El presidente venezolano Hugo Chávez volvió a la carga este miércoles contra su homólogo estadounidense George W. Bush, pero Washington parece inclinarse por no embestir ese trapo rojo y aguardar una definición electoral en el país sudamericano, concuerdan analistas.
Luego de acusar el martes a Bush de dirigir el golpe de Estado que lo depuso brevemente en abril de 2002, y de tener responsabilidad por la sangre derramada en Caracas en esa oportunidad, Chávez demandó esta vez a Washington que deje de meter sus narices en Venezuela.
En ambas ocasiones habló en cadenas de radio y televisión, desde auditorios con seguidores suyos y discursos centrados en su tesis de que no son válidas gran parte de las firmas que la oposición recogió para solicitar un referendo con el que procura revocar su mandato (2000-2007) dentro de pocos meses.
Militares estadounidenses coordinaron acciones con militares venezolanos, durante el golpe de 2002, y enviaron naves de guerra al Caribe para acechar a Venezuela, dijo Chávez.
Washington continúa apoyando con mucho dinero a sectores opositores, agregó. Y como el subsecretario de Estado adjunto de Estados Unidos para asuntos hemisféricos, Peter DeShazo, había declarado que dinero estadounidense fue a manos de grupos oficialistas y opositores de Venezuela, Chávez lo acusó de mentir descaradamente.
Las fuerzas bolivarianas (sus partidarios) se sentirían ofendidas con un solo centavo de dólar de la administración estadounidense, aseveró el gobernante.
Estas afirmaciones son una trampa que tiende Chávez para provocar una reacción internacional y soslayar la atención sobre el referendo revocatorio, dijo a IPS el analista de asuntos internacionales Carlos Romero, simpatizante de la oposición. Pero Washington difícilmente embestirá ese trapo rojo, añadió.
Según Romero, Estados Unidos esperará primero el dictamen del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, previsto para fines de febrero, acerca de si la oposición recogió firmas suficientes para convocar el referendo, y lo evaluará en el grupo ad hoc de países amigos, que integra junto con Brasil, Chile, España, México y Portugal.
De hecho, el Departamento de Estado (cancillería) replicó a Chávez este miércoles, pero bajando el tono. No es la primera vez que ha hecho esas acusaciones, pero tengo que decir que no son serias, dijo el portavoz Richard Boucher.
Chávez apela de vez en cuando a esos argumentos con el propósito de desviar la atención de los esfuerzos del pueblo venezolano para ejercer sus derechos constitucionales y resolver la polarización política mediante un proceso constitucional, añadió Boucher.
Preguntado si los comentarios del presidente impedirían a Estados Unidos seguir participando en la búsqueda de una solución a la crisis política en Venezuela, Boucher dijo que no.
Continuamos apoyando el trabajo que está haciendo el grupo de amigos de Venezuela y otros.
Nuestro propósito es ver que los derechos constitucionales de los firmantes de las peticiones (para el referendo revocatorio) sean respetados. Hay decisiones que tienen que ser tomadas por el Consejo Electoral. Esperamos que sean justas y honestas.
Según el vicepresidente venezolano José Vicente Rangel, en una reunión que mantuvo el lunes con DeShazo, éste le había aseverado que su país se guiaría por lo que diga la misión de observadores del posible referendo, que integran la Organización de Estados Americanos (OEA) y el estadounidense Centro Carter para la Paz.
Rangel y el jefe del comando de campaña oficialista, Ismael García, deploraron esa actitud de Washington e insistieron en que el único árbitro que reconocemos soberanamente en Venezuela es el Consejo Nacional Electoral.
Chávez lanza una acusación descontextualizada -que ha podido hacer en el año 2002 o luego ante organismos multilaterales- para tratar de aprovechar que este es un año difícil para Bush, a quien le va mal en lo electoral y lo económico, observó a IPS Franklin Molina, coordinador de Estudios Internacionales en la Universidad Central.
Se refería así al enorme déficit público que soporta la economía estadounidense, producto de los enormes gastos militares de los últimos dos años, y a la caída de la popularidad de Bush, quien busca la reelección en noviembre.
Aunque las afirmaciones de DeShazo son una injerencia que merecía respuesta, el presidente exageró al considerarla una agresión, estimó el general retirado y profesor de ciencias políticas Alberto Muller, quien dirigió en 1998 el comando de campaña que llevó a Chávez a la presidencia.
El escenario más probable es que no haya ninguna (otra) reacción formal de Washington ante las palabras de Chávez porque América Latina está al margen en los intereses de Estados Unidos, concentrados en problemas de otras latitudes como Medio Oriente y Corea del Norte, dijo Muller a IPS.
Según Molina, el gobierno de Bush entiende a Chávez como un señor colocado en el poder por la democracia, al que en este año electoral (en Estados Unidos) puede tocar, pero no mover mucho porque está parado sobre una mina de petróleo.
Venezuela es uno de los cuatro grandes proveedores de petróleo a Estados Unidos, al que exporta millón y medio de barriles diariamente.
El experto petrolero Víctor Poleo, del grupo izquierdista Soberanía, cree posible que Washington trate de desestabilizar a Chávez, en la medida en que Estados Unidos no tiene un gobierno unificado, pues actúan muchas agencias, pero el 'directorio petrolero' está feliz con el gobierno de Venezuela, comentó a IPS.
Según Poleo, ese directorio petrolero está conformado por las figuras del gobierno estadounidense que previamente desempeñaron altos cargos en corporaciones de la industria, como el vicepresidente Dick Cheney.
A esos intereses Chávez les ha dado de todo, desde seguridad en los suministros hasta oportunidades de nuevos negocios en la explotación de crudo y gas natural, sostuvo Poleo.
En el flanco político, lo que Estados Unidos hace es insistir en que se cumplan la resolución 833 de la OEA (que pidió en 2002 para Venezuela una salida pacífica, democrática, constitucional y electoral) y el acuerdo de mayo de 2003, opinó Romero.
Ese acuerdo, negociado por el secretario general de la OEA César Gaviria con opositores y gobierno, previó dirimir las diferencias mediante el mecanismo de referendos revocatorios previsto en la Constitución de 1999, impulsada por Chávez.
Este instrumento permite revocar mediante voto popular el mandato de las autoridades electas al vencer la mitad de su período, si se cumplen varios requisitos, el primero de los cuales es que lo solicite 20 por ciento del padrón electoral, 2,4 millones de personas en el caso de Chávez. La oposición sostiene que recogió con creces esas firmas.
En enero, al reunirse en Monterrey con su par mexicano Vicente Fox, Bush había afirmado que trabajaremos con la OEA para asegurar la integridad del proceso de referendo revocatorio en Venezuela. (