El terremoto político causado por ETA al declarar una tregua sólo en Cataluña, presidida por un socialista, benefició al gobernante Partido Popular (PP), que ahora encara las elecciones generales del 14 de marzo con perspectivas de volver a ganar por mayoría absoluta.
Todas las encuestas de intención de voto le otorgan la victoria al centroderechista PP, del jefe del gobierno español José María Aznar, aunque también apuntan que la mayoría absoluta en el parlamento, para el que se eligen 350 escaños, será apenas de uno o dos diputados.
El anuncio etarra de que suspenderá sus ataques y asesinatos sólo en esa comunidad Autónoma y no en el resto de España se transformó en una auténtica bomba sin explosivos contra la principal fuerza de oposición del país, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), provocándole divisiones internas y afectando sus perspectivas electorales.
El presidente de Cataluña, el socialista Pasqual Maragall, calificó esa declaración de mensaje bomba, condenó al grupo terrorista vasco, le exigió que deje de matar en todas partes de España y reclamó que se cumpla el pacto antiterrorista.
Sin embargo, Maragall mantiene su alianza con Izquierda Republicana (ER, Ezquerra Republicana, en catalán), cuyo líder Josep Lluís Carod Rovira mantuvo una reunión con los jefes de la ETA en la que se habría acordado la tregua en Cataluña, una de las 17 comunidades autónomas que integran España.
La sección catalana del PSOE gobierna en esa comunidad autónoma coaligada con el independentista ER y con Izquierda Unida-Los Verdes, una coalición basada en el Partido Comunista.
A partir del anuncio etarra se comenzó a cuestionar el mantenimiento de esa coalición de gobierno, mientras fuertes divergencias comenzaban a surgir en el seno del PSOE.
La crisis que afecta al gobierno tripartito catalán como consecuencia de la tregua declarada por ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad en lengua vascuence), deriva de una reunión clandestina celebrada en Francia entre Carod Rovira y los jefes de esa organización armada, en la que negociaron el cese de atentados en Cataluña.
Carod Rovira celebró esa entrevista a fines de diciembre sin dar cuenta de la misma, ni antes ni después, al gobierno autónomo catalán, del que era entonces primer ministro, ni al mismo Maragall.
La noticia del encuentro clandestino fue filtrada desde el gobierno español de Aznar a fines de enero al madrileño diario ABC, a partir de la información obtenida por la central de inteligencia con un topo (infiltrado) en ETA y eso culminó con la renuncia de Carod Rovira a su cargo en el gobierno catalán.
Aunque este viernes Carod Rovira afirmó que se negó a firmar un acuerdo con ETA, cuando se filtró la información del topo reivindicó el encuentro porque, a su entender, estaría justificado si sirve para evitar un solo muerto.
Nada más conocerse el anuncio etarra el miércoles, Aznar, el candidato a sucederlo, Mariano Rajoy, y su contrincante, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, le exigieron a Maragall que se enfrentase a Izquierda Republicana.
Aznar y Rajoy demandaron a Maragall la ruptura de la coalición de gobierno ofreciéndole su apoyo para que gobernase en minoría, mientras que Rodríguez Zapatero se limitó a pedirle consecuencias políticas en el tripartito catalán.
Pero la réplica desde Cataluña, un día después, fue calma y clara, sorprendiendo a todo el espectro político español, ya que las tres fuerzas políticas cogobernantes emitieron una declaración conjunta.
En ese comunicado advirtieron de que ninguna injerencia externa, ningún error personal y menos una ofensiva política de la derecha española ponen ni pondrán en peligro la estabilidad, la cohesión y la solidez del gobierno de Cataluña.
Esa respuesta tuvo como primera víctima al propio PSOE, partido que sumó a la crisis latente en el gobierno catalán un duro enfrentamiento interno a escala nacional.
Así como Rodríguez Zapatero fue menos directo y diplomático, mucho más duros fueron dos dirigentes socialistas de gran peso, Juan Carlos Rodríguez Ibarra y José Bono, gobernantes de las comunidades autónomas de Extremadura y Castilla La Mancha.
Ambos reclamaron que Maragall rompiera la coalición con Izquierda Republicana. Rodríguez Ibarra le planteó que debería echar ipso facto (ya mismo) de su gobierno al partido que ha negociado esa tregua.
En términos similares lo hizo Bono desde México, donde se encuentra en visita oficial. Los socialistas no podemos estar en un gobierno con un partido cuyo dirigente, además de separatista, ha estado con los pistoleros y los criminales, precisó el dirigente manchego, para luego agregar que con ETA no debe haber ni un milímetro de cercanía.
A las críticas y rechazos se sumaron la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica, las centrales sindicales mayoritarias de España y otras organizaciones no gubernamentales, como la Fundación Víctimas del Terrorismo, que dirige Adolfo Suárez, quien presidió los gobiernos que condujeron la transición democrática (1976-1982).
Desde la coalición tripartita catalana encabezada por Maragall también condenan el terrorismo pues, señalaron en un comunicado que lo único que los catalanes esperamos de ETA es el abandono total y definitivo de la violencia. El terrorismo es incompatible con el derecho a la vida, la democracia y la libertad de los pueblos.
Cataluña fue escenario de atentados que ocasionaron 54 muertes, el primero cometido en junio de 1975. Entre otros, ETA asesinó en octubre de 2000 al ex ministro de Sanidad, el socialista Ernest Lluch, quien se caracterizó por defender una solución negociada a la violencia etarra.
Pero el que más conmovió a la sociedad española y a la catalana en particular fue un atentado contra el centro comercial Hipercor, en junio de 1987, en el que murieron 21 personas, todas civiles. Otro fue el perpetrado en la casa-cuartel de Vic de la Guardia Civil (policía militarizada) en mayo de 1991, que causó la muerte de nueve personas, entre las que se encontraban varios niños.
Un aspecto que provocó críticas desde todos los frentes contra el comunicado de ETA que originó esta crisis, es que el mismo finaliza con vivas a Jon Felix Erezuma y Joan Carles Agudo, miembros de ese grupo que participaron en el atentado contra el cuartel de Vic.
El escritor y periodista Raúl del Pozo, de ideas progresistas, señaló que Izquierda Republicana ha dividido al PSOE, desacreditado a la izquierda y dado una victoria inconsciente e histórica a la derecha.
En el PSOE, aunque su secretario general se pronuncia también contra el terrorismo, la actitud de Maragall y su enfrentamiento con Rodríguez Ibarra y Bono, muestran que existe una división.
Esa división en el tema del accionar de ETA, que todas las encuestas señalan como el que más preocupa a los españoles, puede afectar al sector de ciudadanos indecisos entre votar al PP o al PSOE, inclinándolos por el primero.
Otro hecho negativo para el PSOE se produjo también este viernes, al darse a conocer un documento de ETA, en el que afirma que se reserva a su antojo las treguas, como una forma de lucha y que la responsabilidad es de quien se las solicite. En este caso quien solicitó el cese de la violencia fue Carod Rovira.
El dirigente catalán seguirá al frente de su partido y además indicó a Maragall el nombre del miembro del mismo que deberá ocupar el cargo de primer ministro (conseller en cap, en catalán), Josep Bargalló. Circunstancia ésta que también conspira contra las posibilidades electorales del PSOE en toda España.