Estados Unidos mostró el miércoles dos caras frente a la crisis económica argentina: por un lado ratificó su confianza y el respaldo político al gobierno de Néstor Kirchner, y por otro exhibió una renovada presión para que acelere la negociación con los acreedores privados. En una audiencia en el Senado, el secretario de Estado adjunto para América Latina, Roger Noriega, demostró por qué ha pasado a ser uno de los mejores aliados del gobierno argentino. Dijo que Kirchner "ha hecho de Argentina un país más previsible". Tras el encuentro que el presidente George W. Bush tuvo con su par argentino en enero "su confianza en Kirchner es muy alta, y el presidente Kirchner reconoce que su confianza ante Bush es igual". En la misma sesión, en la que se analizó la crisis argentina, el secretario adjunto para Asuntos Internacionales del Tesoro, Randy Quarles, planteó lo que será la futura pulseada con el gobierno de Kirchner: el superávit fiscal primario de 2005 deberá ser superior a tres por ciento para afrontar el pago de la deuda con los acreedores privados.