Las organizaciones de derechos humanos Amnistía Internacional y Human Rights Watch (HRW) exhortaron a Estados Unidos y a otros países a contener la violencia desatada por fuerzas rebeldes en Haití.
Ambas organizaciones, consideradas las más importantes del mundo en su campo, también llamaron a Washington a arrestar a conocidos violadores de derechos humanos que revistan entre los rebeldes que obligaron al presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide a abandonar el poder.
Amnistía se manifestó este miércoles extremadamente procupada de que las fuerzas internacionales presentes en Haití desde el domingo hayan permitido a fuerzas rebeldes lideradas por abusadores tomar el control de parte de la capital, Puerto Príncipe.
La organización manifestó su temor de que los rebeldes estén enrolando docenas de ex militares y paramilitares que supuestamente escaparon de una cárcel capitalina el domingo.
Al mismo tiempo, HRW llamó a la Fuerza Multinacional Interina enviada a Haití por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a asegurarse el control de Puerto Príncipe y el resto del país para detener la matanza de que son objeto simpatizantes de Aristide.
Es una irresponsabilidad que la comunidad internacional resigne el uso efectivo de la fuerza en Haití a insurgentes armados entre cuyos líderes figuran responsables por algunas de las peores violaciones de derechos humanos, dijo la subdirectora de la División Americana de HRW, Joanne Mariner.
Legisladores del opositor Partido Demócrata estadounidense manifestaron este miércoles temores similares en una audiencia especial del Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes.
¿Cómo podemos enviar (soldados) y permitir que ocurran masacres?, preguntó el diputado Donald Payne, miembro de la Asamblea de Legisladores Negros, algunos de cuyos integrantes acusaron al gobierno de George W. Bush de cómplice con la caída del gobierno democrático de Aristide.
Haití fue copada por narcotraficantes, matones, asesinos y terroristas. Los representantes de lo peor de Haití están tomando el poder. Este gobierno (de Bush) no hizo nada por salvar la democracia haitiana. Es obsceno, dijo, por su parte, el diputado demócrata William Delahunt.
Estos acontecimientos se desarrollan mientras persiste la confusión en el país caribeño, donde medio millar de infantes de Marina (marines) estadounidenses supuestamente recibieron permiso para hacer uso de fuerza letal, de ser necesaria, para proteger a la población de la violencia callejera.
Los marines a los que ya se unieron tropas francesas y canadienses —pronto llegarán las chilenas— comenzaron a patrullar las calles cerca del Palacio Presidencial en Puerto Príncipe, pero hasta ahora dieron pocas muestras de desafiar el control de los rebeldes sobre la ciudad, según HRW.
Según distintas estimaciones, más de 130 personas murieron en actos de violencia desde la partida de Aristide el domingo.
Mientras, diplomáticos estadounidenses intensificaron sus gestiones por el reconocimiento del presidente interino Boniface Alexandre, jefe de la Corte Suprema de Justicia, a quien no se ve en público desde su investidura el domingo.
Pero el secretario de Estado asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roger Noriega, dijo este miércoles ante el subcomité del Congreso que Estados Unidos consideraba jefe del gobierno interino al primer ministro designado por Aristide, Yvon Neptune.
El líder rebelde Guy Philippe, quien se declaró el martes jefe militar de Haití, visitó supuestamente la Embajada estadounidense este miércoles. Luego, anunció que sus fuerzas se desarmarían voluntariamente, aunque no dijo cuándo.
Philippe es un ex jefe de policía de las ciudades de Delmas y Cap Haitien que huyó a la vecina República Dominicana luego de un fallido golpe de Estado contra Aristide en 2000.
Según distintas versiones, Philippe recibió entrenamiento de las Fuerzas Especiales estadounidenses en Ecuador y tiene vínculos con narcotraficantes.
Durante su exilio dominicano, Philippe conspiró con Louis Jodel Chamblain, segundo al mando del paramilitar Frente para el Avance y el Progreso de Haití, responsable de la muerte de cientos de seguidores de Aristide cuando el presidente estuvo fuera del poder entre 1991 y 1994, tras ser derrocado por un golpe de Estado.
Chamblain fue condenado en ausencia a cadena perpetua por el asesinato de un empresario simpatizante de Aristide en 1993, y vinculado en un memorando de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense al asesinato ese mismo año del ministro de Justicia Guy Malary.
La coalición política que se opuso a Aristide antes de su derrocamiento, Convergencia Democrática, insistió en que no tiene vínculo alguno con Philippe y con sus seguidores. (