La muerte de 300 mujeres y la desaparición de otras 500 en los 10 últimos años en la mexicana Ciudad Juárez acapara la atención de autoridades y de grupos humanitarios, pero de la cantidad de hombres jóvenes con igual trágico destino en esa misma localidad se dice poco y al margen de los reflectores.
Presionado por organizaciones defensoras de los derechos humanos y familiares de las víctimas, el presidente Vicente Fox nombró en 2003 una comisionada para prevenir los llamados femicidios y la semana pasada designó una fiscal con amplios poderes de investigación.
Aclarar los crímenes de mujeres en Juárez es un compromiso personal, declaró el mandatario.
No sucede lo mismo con los casos donde son hombres las víctimas. Si los muertos o desaparecidos son varones, las autoridades y la policía responden que son narcotraficantes y con ese argumento no investigan ni brindan apoyo a los familiares, dijo a IPS Francisco Arbello, de la Asociación de Personas Desaparecidas de Juárez.
Esa asociación tiene expedientes de 198 casos de hombres desaparecidos en esa urbe desde 1993. No obstante, los casos reales podrían llegar a más de 700, indicó Arbello.
En cuanto a la cantidad de muertos, se calcula que serían más de 250 los asesinados en esa septentrional localidad de 1,5 millones de habitantes, fronteriza con el estado estadounidense de Texas.
Los casos de los hombres son diferentes a los de las mujeres, pues de por medio no hay delitos sexuales, pero igual deberían recibir atención, pues se trata de crímenes impunes, señaló Arbello. La semana pasada, la policía descubrió en un jardín de una casa de Juárez, que al parecer pertenecía a un narcotraficante, 11 cuerpos de hombres enterrados.
Según las primeras investigaciones, se trata de personas de entre 20 y 35 años que habrían sido torturados y asesinados con disparos en la cabeza. En noviembre de 1999 se hizo una hallazgo similar, cuando se desenterraron nueve cadáveres de hombres en una finca ubicada en las periferias de Juárez.
En esa ciudad actúan varias organizaciones vinculadas al tráfico de personas y de drogas ilegales hacia territorio estadounidense. También, se conoce de la existencia de numerosos picaderos, como se les llama a los lugares donde los drogadictos acuden a consumirlas.
Ciudad Juárez es conocida por grupos locales e internacionales de derechos humanos como la capital del femicidio, debido al elevado número de mujeres asesinadas y desaparecidas, la mayoría de entre 15 y 30 años.
Varias de las víctimas fueron asesinadas con cuchillos y sus cuerpos hallados en terrenos alejados de zonas habitadas. En numerosos casos, los cadáveres presentaban huellas de tortura y violación.
Aunque los familiares de las mujeres sostienen que en la mayor parte de los más de 300 asesinatos reportados las víctimas fueron violadas, un estudio auspiciado por estatal Instituto Chihuahuense de la Mujer indica que sólo 90 fueron objeto de ataques sexuales y que el resto corresponden a móviles pasionales, venganzas, riñas intrafamiliares, narcotráfico y robos.
La mayoría de estas víctimas trabajaban en empresas maquiladoras, que son centros industriales donde se arman productos con insumos importados, libres de aranceles, por lo general para volver a ser vendidos al exterior.
Hasta julio de 2003, fueron autoridades del estado de Chihuahua, el estado en el que está ubicada Ciudad Juárez, las que se encargaron de investigar los casos de mujeres asesinadas y desaparecidas en esa urbe fronteriza a la estadounidense El Paso. Pero ese mes, el gobierno de Fox decidió hacerse cargo de la seguridad pública allí y de la prevención de delitos.
Para darle más poder a su estrategia, el mandatario nombró a fines de enero a María López como fiscal especial para Juárez.
A diferencia de los crímenes y desapariciones de hombres, los de las mujeres han sido ampliamente denunciados y existen al menos siete organizaciones no gubernamentales que siguen el tema.
Hasta la fecha se han escrito nueve libros sobre los crímenes de mujeres en Juárez, se produjeron seis documentales en vídeo y cine y se han montado seis obras de teatro.
No desconocemos para nada la importancia de las muertas y desaparecidas, pero la pregunta es porqué los casos de los hombres no merecen una mayor atención, expresó Arbello.