La Unión Europea (UE) afronta inéditas dificultades en las vísperas del ingreso de 10 nuevos miembros, que se registrará el 1 de mayo.
Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Malta, Hungría Polonia y República Checa, así como las instituciones comunitarias, se están preparando para el acontecimiento.
Este será un año de cambios en los tres pilares organizativos del bloque: el Consejo Europeo —es decir, su cumbre— tendrá una nueva integración como consecuencia de la ampliación, y en junio se celebrarán elecciones para el Parlamento Europeo.
Y cinco meses después, asumirán los nuevos miembros de la Comisión Europea, suerte de gabinete ejecutivo de la UE, iniciando un periodo de cinco años.
Mientras los 10 próximos nuevos miembros de la UE esperan en la entrada, recrudecen los desacuerdos entre los 15 actuales en torno del Tratado Constitucional a cargo de la Convención Europea encabezada por el ex presidente francés Valery Giscard D'Estaing.
También surgen discrepancias en materia de presupuesto, aspecto en que la conducción diaria de la UE se torna crítica, según admitió el propio comisario de Relaciones Exteriores del bloque, el británico Chris Patten.
Pero en la víspera de tales cambios, se buscan acuerdos en cuestiones políticas de largo plazo para un bloque que sumará 500 millones de personas.
Marzo será un importante punto de encuentro, pues presentaremos nuestro informe sobre el futuro Tratado Constitucional sobre el cual todos tenemos responsabilidad colectiva, dijo el ministro de Relaciones Exteriores irlandés Brian Cowen, cuyo país está a cargo de la presidencia rotativa de la UE.
En su último informe del año pasado al Parlamento Europeo, el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, ratificó el acuerdo alcanzado en la cumbre celebrada en Lisboa en 2000, según el cual el bloque constituiría en 2010 la economía más competitiva basada sobre el conocimiento.
Pero Prodi advirtió que eran necesarios más esfuerzos, dados los débiles resultados alcanzados en materia de investigación, innovación, educación y competitividad.
Los funcionarios de la UE se muestran cada vez más desilusionados con la virtualmente nula implementación de la ambiciosa agenda fijada en Lisboa. Las interrogantes son aun más acuciantes en vísperas de la ampliación.
Los recursos disponibles para alcanzar esos objetivos son la clave de las amplias divergencias: los nuevos países recibirán unos 86.000 millones de dólares en asistencia en el primer año y pagarán, a su vez, unos 4.000 millones de dólares para el funcionamiento del bloque.
El ingreso por persona de Chipre, Eslovenia y Malta equivale a 70 por ciento del promedio de la UE. El de los restantes siete, 40 por ciento.
El persistente desempleo —los extremos son Polonia, con 21 por ciento, y Eslovenia, con 6,4 por ciento de la fuerza de trabajo— se sumará a otros obstáculos al crecimiento económico como la caída de la natalidad y la emigración.
El comisionado para las Regiones, Michel Barnier, advirtió que los presupuestos de investigación, justicia, seguridad y administración, así como grandes recortes al de la agricultura, desatarán un debate entre beneficiados pobres y contribuyentes ricos.
Barnier agregó que confía en que los nuevos miembros de la UE canalicen recursos en la dirección correcta, con una mayor asignación presupuestal a la tecnología y los recursos humanos.
Con 75 millones de consumidores que se sumarán al bloque con la ampliación, los economistas prevén beneficios comerciales, alzas bursátiles, crecimiento económico y caída de los costos de producción.
Las proyecciones muestran, por ejemplo, un alza del producto alemán de entre 0,5 y 0,75 por ciento como consecuencia de la ampliación.
Inevitablemente, los viejos socios y los nuevos tienen distintos enfoques sobre lo que deberían ser objetivos comunes.
El comisario de Ampliación de la UE, Guenther Verheugen, sostuvo en ese sentido que deberán registrarse grandes mejoras en materia de implementación de las leyes comunitarias y en el combate a la corrupción..
Por otra parte, el representante húngaro en la Convención Europea, Peter Balasz, ubicó entre las prioridades la eficiencia, la transparencia, la democracia y la unidad.
El porcentaje de apoyo a la ampliación de la UE se mantiene estable en 47 por ciento, revelan los resultados preliminares de una encuesta realizada por Eurobarómetro en los 15 países miembros en octubre y noviembre de 2003.