Para la derecha política de Estados Unidos, Madrid en 2004 se ha transformado en Munich en 1938, y el presidente electo de España, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, en el entonces primer ministro británico Neville Chamberlain.
En una campaña inusualmente unánime, columnistas de periódicos y comentadores de televisión inundan los medios estadounidenses con referencias al apaciguamiento, la política que usó Chamberlain hacia la Alemania de Adolf Hitler y culminó en 1938 con el Pacto de Munich, que permitió a los nazis apropiarse gran parte de la antigua Checoslovaquia.
Según la visión de los halcones (políticos, académicos y analistas de línea dura y unilateralistas), la derrota electoral en España del derechista Partido Popular del presidente José María Aznar, seguido de la promesa de Zapatero de retirar las tropas españolas de Iraq antes del 1 de julio, marca la pérdida de un aliado clave en la guerra contra el terrorismo, que sólo alentará a los extremistas islámicos.
Neville Chamberlain, en español, fue el título de una columna de Ramón Pérez Maura, del diario ABC de Madrid, reproducida el miércoles en la página editorial del conservador The Wall Street Journal.
Mientras, David Brooks se preguntaba el martes en su columna quincenal en The New York Times: ¿Cómo se dice appeasement (apaciguamiento) en español?
Tony Blankley, editor de la página editorial del diario The Washington Times, llamó La enfermedad española a lo que considera la política de apaciguamiento de Zapatero, en tanto notas editoriales de The Washington Post expresaron su temor a que el anuncio del presidente español electo produzca un efecto dominó en toda Europa.
Según esta línea de pensamiento, la victoria electoral de Zapatero y su decisión de retirar las tropas de Iraq son una forma de claudicación ante el terrorismo islámico, que el jueves 11 golpeó a Madrid con varios atentados en trenes colmados de pasajeros y cobró la vida de 201 personas.
El peligro es que la reacción de Europa ante una guerra que ya tocó su suelo sea el repliegue y el apaciguamiento, en lugar de una actitud resuelta y fortalecida, advirtió The Washington Post.
Edward Luttwak, veterano analista de asuntos de seguridad nacional, escribió en The New York Times que los Zapateros europeos… parecen determinados a validar las más crudas caricaturas de la cobarde decadencia de 'la vieja Europa' .
La vieja Europa fue el epíteto que usó el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, para referirse en forma despectiva a Francia y Alemania cuando éstas dejaron en claro a fines de 2002 su oposición a la invasión de Iraq.
La imagen también fue empleada por Robert Kagan, el analista neoconservador que acuñó la frase Los estadounidenses son de Marte, y los europeos, de Venus.
Kagan advirtió que los atentados y el resultado electoral en España pusieron a Estados Unidos y a Europa en los extremos opuestos de un abismo y despreció el comentario realizado tras los ataques de Madrid por Romani Prodi, presidente de la Comisión Europea, quien dijo que está claro que el uso de la fuerza no es la respuesta para resolver el conflicto con los terroristas.
¿Están los europeos dispuestos a ceder a todas las condiciones de (el grupo terrorista islámico) Al Qaeda a cambio de una promesa de seguridad? Esto me hace acordar a Munich y a 1938, escribió el cofundador del equipo de expertos Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC, por sus siglas inglés), entre cuyos seguidores se encuentran los halcones más influyentes de la administración de George W. Bush.
Algunos de estos analistas admitieron que el propio presidente Aznar tiene parte de responsabilidad por el vuelco electoral de última hora a favor de los socialistas, especialmente por atribuir el atentado al grupo separatista vasco ETA cuando ya había pruebas de que los autores eran radicales islámicos.
El gobierno de Aznar fue acusado de manipular la información para beneficiarse en las elecciones del domingo.
Sin embargo, la esencia de sus comentarios es que, al apoyar a Zapatero, el electorado español dejó de hacer frente a la amenaza terrorista, así como Chamberlain cedió al permitir que los nazis tomaran Sudetenland.
Esta interpretación de la opción electoral de los españoles y de la decisión de Zapatero pasa por alto varios factores, entre ellos que el líder socialista reafirmó explícitamente antes y después de su victoria su compromiso para combatir el terrorismo.
Mi prioridad inmediata será combatir toda forma de terrorismo, dijo al conocer su victoria, en la noche del domingo, y anunció que su primera iniciativa, al día siguiente, sería convocar a la unidad de las fuerzas políticas para concentrar los esfuerzos en esa lucha. El terror nos encontrará de frente; unidos le derrotaremos, declaró.
El hecho de que los analistas de derecha hayan decidido ignorar esas expresiones ilustra su visión —promovida con éxito ante el público estadounidense desde los atentados del 11 de septiembre de 2001— de que la ocupación de Iraq forma parte de la guerra contra el terrorismo.
Según esa visión de los halcones, salir de una guerra implica salir de ambas, un concepto análogo a la filosofía política de están con nosotros o contra nosotros.
Pero el electorado español, como gran parte del resto del mundo, no lo ve de esa forma.
En Estados Unidos, Iraq y el terrorismo están indeleblemente ligados en la opinión pública. En Europa, están indeleblemente separados, comentó Charles Kupchan, analista del Consejo de Relaciones Exteriores, un equipo de expertos con sede en Washington.