ECONOMIA: Deudores quieren mandar en FMI y Banco Mundial

El mundo en desarrollo presiona para contar con representantes al frente de las principales instituciones financieras internacionales, controladas hasta ahora por las naciones industrializadas.

Las estructuras de gobierno del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial carecen de representatividad y no reflejan la realidad de la economía en el mundo, alegaron portavoces de los países del Sur en desarrollo.

La elección del futuro director gerente del FMI deberá efectuarse a través de un proceso más participativo, abierto, transparente y democrático, sostuvo el director de la secretaría del Grupo de los 24 (G-24), el mexicano Ariel Buira.

La demanda del G-24, que coordina a los países del Sur en el Fondo y el Banco, ambos con sede en Washington, llega en momentos en que el FMI se apresta a elegir al sucesor de su renunciante director gerente, Horst Koehler.

Ese funcionario abandonó precipitadamente el cargo para aceptar la candidatura a la presidencia de Alemania, postulado por los partidos de centroderecha que tienen mayoría en el parlamento de ese país.

El reemplazante de Koehler debe ser escogido por su experiencia y capacidad, sin reparar en su nacionalidad, raza, color o cualquier otro distingo, sostuvo Buira durante un encuentro con periodistas en Ginebra.

El director de la secretaría del G-24 asistió a las discusiones del grupo técnico del organismo que discute las posiciones que el grupo sostendrá durante las próximas sesiones de las instituciones financieras.

El G-24 es el único grupo formal de países en desarrollo representado ante el Fondo y el Banco, describió Detlef Kotte, funcionario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la agencia internacional que tradicionalmente presta apoyo a ese bloque de naciones del Sur.

La creación del G-24 se remonta a 1972, por decisión del Grupo de los 77 (G-77), el nucleamiento de los países en desarrollo para actuar en la Organización de las Naciones Unidas.

Los países del Sur son los únicos usuarios del sistema financiero multilateral, pues ninguna nación industrializada ha contraído deudas con el FMI o el Banco Mundial en los últimos 25 años.

Por ese motivo, el G-24 sigue de cerca y con sumo interés la evolución de esas agencias, y analiza los aspectos que pueden ser modificados para que respondan mejor a las necesidades de los miembros del bloque, dijo Buira.

Los principales interesados en disponer de instituciones financieras sólidas, regidas por normas adecuadas y con recursos abundantes, son los países en desarrollo, insistió.

Sin embargo, la presencia mayoritaria de los países en desarrollo, que son unos 160 entre los 184 miembros de las instituciones financieras, no se refleja en el sistema de votación ni tampoco en la distribución de los cargos jerárquicos.

De 80 a 85 por ciento de esas funciones son desempeñadas en las dos instituciones por personal originario de los países industrializados, se quejó Buira.

Pretendemos tener una representación mayor en esas agencias de las cuales somos los principales usuarios, explicó.

Otro problema que preocupa al G-24 es la cuestión de los recursos, pues entiende que en el sistema financiero multilateral existe un verdadero regateo entre la financiación y el ajuste.

Los grandes desequilibrios sólo se pueden afrontar con amplia financiación. Un caso simbólico es el de Estados Unidos, que arrastra un enorme déficit de cuenta corriente y otro también de gran magnitud en el área fiscal.

Pero Estados Unidos puede hacerlo porque obtiene recursos financieros cuantiosos. En cambio, los países que carecen de esa financiación tienen que recurrir a los ajustes, describió Buira.

El Fondo y el Banco son las fuentes de financiación para los países en desarrollo, aunque en ese terreno los fondos han mermado de manera espectacular.

En 1945, cuando nacían esas instituciones, los recursos financieros disponibles equivalían a 58 por ciento del comercio mundial. En la actualidad apenas superan tres por ciento.

En consecuencia, los ajustes son más severos, agudos y crean más dificultades políticas hasta el extremo que provocar desórdenes sociales y desastres económicos.

El Fondo carece en estos tiempos de recursos suficientes y por tanto, aparecen los ajustes marcadamente recesivos con efectos peligrosos para los países, mencionó el funcionario del G-24.

El bloque de países en desarrollo se inquieta también por el gobierno de las dos instituciones, aunque en particular por el Fondo que se encuentra en proceso de renovación de autoridades por el alejamiento de Koehler.

La junta de administración del Fondo ha establecido que un comité seleccionará al candidato después de un proceso de entrevistas y de examen de los antecedentes y programas de los postulantes.

Pero el G-24 teme que el cargo vuelva a un país europeo como ha sido tradición en el Fondo.

Buira recordó que Estados Unidos vetó a Caio Koch-Weser, el candidato propuesto por Alemania para suceder al director gerente Michel Camdessus, de Francia, y que Alemania obtuvo finalmente la aprobación para Koehler.

Pero ahora el G-24 piensa que el nuevo jefe del Fondo podría salir de las filas de ese bloque. Buira mencionó a posibles candidatos de India, Brasil y México, pero aclaró que la decisión deberá ser adoptada por los ministros de los países miembros del nucleamiento.

Las estructuras actuales de gobierno del Banco y el Fondo reflejan la realidad económica de 1945, cuando las naciones industrializadas sumaban un porcentaje abrumador del producto bruto mundial.

Ahora, las economías en desarrollo y en transición, con 84 por ciento de la población mundial, disponen de una proporción del producto semejante a la de las naciones industrializadas, que apenas tienen 14 por ciento de la población.

Cuando se crearon el FMI y el Banco Mundial, Estados Unidos era el único país con capital excedentario y la fuente principal de recusos financieros en el mundo.

Ese cuadro se ha trastocado, porque Estados Unidos es hoy el principal deudor mientras que muchos países en desarrollo, en especial de Asia, cuentan con mayores reservas internacionales que las naciones industrializadas.

Corea del Sur tiene más población, exportaciones y reservas monetarias que Dinamarca, pero su cuota en el FMI es inferior.

La cuota de Bélgica en el Fondo es 52 por ciento superior a la de Brasil y 74 por ciento mayor que la de México, mientras que los indicadores económicos y financieros belgas resultan inferiores a los de esas naciones latinoamericanas.

Esas son las anomalías que le restan representatividad a la estructura de gobierno de las instituciones financieras internacionales, remarcó Buira.

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