EEUU-MEXICO: Acuerdo migratorio sigue lejos

Los presidentes George W. Bush de Estados Unidos y Vicente Fox de México se reúnen este viernes y el sábado para discutir por enésima vez un acuerdo migratorio, que prometieron para 2001 pero que seguirá atorado en un camino empedrado de tensiones y hasta ofensas, según analistas.

Más allá de las fotos, la parafernalia y la retórica del encuentro que se realizará en el rancho de Bush, ubicado en el sureño estado de Texas, de la cita no se esperan resultados de gran alcance, según reconocieron portavoces de ambos gobiernos.

Lo importante es el acercamiento y la revisión de la agenda bilateral, dijo el canciller mexicano, Ernesto Derbez.

En Estados Unidos viven 25,4 millones de personas de origen mexicano, 9,9 millones de ellas nacidas en México, y cada año se suman 390.000 más, en su mayoría sin permisos de residencia, pero la posibilidad de alcanzar un acuerdo sobre migración sigue lejana.

La última reforma migratoria importante en Estados Unidos que favoreció con una amnistía a los extranjeros indocumentados, gran parte de ellos mexicanos, fue firmada en 1986 por el entonces presidente Ronald Reagan. Dicha reforma había sido propuesta al Congreso estadounidense en 1981.

Debe quedar claro que discusión de la reforma migratoria en Estados Unidos ”será larga, complicada y algunas veces ofensiva para México”, advirtió Jeffrey Davidow, ex embajador de Estados Unidos ante el gobierno mexicano.

El analista Sergio Peláez, de la Universidad Nacional Autónoma de México, compartió la opinión de Davidow, quien dejó su cargo en 2002 y un año después escribió un libro en el que aseguró que el acuerdo migratorio de su país con México nunca estuvo cerca, pese a que el gobierno de Fox aseguró que así era en varias ocasiones.

”Aún existe mucha distancia entre la propuesta de Bush y lo que dice México y aún falta que Washington presente un proyecto de ley concreto sobre el tema, que se realicen las elecciones presidenciales (de Estados Unidos) de noviembre y que se negocie con los legisladores estadounidenses, lo que será muy complicado”, dijo Peláez a IPS.

Bush prometió en enero, en el marco de su campaña por la reelección, un conjunto de medidas sobre migración que básicamente apuntan a la entrega de permisos temporales de trabajo para los inmigrantes, pero no ha concretado un proyecto de ley en la materia.

Los observadores ven en esa propuesta la intención de ganar simpatías entre los inmigrantes de origen latinoamericano, que suman 38,3 millones de personas y de los cuales acudirían a votar en noviembre alrededor de seis millones.

México, que espera la regularización de la residencia en Estados Unidos de unos cinco millones de migrantes, sostiene que negocia con Washington con una perspectiva que va más allá de la posible reelección de Bush.

La búsqueda de un acuerdo migratorio es una negociación entre Estados y no entre mandatarios, repiten periódicamente portavoces del gobierno mexicano.

Tanto Bush, del Partido Republicano, como John Kerry, casi seguro candidato del Partido Demócrata, señalan que es necesario revisar las políticas migratorias de su país, cuya frontera con México es la principal puerta de entrada de miles de indocumentados.

En febrero de 2001, cuando los actuales presidentes apenas habían iniciado su gestión (Fox en diciembre de 2000 y Bush en enero de 2001), se reunieron para hablar de un posible acuerdo migratorio en el rancho del mandatario mexicano, ubicado en el central estado mexicano de Guanajuato.

En aquella ocasión, Fox afirmó que se habían ”acabado las promesas” (sobre el tema migratorio) y que se iba ”a los hechos”. El 9 de septiembre del mismo año, aseguró que el acuerdo sobre inmigración se lograría antes del fin de 2001.

Pero eso no sucedió. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, Estados Unidos dio alta prioridad a su seguridad fronteriza, eso empantanó la negociación, y luego la guerra de Iraq determinó un importante distanciamiento entre los dos países.

La negociación sobre migración puede tomar varios años y estará plagada de tensiones, vaticinó Peláez.

Un nuevo obstáculo es la difusión desde el miércoles de la nueva obra del influyente politólogo estadounidense Samuel Huntington, muy controvertido por sus pronósticos sobre un ”choque de civilizaciones” entre Occidente y el Islam, quien ahora afirma que la identidad de Estados Unidos es amenazada por la inmigración de origen latinoamericano.

El planteo de Huntington en el libro ”Who are we” (¿Quiénes somos?), muy criticado por otros académicos que lo consideran basado en escasa evidencia y con rasgos de racismo, es que los inmigrantes de habla castellana no se integran en la sociedad estadounidense, sino que consolidan en ella sus propios valores y costumbres.

Por la influencia que tiene Huntington, México debe considerar sus opiniones y rebatirlas con fuerza, sostuvo la politóloga mexicana Denise Dresser.

Para Peláez, las tesis del académico estadounidense, cuyos libros y artículos son ampliamente difundidos, forman ya parte de la ideología de muchos políticos que se oponen a un acuerdo migratorio con México y constituyen una barrera difícil de derrumbar para el gobierno de Fox.

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