Esta es la cuarta vez en los últimos 100 años que botas estadounidenses pisan el suelo de Haití.
Este país del Caribe nació en 1804 como la primera república negra del mundo, y era visto entonces por esclavos en otros lugares como un modelo de libertad. Quizás sea el país más invadido de América.
La historia de Haití está llena de revueltas, luchas sangrientas, revoluciones y derrocamiento de gobiernos, muchas veces originados por un injusto sistema económico que promueve la explotación y la pobreza.
Con la renuncia (o secuestro, según afirmaría luego) del presidente Jean-Bertrand Aristide, suman 33 los cambios violentos de poder en Haití. Muy pocos presidentes terminaron su mandato.
Además de un breve desembarco estadounidense en 1914, Washington desplegó miles de soldados en 1915, y luego en 1994.
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En todos los casos, Estados Unidos aseguró que su presencia era necesaria para restaurar el orden y ayudar al pueblo haitiano a alcanzar su desarrollo económico, político y social.
Por eso, cuando los infantes de marina (marines) estadounidenses inundaron las revueltas calles de la capital haitiana esta semana, muchos comenzaron a preguntarse qué cambios podría traer una nueva intervención.
El principal objetivo de Estados Unidos es garantizar la estabilidad del Caribe. Toda intervención ocurrió cuando el sistema político estuvo en crisis y cuando la elite política no podía asegurar que manejaría la situación, sostuvo Alix René, profesor de la Universidad Estatal de Haití.
En 1915, los marines desembarcaron en Haití con el objetivo de poner fin a una sangrienta guerra civil que había comenzado en 1867 y devastado la economía. Estados Unidos daría inicio así a una ocupación que terminaría en 1934.
Las fuerzas de Estados Unidos se llevaron las reservas de oro de Haití para pagar a la fuerza su deuda externa, centralizaron la administración, tomaron control de las lucrativas oficinas de aduanas y alentaron la creación de un ejército que en el futuro participaría en golpes de Estado.
Haití adoptó una nueva constitución elaborada por el subsecretario de la Armada (y futuro presidente) Franklin Delano Roosevelt, y que daba gran libertad a los inversores extranjeros para explotar los recursos naturales del país.
Las fuerzas de ocupación también echaron por tierra las amenazas al nuevo orden impuesto. Reprimieron toda marcha estudiantil, levantamiento campesino o movimiento guerrillero.
Cerca de 3.000 campesinos murieron peleando contra los marines y miles más perecieron en las cárceles construidas por Estados Unidos.
El objetivo de la ocupación era expandir y consolidar la hegemonía estadounidense en el hemisferio, resumió René.
La segunda ocupación se produjo en 1994, cuando el presidente Bill Clinton (1993-2001) decidió ayudar a Aristide a recuperar el poder, que había perdido en 1991 en un golpe de Estado.
Clinton ordenó la intervención a pedido de Aristide, pero también para acabar con la llegada de miles de refugiados que escapaban del caos en Haití rumbo a las costas del sudoriental estado de Florida.
La nueva acción militar estadounidense acabó con el flujo de refugiados y restauró a Aristide en la presidencia, pero hizo poco para solucionar los graves problemas económicos de ese pequeño país, en el que 20 por ciento de sus 8,3 millones de habitantes viven con un dólar diario y otro 60 por ciento con dos dólares.
Diez años después de la intervención ordenada por Clinton, la inestabilidad continúa y los haitianos se enfrentan en posiciones irreconciliables ante una nueva ocupación.
Estamos presenciando cómo se desintegra por completo una sociedad, afirmó Lenz Jean-Francois, profesor de psicología social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Estatal.
El mismo deterioro social que terminó con una invasión hace 10 años ahora golpea al movimiento popular, que es incapaz siquiera de oponerse a la intervención o presentar otra alternativa, dijo Jean-Francois.
Una de las razones de la desintegración social es que nunca fuimos capaces de construir una nación. Nunca fuimos capaces de pensar cómo podíamos vivir juntos, añadió.
El analista señaló que una de las principales causas de este deterioro social es la gran brecha económica en el país y la falta de acciones efectivas de parte de los movimientos sociales. Pero otros culpan, en particular, al gobierno.
El Estado haitiano, desde que se creó en 1804, ha existido sólo para explotar y reprimir a las masas, sostuvo Rene.
En las radios ya comienzan a oírse las opiniones de distintos grupos de la sociedad que critican a las tropas extranjeras, al parecer más preocupadas en proteger sus respectivas embajadas que controlar a las bandas armadas que circulan en las calles.
Todos están muy inquietos. Todos sienten vergüenza de que en 2004, cuando se cumplen 200 años de la independencia, todavía haya soldados extranjeros aquí.