Luego de más de 300 días de audiencias en el juicio por genocidio y otros crímenes al ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, iniciado hace dos años, la escasez de evidencias y los problemas de salud del acusado y el juez ponen en duda el desenlace del proceso.
Milosevic ha estado enfermo con frecuencia desde que comenzó el juicio, y eso ha obligado a suspender en 65 ocasiones audiencias de la Tribunal Internacional para la Ex Yugoslavia, que sesiona en la sudoccidental ciudad holandesa de La Haya y fue creado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La semana pasada se anunció que el presidente del grupo de tres jueces a cargo del proceso, Richard May, está demasiado enfermo para continuar y dejará su puesto el 31 de mayo.
La fiscalía terminó de presentar su acusación el miércoles, y está previsto que el 8 de junio comience el alegato de la defensa, asumida personalmente por Milosevic.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, debe definir quién reemplazará a May, y parece conveniente que lo haga pronto, porque el nuevo integrante del tribunal tendrá hasta el 7 de junio para estudiar miles de páginas de declaraciones de unos 300 testigos que ya comparecieron ante el Tribunal Internacional.
Algunos expertos en derecho han pronosticado que Milosevic, tras sostener durante dos años que el proceso en su contra es ilegítimo, alegará que la renuncia de May invalida los procedimientos realizados hasta ahora, y obliga a reiniciar el juicio.
El propio Tribunal Internacional debería decidir sobre esa apelación, y si reinicia el proceso, podría llevar cuatro o cinco años terminarlo, señaló Avril McDonald, directora del Instituto Asser de Derecho Internacional, con sede La Haya.
Casi ha desaparecido la posibilidad de que esto concluya alguna vez con una declaración de culpabilidad o inocencia, sostuvo el jueves en La Haya el profesor de derecho internacional Michael Byers, de la estadounidense Universidad Duke, quien ha analizado el desarrollo del proceso iniciado formalmente el 12 de febrero de 2002.
El portavoz del Tribunal Internacional, James Landale, admitió que la indeclinable renuncia de May fue un revés, pero afirmó que los tres próximos meses serán tiempo suficiente para que un nuevo juez esté a la par cuando el proceso se reanude.
Milosevic debe presentar al Tribunal Internacional una lista de sus testigos el 17 de mayo, pero es posible que eso se postergue, debido a los problemas de hipertensión y a las recurrentes gripes que han aquejado en los últimos tiempos al acusado, de 61 años.
La posibilidad de nuevas postergaciones debido a esas dolencias fue una de las razones aducidas por la fiscalía, dirigida por Carla del Ponte, al anunciar que se abstendría de utilizar los dos últimos días que estaban previstos para su presentación de testigos.
Del Ponte comentó que las dificultades nunca son totalmente predecibles, pero es probable que haya nuevas postergaciones el acusado comience su defensa.
El Tribunal Internacional fue creado por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1993, para ocuparse de crímenes de guerra cometidos desde 1991 en los territorios que formaron parte de la antigua Federación Yugoslava.
Unas 38 personas acusadas de tales crímenes permanecen detenidas por el tribunal, y otras tantas están pófugas.
Hay 66 cargos contra Milosevic, relacionados con atrocidades cometidas en 1999 en la meridional provincia serbia de Kosovo, y en 1991 y 1992 en la actual Croacia, .así como un cargo de genocidio en la actual Bosnia-Herzegovina en el periodo 1992-1993, con musulmanes y croatas como víctimas.
Expertos en derecho e investigadores de genocidios expresaron dudas de que la fiscalía pueda probar esa acusación de genocidio, la más grave que afronta el ex gobernante de Serbia y de Yugoslavia.
La fiscalía debería demostrar que Milosevic tuvo claramente la intención de destruir total o parcialmente a la población no serbia, según la definición de la Convención contra el Genocidio de la ONU, de 1948, explicaron.
La gente como Milosevic no deja un rastro de documentos, comentó el profesor Eric Markusen, investigador de genocidios del Instituto de Estudios Internacionales de Dinamarca, quien ha seguido con atención el proceso judicial.
La mayor esperanza (de la parte acusadora) era hallar evidencia en informes policiales u otros documentos de índole similar, en los que se expresara la clara intención de cometer un genocidio. Pero eso no se encontró, apuntó.
La acusación de genocidio no es irrefutable. Eso es evidente después de la presentación de 300 testigos, opinó el profesor de derecho penal Geert-Jan Knijken, de la holandesa Universidad de Utrecht.
Según expertos, la evidencia más convincente hasta el momento sobre el vínculo de Milosevic con crímenes contra la humanidad fue el testimonio sobre hechos ocurridos en Kosovo, Croacia y Bosnia del ex jefe de los servicios de seguridad de Serbia, Rade Markovic, pero la fiscalía no ha logrado presentar una pistola humeante para probar que hubo genocidio.