India y Pakistán deberán demostrar en los próximos meses que en verdad quieren una reconciliación: sólo un poco de voluntad política es lo que se necesita para solucionar diferendos que tienen ya décadas.
Los secretarios de Relaciones Exteriores Arun Kumar Singh, de Pakistán, y Jaleel Abbas Jilani, de India, acordaron el miércoles en Islamabad que las discusiones bilaterales empezarán en mayo o junio, luego de las elecciones indias de abril, y deberán terminar antes de agosto.
En realidad, los dos países reactivaron un sistema de conversaciones denominado diálogo mixto que habían adoptado en 1997, pero que quedó en la nada dos años más tarde cuando entraron en guerra en la fronteriza región de Kargil.
Nueve asuntos serán discutidos a distintos niveles. Seis comités de expertos se abocarán a diferencias políticas específicas, mientras que los dos temas más delicados, la disputa por la fronteriza provincia de Cachemira y la seguridad de la región, serán temas para los cancilleres.
Un comité de expertos especial examinará el problema de la rivalidad entre los dos países en materia de desarrollo nuclear.
En muchos de los casos se trata de asuntos que ya han sido discutidos durante años, pero que ante los constantes roces y enfrentamientos han quedado en suspenso. Islamabad y Nueva Delhi sólo deben reflotar estos acuerdos en esta próxima ronda de negociaciones.
Los dos países ya firmaron un compromiso en febrero de 1999 para reducir los riesgos nucleares en Asia meridional. Este documento, firmado en el marco de una histórica visita del primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee a la septentrional ciudad pakistaní de Lahore, ahora es letra muerta.
Pakistán también propuso una serie de medidas para fomentar la confianza entre los dos países y reducir la tensión, pero nunca fue puesto en práctica.
Otros asuntos de interés mutuo como el terrorismo, el narcotráfico, la economía, el comercio y la cooperación bilateral serán discutidos a otros niveles.
Muchas de las diferencias pueden solucionarse fácilmente con un poco de buena voluntad, como la disputa por el fronterizo glaciar de Siachin. Los dos países llegaron a un acuerdo en 1990 sobre esta disputa, pero India lo dejó en suspenso por temor a una reacción popular. Ahora la situación parece más propicia.
El acuerdo podría ser reactivado sin muchas negociaciones previas, pues ofrece la única solución posible desde el punto de vista geográfico.
Se puede decir que sólo cuatro asuntos requerirán intensas negociaciones, mucha voluntad política y un firme compromiso de paz. La disputa por Cachemira encabeza la lista.
Históricamente, asuntos como cooperación económica, intercambio cultural y seguridad fronteriza estuvieron siempre vinculados a Cachemira.
Desde 1947, cuando se independizaron del imperio británico, los dos países se disputan el control de Cachemira, una zona rica en petróleo cuya población es mayoritariamente musulmana, al igual que la de Pakistán.
Esas diferencias sirvieron de motivo para tres guerras entre India y Pakistán. Por eso la Organización de las Naciones Unidas estableció en la región una frontera provisional —la llamada línea de control— a través de la cual el intercambio de fuego es frecuente.
En la parte bajo control indio, integrada al estado de Jammu y Cachemira, actúan grupos separatistas que han perpetrado en los últimos años varios atentados. India acusa a Pakistán de respaldar militarmente a esos guerrilleros islámicos, pero Islamabad sostiene que sólo les brinda apoyo moral y diplomático.
El presidente de Pakistán, Perves Musharraf, estaba firme en su determinación de no negociar ningún otro asunto hasta que no se resolviera el diferendo por la provincia. Pero ahora está dispuesto a ceder un poco.
En diciembre, ante la presión de Estados Unidos, Musharraf cambió de postura y se dispuso a negociar.
Pakistán también mostró un cambio de actitud al suscribir en enero acuerdos comerciales en la Asociación de Asia Meridional para la Cooperación Regional, conformada además por Bangladesh, Bhután, Maldivas, Nepal, India, y Sri Lanka.
La presión de Washington a Islamabad continúa, y hay esperanzas de que esta nueva etapa de conversaciones tenga un buen final.
Pero para esto, el presidente pakistaní deberá estar dispuesto a afrontar oposición interna, en especial de los sectores islámicos más extremistas.
Musharraf firmará un acuerdo comercial de la SAARC que muchos advierten será más beneficioso para India que para Pakistán, y deberá hacer concesiones en Cachemira.
Parece una señal de madurez de los dos países el haber decidido esperar la realización de las elecciones indias para iniciar las conversaciones.
No obstante, analistas señalan que las conversaciones no se verían afectadas cualquiera fuera el ganador en las urnas.
Una derrota de la gobernante Alianza Nacional Democrática, de Vajpayee, no afectará el acercamiento entre Islamabad y Nueva Delhi.
Por el contrario, podría posibilitar un mayor interés por resolver la disputa por Cachemira e incentivar el intercambio cultural, considerando la política de apertura de la oposición india.