La izquierda afronta en México una profunda crisis con divisiones y pérdida de espacios, pero uno de sus hijos, el alcalde capitalino Andrés López Obrador, rompe barreras en materia de aprobación ciudadana y se perfila como un imbatible candidato presidencial.
Los seguidores del jefe de gobierno de la capital mexicana, considerado un honesto y coherente político que ganó a pulso el actual apoyo ciudadano superior a 83 por ciento de encuestados, formaron ya varios comités para promover su candidatura a la presidencia en las elecciones de 2006, un proceso lejano pero que ocupa ya los primeros planos de la agenda local.
A mediados de este mes comenzaron a circular en las calles de la capital mexicana carteles con la imagen de López Obrador y una leyenda que en grandes letras dice "se busca" y en otras más pequeñas se añade "futuro presidente, por su honestidad, por su amor a la patria por saber gobernar y porque los necesitamos".
Para algunos analistas, su accionar muestra signos de autoritarismo y populismo. Es un político que se considera a sí mismo como demócrata, pero cuando recibe críticas directas responde que todas son gestadas por la "derecha y la oligarquía", lo que muestra su lado intolerante, dijo el director del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Carlos Elizondo.
López Obrador, de 51 años, licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública en la estatal Universidad Nacional Autónoma de México y militante del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), acusa a los "neoliberales" y a la "derecha" de tener al país en la pobreza y afirma que su proyecto político en marcha "es para y por lo pobres".
Con esa premisa, enfoca su atención desde el gobierno de la ciudad de México a los subsidios económicos a ancianos y mujeres pobres.
El estilo del alcalde capitalino, quien con insistencia declara que no es el momento de hablar de su posible candidatura presidencial, marca diferencias en el mundo de la política local, porque no sale del país, conduce un auto pequeño, vive en departamento propio de la clase media baja y ha dispuesto sucesivas disminuciones de su propio sueldo.
Parte de su fama proviene también de actitudes personales que contrastan con la mayoría de sus colegas, como trabajar de lunes a domingo desde las seis de la mañana hasta altas horas de la noche.
Además, asiste de forma periódica a programas de radio donde el público llama y le hace preguntas y plantea quejas de todo tipo, las que son atendidas y luego publicitadas.
"El 'peje' (apodo con el que se conoce al alcalde) es el único político honesto de México que puede llevarnos a la justicia", señaló a IPS Mariana Paz, un anciana que recibe subsidios económicos de la alcaldía capitalina y acude a casi todos las reuniones públicas que encabeza López Obrador en los barrios populares.
En cambio, para Enrique Cisneros, un contador público de clase media, "no es más que un populista de izquierda que si llegara a la presidencia (de México) sería un desastre".
Observadores señalan que la fama de López Obrador, quien asumió como alcalde en enero de 2001 para un período de seis años, es un fenómeno político digno de estudio, pues gobierna una ciudad de alrededor de nueve millones de habitantes, insegura, contaminada y cuyas autoridades se perciben en general como corruptas.
Con la zonas vecinas, la capital dibuja una gigantesca mancha urbana de 20 millones de habitantes con graves problemas de tráfico vehícular, agua potable, servicios y asentamientos irregulares. En la ciudad, la pobreza afecta a seis de cada 10 personas.
Otro elemento que llama la atención de los estudiosos, es el contraste que existe entre los problemas que aquejan al PRD y el ascenso de López Obrador.
El PRD, fundado en 1989 por políticos que se separaron del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de 1929 a 2000, ha ido perdiendo sus niveles de aceptación y reconoce públicamente que está en crisis.
Un análisis interno de ese partido, que fue conocido por IPS, indica que el PRD vive un "desorden estructural" y está ahogado en "prácticas antidemocráticas".
"Se ha mermado el prestigio del partido ante la sociedad y se ha perdido la confianza de muchos simpatizantes y miembros", por lo que el "modelo actual del PRD está agotado", reconoce el estudio.
Entre 1997 y 2003, en México hubo tres procesos electorales nacionales. En el primer año, el PRD obtuvo 24,9 por ciento de la votación nacional, pero el pasado bajó a 17,6 por ciento, quedándose congelado en el tercer puesto de las preferencias electorales detrás del PRI y del conservador y hoy gobernante Partido Acción Nacional (PAN), agrega el trabajo.
En el partido hay indisciplina, manejos poco transparentes, divisiones entre grupos, una ausencia de proyecto nacional y prácticas políticas autoritarias, concluye el diagnóstico titulado "Línea de Organización"..
De cara a 2006, el PRD "requiere una profunda, urgente y rápida reforma orgánica y política, una nueva cultura y una ética acorde con nuestros principios y propósitos para estar a la altura de las necesidades que nos plantean los procesos políticos", apunta el documento.
Pero para el alcalde de la capital, donde el PRD concentra la mayoría de su apoyo electoral, la realidad es otra.
Si las elecciones presidenciales se realizaran este mes, López Obrador arrasaría contra cualquier contendiente, coinciden en señalar todas las encuestas que miden la aceptación nacional de los potenciales candidatos.
La aprobación a López supera el 83 por ciento, una popularidad de que supera a la de cualquier otro político mexicano, incluido el presidente Vicente Fox, que recoge las simpatías de 70 por ciento de los consultados.
La aceptación al alcalde se mantiene prácticamente igual desde inicios del años pasado. Los niveles de respaldo que muestra no han sido alcanzados jamás por ningún otro político, recuerdan los encuestadores.
Aunque las elecciones presidenciales serán recién en 2006, cuando Fox termina su gestión de seis años, los políticos mexicanos discuten ya con avidez quienes serán los futuros candidatos e, incluso, algunos reconocen que esa meta está en sus planes, como Marta Sahagún, la esposa del mandatario y militante del PAN.
Elizondo sostuvo que un análisis frío del discurso y la actuación de López Obrador indica que en el actual alcalde "los principios más elementales del pluralismo democrático, el respeto a la visión del otro, la discusión racional para buscar las mejores soluciones y la tolerancia con quienes piensan distinto, están ausentes".
El en la capital el alcalde no enfrenta contrapesos políticos, pues su partido cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa.
La mayoría de sus decisiones y planes son aprobadas por sus correligionarios sin problema y no enfrenta mayores contratiempos cuando resuelve cerrar la información al público sobre algún tema o aumentar el techo de endeudamiento de la ciudad para desarrollar obras sociales.
"Que nadie tenga dudas, el gallo (el que ganará) de la elección presidencial en 2006 será mi López Obrador", vaticinó, empero, la anciana Mariana Paz.