MEXICO: Colosio, un crimen insepulto

El asesinado candidato presidencial de México Luis Donaldo Colosio se ganó un lugar en el santoral político y bustos de bronce, mientras persisten las dudas sobre quiénes lo mataron hace 10 años.

Aunque las pesquisas, que costaron más 13 millones de dólares, indican que el crimen lo planeó y cometió una sola persona, gran mayoría de los mexicanos opina que la muerte de Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue producto de un complot.

Para conmemorar el décimo aniversario del asesinato, que causó un cisma en el sistema político mexicano, el presidente Vicente Fox develó este martes un busto de Colosio en la casa presidencial, mientras el PRI le rindió un homenaje póstumo.

Colosio fue un luchador destacado que abogó por la democratización de su partido y del país ”en un intento de abrir las puertas al cambio”, dijo Fox, el primer presidente ajeno al PRI en las últimas siete décadas.

Ya nadie habla de la imagen de Colosio, aquel dirigente de personalidad apagada, producto de un sistema político antidemocrático y protegido del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

Además, pocos parecen recordar que el asesinado candidato fue presidente del comité ejecutivo de un PRI considerado autoritario y jefe de la campaña electoral que llevó a Salinas de Gortari a la presidencia en 1988, en un proceso calificado de fraudulento por la oposición.

Con su muerte, Colosio borró parte su historial y fue llevado directo al santoral político mexicano, dijo a IPS el politólogo Emilio Castañón.

En los últimos años, los admiradores erigieron estatuas y bustos en su honor y crearon organizaciones no gubernamentales con su nombre, como la Fundación Colosio —dedicada a ”consolidar la cultura política democrática”—, mientras el PRI lo declaró ”mártir de la democracia”.

Más de una decena de libros se escribieron hasta la fecha sobre el asesinato de Colosio y en la mayoría se pone en duda la tesis de que Mario Aburto, un obrero hoy preso que tenía 23 años cuando cometió el crimen, es el único culpable.

Varios de esos libros sugieren que el ex presidente Salinas estuvo vinculado al crimen, así como bandas de narcotraficantes.

Azuzan esas teorías la críticas que Colosio había hecho al PRI y a su estilo autoritario de gobernar, y a una serie de hechos posteriores, como la muerte de una docena de agentes policiales o civiles vinculados de alguna forma al crimen.

Diversas encuestas coinciden en que la gran mayoría de los mexicanos aún cree que el crimen fue producto de un complot.

”Con la cabeza repleta de intrigas, evadimos lo evidente: hay un asesino confeso y varios fiscales han entrado y salido para concluir lo mismo: fue un asesino solitario”, expresó Federico Reyes Heroles, director del capítulo mexicano de la organización Transparencia Internacional.

Cuatro procuradores y cinco fiscales especiales, que iniciaron sus respectivas investigaciones con la tesis de la conspiración como una de las más fuertes, concluyeron que el asesinato fue cometido exclusivamente por Aburto.

Colosio, designado candidato presidencial directamente por Salinas de Gortari, fue asesinado el 23 de marzo de 1994 en un barrio marginal de la ciudad de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos.

Tras dar un encendido discurso frente a sus seguidores, dejó su tribuna para caminar entre la multitud, cuando recibió dos disparos, uno en la cabeza y otro en el vientre.

En ese lugar, donde luego se erigió un templete, fue detenido Aburto y llevado directamente a la cárcel, donde confesó ser el autor material e intelectual del crimen.

Según las pesquisas —que incluyen cerca de 28.000 páginas de descripciones, 975 declaraciones ante magistrados, dos reconstrucciones, 195 peritajes de expertos y 322 acciones ordenadas por jueces—, el asesino es un desequilibrado mental que actuó con la intención de llamar la atención del mundo sobre sus ideas pacifistas.

Aburto, que carecía de antecedentes penales y vivía en una pequeño habitación en Tijuana, disparó con una vieja pistola tras acercarse a su víctima, rodeada por decenas de personas, entre ellos varios guardaespaldas.

En 1994 México vivía momentos de tensión política y el PRI era objeto de duros cuestionamientos. El crimen ahondó aún más ese clima.

En mayo de 1993, narcotraficantes asesinaron al cardenal católico Juan Jesús Posadas. En enero siguiente irrumpió en escena el guerrillero Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y en septiembre de 1994 fue asesinado en la capital José Ruiz Massieu, secretario general del PRI.

El PRI se mantuvo en el poder. Ernesto Zedillo se impuso ampliamente en las elecciones presidenciales de 1994 y permaneció al frente del gobierno hasta fines de 2000, cuando Fox tomó la posta.

”Los asesinatos de corte político, junto al surgimiento del EZLN, son ingredientes que de forma indiscutible alentaron en México las reformas políticas y el posterior fin de los gobiernos del PRI”, sostiene Castañón.

El asesinato de Colosio pasará a la historia como un crimen que nunca fue aclarado del todo, pero que abrió trecho para que México avance de un sistema autoritario y algo oscurantista a otro democrático y abierto, dijo a IPS Francisco García, joven militante del izquierdista Partido de la Revolución Democrática.

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