TURISMO-ARGENTINA: Mujeres abren tranqueras

El turismo rural en Argentina, surgido a mediados de los años 90 como alternativa a la crisis agrícola local, se consolidó ahora como atractivo negocio complementario y con las mujeres de protagonistas.

”El negocio turístico en el campo es inconcebible sin la mujer”, dijo a IPS el ingeniero agrónomo Ernesto Barrera, director del curso de posgrado ”Alta Dirección en Turismo Rural” que se dicta en la Facultad de Agronomía de la estatal Universidad de Buenos Aires. Allí prevalece el estudiantado femenino.

Argentina figura entre los países de América Latina en los que más creció el turismo rural, al punto de que desde hace un año el Censo Nacional Agropecuario se constituyó en el primero en incorporar a la encuesta esta actividad complementaria que se registra tranqueras adentro y que se estima moviliza unos 100 millones de dólares al año.

Como los resultados del censo 2002 aún no están disponibles, es la Secretaría de Turismo la que ubica en 900 los establecimientos de distinto tamaño registrados, aunque Barrera señala que en verdad son más de 2.000 los establecimientos que reciben turistas en todas las provincias del país..

La oferta es variada. Mientras que los establecimientos de la oriental provincia de Buenos Aires ofrecen participar del ordeñe de las vacas o de cabalgatas por la llanura, los ubicados más al sur invitan al visitante a la esquila de ovejas y a la pesca en paisajes de lagos y montañas con sus picos nevados.

Entre los rasgos comunes que prevalecen se cuenta el hecho de que ”la familia del productor, con su hospitalidad, es la que recibe a los visitantes en su propia casa, por eso es muy importante que el negocio lo lleve la mujer”, comentó Barrera.

Es el caso de Susana Martí, quien heredó un campo en Goyena, a 600 kilómetros al sur de Buenos Aires. La casa de sus padres, que data de 1920, estaba prácticamente cerrada mientras la explotación estaba orientada a la agricultura y la ganadería, pero en 1994 ella y su hermana aceptaron una propuesta para reabrirla.

”Una empresa nos planteó abrir colonias de inmersión al inglés (enseñanza intensiva del idioma) y después nos quedó esa infraestructura de hotelería, entonces nos abrimos al turismo rural”, contó Martí a IPS. Tienen espacio para unas 40 personas en siete dormitorios. ”Lo central sigue siendo el campo, el turismo es un complemento”, aseguró.

Su campo, que conserva el nombre de ”La Nancy”, está en plena actividad y la renta que deja la explotación nunca podrá ser reemplazada por el turismo.

Martí es además miembro de la comisión directiva de la Red Argentina de Turismo Rural que reúne a unos 100 propietarios con sus establecimientos abiertos a esa actividad y cuyas oficinas están en la propia Sociedad Rural, la tradicional agrupación que congrega a los mayores terratenientes del país.

En la red se plantearon que para recibir turistas es condición mantener el trabajo tradicional del campo, no reemplazar una actividad con otra porque entonces ”dejaría de ser turismo rural para ser otra cosa”, señaló..

La copropietaria de ”La Nancy” coincide con la idea de que la mujer es la principal impulsora del negocio. ”El turista que viene al campo quiere comer bien, y en ese sentido la mujer tiene más tradición de cocinar o coordinar las tareas de la cocina”. También destacó la importancia de generar un espacio ”confortable” para el visitante.

”Yo siempre digo cuando doy un curso que, si a la mujer no le gusta recibir en su casa, atender gente desconocida, mostrarles el campo y explicarles las tareas que allí se realizan, entonces el negocio no va a funcionar”, remarcó.

La idea de recibir a turistas en estancias nació a mitad de la década del 90, cuando los precios internacionales de productos agropecuarios estaban en franco declive provocando con ello una severa crisis en el sector. En muchos casos los productores no tenían otra alternativa que vender su propiedad y emigrar a las ciudades.

Los que pudieron resistir encontraron una demanda insatisfecha de turistas nacionales y extranjeros deseosos de sumergirse aunque sea por unos días en la rutina sosegada del campo, sus silencios y sus actores que parecen vivir en otros tiempos a pesar de los cambios vertiginosos que se precipitan en las grandes urbes.

”El turismo rural debe ser siempre un negocio complementario porque si desaparecen las actividades propias del campo ya deja de ser auténtico”, explicó Barrera.

Los visitantes se sienten atraídos por esa naturaleza sin contaminar y por otro elemento que constituye un ”recurso escaso” en el mundo globalizado que es, según Barrera, la cultura rural, que se mantiene aislada, con su singularidad intacta y distinta a todo lo que se ve en las ciudades.

”Las mujeres son dueñas o impulsoras de este negocio en 80 por ciento de los casos”, indicó Barrera. Ellas son las que participan mayoritariamente de los cursos y del trabajo con los turistas. ”Para hombres solos éste no es un proyecto viable, yo les digo que se dediquen a otra cosa”, advirtió el experto.

Desde mediados de los años 90, el negocio comenzó a crecer a razón de un promedio anual de 15 por ciento, aunque en el camino hubo también muchos fracasos. Así surgieron los primeros cursos informativos en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y para 2000 se abrió la carrera de posgrado que se dicta en la Facultad de Agronomía.

El curso es para graduados universitarios, aunque todos los años se acepta 15 por ciento de estudiantes sin título de grado. Se trata de productores que quieren desarrollar un proyecto específico para su establecimiento, pero también hay empresarios, licenciados en turismo, economistas, veterinarios, agrónomos o abogados.

Participan además funcionarios de pequeños municipios interesados en impulsar el negocio del turismo rurual de manera de incrementar los ingresos de la comuna y dar empleo a los habitantes de las pequeñas localidades cercanas demasiado dependientes de la administración pública..

Desde hace un año se incorporaron además estudiantes del extranjero. En los cursos a distancia hay alumnos de 10 países latinoamericanos y de Estados Unidos, y este año llegarán estudiantes de grado de la Universidad Holandesa de Breda interesados en desarrollar sus tesis finales de turismo en establecimientos rurales argentinos.

Los profesores del posgrado aseguran que el ingreso a la familia real holandesa de la argentina Máxima Zorreguieta provocó el interés por este país que ya se advierte en un mayor número de visitantes y ahora también en la curiosidad por conocer las tradiciones y costumbres de su vida campestre.

Los graduados llegarán este año y permanecerán cuatro meses en establecimientos con diverso grado de desarrollo en materia turística ubicadas en la noroccidentales provincias de Salta y Santiago del Estero, en las orientales Santa Fe y Corrientes, en la provincia de Buenos Aires y en la austral Neuquén.

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