Desde que asumió el gobierno de Israel hace tres años, Ariel Sharon ha realizado audaces pronunciamientos políticos, en especial para un mandatario de derecha. Pero muchos se preguntan qué quiso decir antes y qué quiere decir ahora.
En el pasado, Sharon manifestó su disposición a realizar compromisos dolorosos a cambio de la paz. Apoyó la creación de un estado palestino. Habló de trasladar asentamientos judíos. Y llamó ocupación al control israelí sobre tres millones de palestinos, un término que primeros ministros de izquierda no se habían atrevido a pronunciar.
Hasta la fecha, ninguna de esas promesas trascendió el ámbito del discurso. Quizá por esto, políticos, académicos y líderes palestinos respondieron con escepticismo al último y más audaz anuncio de Sharon: el desmantelamiento de colonias judías en territorios palestinos.
El primer ministro anunció esta semana al diario liberal Haaretz que había ordenado la evacuación de 17 asentamientos en la Franja de Gaza de un total de 21, con una población combinada de 7.500.
Los planes declarados de Sharon incluyen la evacuación de otras tres colonias en Cisjordania, donde viven más de 200.000 colonos en unos 120 asentamientos.
El mandatario dijo que la aplicación del plan llevaría de uno a dos años, que pronto lo presentaría al presidente estadounidense George W. Bush, y que trabajaba sobre la suposición de que, una vez alcanzado un acuerdo con los palestinos, no quedarían más judíos en Gaza.
Tras referirse a los asentamientos en Gaza como una carga para la seguridad durante una reunión con miembros de su partido Likud, el líder israelí declaró el martes que estaba determinado a llevar adelante su plan porque era vital para el futuro de su país.
El presidente palestino Yasser Arafat se burló de la propuesta. ¿Planea evacuar 17 casas? ¿Para reemplazarlas por otras 170?, preguntó con ironía.
Los miembros del opositor Partido Laborista acusaron a Sharon de hablar mucho y hacer poco. Varios políticos y observadores sugirieron que la decisión del primer ministro de publicar su plan ahora fue un intento por desviar la atención de los cargos de corrupción en su contra.
Este jueves, Sharon era interrogado por la policía en su casa de Jerusalén acerca de un supuesto intento de soborno por parte de un empresario amigo suyo.
Por ahora, es todo discurso, señaló el analista político Yossi Verter, del diario Haaretz. Verbalmente, en los últimos tres años, Sharon estableció un estado palestino, expulsó a Arafat y realizó numerosas concesiones dolorosas, agregó.
El escepticismo tiene sus razones de ser. Sharon ha destacado anteriormente la importancia estratégica de los asentamientos en Gaza.
El destino de Netzarim es el destino de Tel Aviv, declaró hace 18 meses, en referencia a ese aislamiento aislado y fortificado en Gaza, que ha sufrido reiterados ataques de palestinos.
La evacuación de los asentamientos forma parte de lo que Sharon llama un plan de separación de los palestinos: una serie de medidas unilaterales que incluyen el trazado de una frontera entre Israel y tierras palestinas.
El primer ministro advirtió que adoptará medidas unilaterales si no hay progreso en las conversaciones con los palestinos. En tal caso, el muro que Israel está construyendo a lo largo (y en el interior) de Cisjordania serviría como frontera, y eso convertiría al estado palestino en una entidad trunca.
Trascendió que Sharon recibiría su primer borrador detallado del plan de separación la semana próxima, de manos de su Consejo de Seguridad Nacional.
Aun si Sharon no sufrió una metamorfosis ideológica —del hombre que construyó muchos de los asentamientos al hombre que está dispuestos a derrumbarlos—, su sola declaración provocará un impacto.
El efecto más significativo será el cuestionamiento de la legitimidad de las colonias judías, cuyos habitantes han considerado a Sharon su aliado político durante años.
El líder del Partido Laborista y ex primer ministro Shimon Peres dijo que las declaraciones de Sharon tienen un peso acumulativo.
Otra palabra, otra declaración, otro anuncio, y éste será un camino sin retorno, agregó.
Abraham Diskin, profesor de ciencia política de la Universidad Hebrea de Jerusalén, no cree que Sharon esté fanfarroneando. Creo que él planea hacer lo que ha anunciado, dijo a IPS.
Prueba de esto es que las últimas declaraciones de Sharon, y en especial su respaldo a la formación de un estado palestino separado, le han costado parte de su base de apoyo derechista, señaló Diskin.
Los grupos ultraortodoxos son los únicos que se tomaron al pie de la letra el anuncio del mandatario. Líderes colonos anunciaron que tratarán de derrocarlo, y algunos rabinos de los asentamientos convocaron a una jornada de ayuno en protesta contra el plan.
Dos partidos ultranacionalistas de la coalición de gobierno amenazaron con separarse si el primer ministro sigue adelante con sus planes, y recordaron cómo Sharon, siendo ministro de Defensa bajo el gobierno de Menachem Begin, supervisó en 1982 la demolición de los asentamientos judíos en el desierto del Sinaí, que iba a ser devuelto a Egipto en virtud del acuerdo de paz de Camp David.
Las primeras señales de una rebelión de la coalición fueron evidentes el lunes, cuando un gran número de legisladores de derecha se abstuvieron de participar en un voto de confianza que fue aprobado a duras penas (42 a 41 votos).
Si hubiera perdido la votación, Sharon no habría tenido que abandonar su cargo, porque para ello se requiere el voto de la mayoría absoluta de los 120 legisladores, pero habría quedado en evidencia su vulnerabilidad política.
A menudo se ha dicho que la primera señal de que el primer ministro está verdaderamente decidido a actuar se verá cuando los grupos de extrema derecha decidan retirarse de la coalición. Por ahora, permanecen aferrados a sus escaños.
Sin embargo, el anuncio de la evacuación de los asentamientos provocó numerosas especulaciones sobre el futuro de la coalición. Se dice que el Partido Laborista entraría al gobierno si la extrema derecha se alejara, pero también que Sharon convocaría a nuevas elecciones.
Peres declaró el martes que el laborismo apoyaría a Sharon en el parlamento para impedir su derrocamiento si sigue adelante con los planes de evacuación, pero no llegó a afirmar que se uniría al Likud en el gobierno.
Por su parte, Sharon sugirió el miércoles que podría convocar a un referendo nacional sobre su plan de desamantelamiento de las colonias.
La oposición más dura al plan podría proceder de dentro del propio Likud. Algunos miembros del partido dijeron que un retiro unilateral de Gaza sería interpretado como una victoria de los grupos radicales palestinos y los alentaría a seguir perpetrando atentados suicidas contra objetivos israelíes.
El canciller Silvan Shalom tuvo una reacción crítica hacia el anuncio del primer ministro. Mi posición actual es la misma que en el pasado: las medidas unilaterales no reducirán el nivel de confrontación, declaró Shalom, un alto dirigente del Likud con ambiciones de gobierno.
Diskin no está seguro de que Sharon, que se ganó el apelativo de topadora cuando era ministro de Defensa, tenga la influencia política suficiente para llevar adelante su plan.
Será muy, muy difícil. Pero Sharon es un obstinado, un sobreviviente, una topadora. Y esto no es una simple imagen, concluyó. (