Hasta hace pocos años, la sola visión de soldados con la bandera de Japón desplegados en cualquier país habría provocado el enojo de China, que no olvida el sufrimiento ni los cientos de miles de muertos que le dejó la invasión japonesa de la década de 1930.
Pero eso no ocurrió cuando tropas de las Fuerzas de Autodefensa japonesas cruzaron este mes la frontera de Kuwait con Iraq para apoyar a las fuerzas de ocupación de Estados Unidos en territorio iraquí.
Además, hasta no hace mucho el fortalecimiento de la alianza militar de Japón con Estados Unidos habría generado fuertes protestas de Beijing, que hasta 1999 condenaba ese vínculo e intentaba romperlo.
Pero los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, la consiguiente "guerra contra el terrorismo" declarada por el presidente estadounidense George W. Bush y el resurgimiento de la economía china alteraron el paisaje político en Asia y cambiaron radicalmente la dinámica de las relaciones de China con Estados Unidos y Japón.
Hoy en día, pese a las diferencias por el estatuto de Taiwan, el persistente ultranacionalismo en Japón y otros asuntos, los vínculos de China con Tokio y Washington son más estrechos que nunca.
Y ahora que China tomó la iniciativa de llevar a Corea del Norte a una mesa de negociaciones multilaterales y Bush habla de cambiar la estructura de las fuerzas estadounidenses en Asia, esas relaciones sólo pueden mejorar en los próximos años, según expertos.
"El 11 de septiembre creó un nuevo horizonte en la cooperación entre Estados Unidos y China", dijo Makoto Iokibe, profesor de historia política y diplomática en la Facultad de Derecho para Graduados de la Universidad de Kobe. "La política exterior china es básicamente cooperativa con Estados Unidos y amistosa hacia Japón", agregó.
La apagada reacción de China ante la invasión estadounidense de Iraq y su papel fundamental en la organización de conversaciones multilaterales sobre Corea del Norte indican que los nuevos líderes de Beijing decidieron que sus intereses serán favorecidos si estrechan sus relaciones con los gobiernos de Bush y de Junichiro Koizumi, en Tokio.
"China desea estabilizar las relaciones internacionales en Asia oriental", dijo Iokibe a un seminario sobre relaciones chino-japonesas organizadas este mes en Washington por la Fundación Sasakawa para la Paz.
La iniciativa de China sobre Corea del Norte "marcó el comienzo de un esfuerzo chino, no sólo para cooperar con Estados Unidos sino para tener un papel importante en la formación del orden internacional", agregó el académico, que es presidente de una comisión gubernamental japonesa que estudia "Los objetivos de Japón en el siglo XXI".
La aceptación china del despliegue japonés en ultramar es especialmente destacable porque el papel de Japón en la "guerra contra el terrorismo" de Estados Unidos —como apoyo de retaguardia con sus Fuerzas de Autodefensa marítimas y respaldo económico en Iraq y Afganistán— se asemeja al que tuvo en la guerra fría.
Los soldados japoneses que llegaron el día 8 a Iraq en una larga caravana de tanques, camiones y una ambulancia, fueron sólo el primer contingente de unos 800 hombres de Tokio decidió enviar a Iraq, a pedido de Washington.
"Se ha vuelto muy clara una especie de división de las tareas entre Estados Unidos y Japón", afirmó Iokibe. "El esfuerzo militar para restaurar la paz mundial es responsabilidad de Estados Unidos, pero a Japón corresponde el esfuerzo de reestructuración y restauración económica luego de la guerra", dijo.
Minxin Pei, codirector del programa chino de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional y ex profesor de la Universidad de Princeton, sostuvo que la expansión económica de China fortaleció la posición de Beijing en Asia y le permitió mejorar su posición negociadora ante Estados Unidos y Japón.
Si esta situación se prolonga una o dos décadas, Estados Unidos podría llegar a la conclusión de que ya no necesita fuerzas de avanzada desplegadas en Asia.
"Ya no veremos 100.000 soldados estadounidenses en Asia oriental", vaticinó Minxin, porque el despliegue de tropas estadounidenses en la región tiende en parte a "equilibrar a Japón con China", pero si ambos se reconcilian, ya no será necesaria esa presencia militar.
Sin embargo, no todo son rosas entre China y Japón. La conducta de un grupo de empresarios japoneses que realizaron una "excursión sexual" por el sur de China provocó la indignación del público e intelectuales japoneses.
Además, los recuerdos de la guerra se reavivaron el pasado verano boreal cuando decenas de chinos se intoxicaron a causa de gas mostaza que se filtró de contenedores abandonados en la segunda guerra mundial en la provincia de Heilongjiang.
Los chinos también protestan por las visitas de Koizumi a las tumbas de Yasukuni, donde yacen enterrados varios criminales de guerra japoneses.