con su par pakistaní Jurshid Kashuri, Powell anunció que Pakistán será declarado por Washington aliado principal extra OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), una categoría que implica un alto grado de cooperación en materia de defensa.
Esta calificación, de ser ratificada por el Congreso legislativo, fortalecerá la alianza forjada entre ambos países tras los atentados terroristas del 11 de septimebre de 2001 en Nueva York y Washington, pero también puede aumentar la tensión dentro de Pakistán.
Portavoces de Islamabad admitieron que debieron enfrentar una fuerte resistencia de los combatientes islámicos pakistaníes y afganos cuando lanzaron el operativo de esta semana.
Varios soldados fueron víctimas de emboscadas y la población civil, en ciertos casos, protegió a los combatientes.
El propio Musharraf se trasladó a Peshawar, capital de la Provincia de la Fontera Noroccidental, para convocar una asamblea con cientos de ancianos de áreas tribales a los que intentó convencer de que apoyen los operativos contra la red de Bin Laden en la fronteriza región de Waziristán.
Esta operación debe tener éxito. El número de combatientes en Waziristán es de entre 500 y 600, y deben ser expulsados, dijo Musharraf.
Se sospecha que entre los combatientes hay gran cantidad de extranjeros, en especial árabes de varias nacionalidades, afganos y chechenos.
Los líderes tribales entregaron a más de 50 hombres buscados por las autoridades pakistaníes en una serie de operativos, en los que también murieron civiles.
Musharraf ordenó una investigación sobre un incidente ocurrido el 28 de febrero en Waziristán, cuando 11 civiles murieron por un cohete del ejército pakistaní al ser confundidos con combatientes, según la versión oficial.
Las ofensivas militares pakistaníes han sido acompañadas por estrategias polémicas, como derribar casas en las áreas tribales o imponer severas leyes que responsabilizan a toda la tribu por el eventual mal comportamiento de alguno de sus miembros.
Los ancianos tribales, ante la fuerte presión de Islamabad, tuvieron una asamblea a comienzos de este mes y decidieron crear una lashkar, fuerza armada intertribal que se ocupará de controlar a quienes se resistan a someterse al gobierno.
Pero esta fuerza, integrada por 600 hombres, afronta algunas dificultades.
No hay consenso entre los ancianos de las tribus sobre el papel de la lashkar. La mayoría se oponen a cualquier acción porque temen más derramamiento de sangre en las tribus, dijo el periodista pakistaní Shaukat Khattak.
Los ancianos también saben que los hombres buscados por el gobierno tienen grandes fortunas y cuentan con muchos seguidores dispuestos a dar la vida por ellos, añadió.
La asamblea no nos ha ayudado a resistir la presión del gobierno y está en una posición complicada. ¿Cómo puede pedir que los hombres de las tribus peleen contra sus hermanos, tíos o primos?, señaló Muzamil Khan, de la aldea de Wana.
Pero a pesar de la resistencia local, el gobierno de Musharraf sigue determinado a acabar con cualquier rastro de Al Qaeda o Talibán en su territorio para ganarse elogios de Washington.
Portavoces oficiales precisaron que los operativos de esta semana en la frontera con Afganistán no estuvieron vinculados con otros realizados en forma paralela por Estados Unidos para ubicar a Bin Laden.
Además, Musharraf le aseguró a los ancianos tribales que ninguna fuerza extranjera participará de la campaña en Waziristán.
Grupos religiosos y partidos políticos nacionalistas criticaron el apoyo de Musharraf a la campaña internacional antiterrorista que lidera el presidente estadounidense George W. Bush, y pidieron que suspenda los operativos en las áreas tribales.
El partido radical Jamiat Ulema-e-Islam sostuvo que las operaciones han sido dirigidas por Washington.
Además, defendieron a los ancianos tribales que ofrecen refugio a combatientes islámicos, que fueron entrenados por los propios servicios de inteligencia de Estados Unidos y Pakistán para luchar contra la ocupación soviética en Afganistán en los años 80.
En realidad son hijos de Estados Unidos y de sus aliados, que los trajeron de sus respectivos países árabes, africanos o asiáticos durante la guerra de Afganistán, señaló el presidente del Partido Pukhtunkhwa Milli Awami, Mahmood Khan Achakzai.