La probable firma de un tratado de paz definitivo entre el gobierno y los rebeldes de Sudán es una luz de esperanza para las víctimas del conflicto civil que aflige desde 1986 al norte de la vecina Uganda.
El insurgente Ejército de Resistencia del Señor (LRA), con bases en el sur de Sudán, lucha en los septentrionales distritos ugandeses de Gulu y Kitgum, conocidos como Acholiland, con el objetivo de derrocar al gobierno e instaurar un Estado fundamentalista cristiano.
Se cree que el LRA utiliza armas suministradas por el gobierno sudanés, cuyo apoyo se debería al hecho de que Uganda, a su vez, respalda al rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA).
Sin embargo, los insurgentes ugandeses podría quedar a la deriva si se firma un tratado de paz integral en Sudán. Jartum y el SPLA, que en 2002 habían acordado la autodeterminación del sur del país, firmaron en enero un acuerdo para dividir en mitades los recursos nacionales, en particular los ingresos del petróleo, y el 17 de este mes reanudarán sus conversaciones.
"El proceso de paz en Sudán crea esperanza en el norte de Uganda”, comentó Daouda Toure, coordinador humanitario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Uganda.
"Esperamos que la circulación de armas del gobierno de Sudán al LRA estabilice la volátil situación en el norte de Uganda, que se extiende al este y centro del país”, añadió.
Toure estuvo la semana pasada en Nairobi, la capital de Kenia, para asistir al lanzamiento de un nuevo libro sobre el conflicto del norte de Uganda, titulado "Cuando el sol se pone, comienza nuestra preocupación”, en referencia a la práctica del LRA de secuestrar niños, niñas y mujeres durante la noche para usarlos como combatientes o esclavos sexuales.
"Cada día, con el ocaso, miles de personas se trasladan desde sus aldeas y campamentos rurales a las ciudades, donde duermen en corredores de escuelas y hospitales, porque temen ser secuestradas”, dijo el funcionario.
El libro de 69 páginas, publicado por la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y la Red Integrada de Información Regional, incluye relatos de primera mano de mujeres y niños que sufrieron abusos del LRA, encabezado por el autoproclamado profeta Joseph Kony.
"Los secuestrados son obligados a transportar pesadas cargas durante largos trayectos. Los que se rezagan o enferman son golpeados o asesinados. Algunos son forzados a matar, mutilar, golpear o secuestrar a personas inocentes, o a mirar cómo se cometen esos abusos”, sostiene el libro.
Además, "la violencia sexual contra niñas y mujeres es rampante. Son usadas como sirvientas o esclavas sexuales de los comandantes del LRA. Así, son víctimas de violaciones, embarazos no deseados y contagios, incluso por el virus del sida”, agrega.
Según el libro, más de 20.000 niños, niñas y adolescentes han sido secuestrados desde el comienzo de la guerra, hace 16 años. Según funcionarios de la ONU, el conflicto ha empujado a más de un millón de personas hacia campamentos de refugiados que carecen de agua potable y saneamiento.
Eliane Dutoit, directora de OCHA en Uganda, señaló que "los rebeldes se trasladan de un área a otra y por eso los desplazados tienen miedo de volver a sus aldeas”.
La guerra afecta particularmente al grupo étnico acholi. De un total de 1,2 millones, hasta 850.000 acholis han sido desplazados de sus hogares, según agencias humanitarias.
El gobierno de Uganda ha sido acusado de no esforzarse lo suficiente para poner fin al conflicto en el norte del país, un cargo que Kampala desmiente.
"El gobierno ugandés ha intentado durante más de dos años realizar una reunión para negociar con el LRA”, sostuvo Charles Wagaba, representante permanente suplente de Uganda ante la ONU.
"Hemos esperado en vano una respuesta de Kony, el líder del LRA”, agregó, en una declaración en la ONU sobre la situación en el norte de Uganda, la semana pasada.
El gobierno de Yoweri Museveni prorrogó tres meses, desde el 17 de enero, una oferta de amnistía para aquellos combatientes del LRA que se entreguen a las autoridades. Esta es la cuarta prórroga.
"El gobierno exhorta al LRA a aprovechar esta amnistía y rendirse. Sin embargo, se trata de una medida establecida por ley y no puede extenderse indefinidamente”, declaró Wagaba.
Los esfuerzos de líderes religiosos para negociar con Kony también han resultado infructuosos.
"Hemos tenido 20 reuniones con el LRA desde julio de 2002 y nada ha cambiado”, declaró a IPS el sacerdote católico Carlos Rodríguez, de la parroquia de Minakulu en Gulu, norte de Uganda.