Si todo marcha bien, Brasil inaugurará en el segundo semestre de 2006 la primera central eléctrica de América aprovechando la fuerza de las olas, en la costa de su nororiental estado de Ceará, con una potencia de 500 kilovatios.
El proyecto, que podría generar energía suficiente para 200 familias, es desarrollado por la Coordinación de Programas de Posgrado en Ingeniería (Coppe) de la Universidad Federal de Río de Janeiro, que ya produjo un modelo reducido de demostración en su Laboratorio de Tecnología Submarina (LTS).
La construcción se hizo factible por un convenio firmado el 2 de febrero entre el gobierno estatal de Ceará y Eletrobrás, la compañía nacional de electricidad.
Ceará presenta condiciones ideales, porque allí soplan los vientos alisios que propician buenas olas con regularidad, explicó a Tierramérica Segen Estefen, coordinador del proyecto y jefe del LTS.
Con una tecnología innovadora, distinta de las que están en desarrollo en otros países, esta fuente alternativa y renovable será competitiva, con un costo equivalente al de las centrales hidroeléctricas ya construidas en Brasil y 30 por ciento inferior al de la energía eólica, según Estefen.
La nueva tecnología se instalaría en las costas brasileñas del océano Atlántico, cerca de donde vive 70 por ciento de los 174 millones de habitantes de ese país, ahorrando líneas de transmisión que encarecen la hidroelectricidad, proveniente de ríos distantes de los centros consumidores.
Con 8.500 kilómetros de extensión costera, Brasil tiene en las olas un enorme potencial. Estefen estima factible una participación de15 por ciento en la electricidad consumida en el país dentro de 10 a 15 años, si el gobierno decide impulsar un programa .
Se calcula que la potencialidad total de los océanos del planeta es de uno a dos teravatios, suficientes para atender toda la demanda energética mundial, pero la mayor parte no es económicamente aprovechable.
Usar 10 a 20 por ciento ya sería colosal, las fuentes alternativas serán siempre complementarias, opinó Estefen.
La central diseñada por su equipo emplea flotadores que, movidos por las olas, activan una bomba hidráulica que eleva el agua y la inyecta en una cámara hiperbárica, desarrollada para probar equipos submarinos de exploración y extracción petrolera en aguas profundas y que soporta altísimas presiones, como las existentes a 5.000 metros de profundidad en el mar.
De la cámara hiperbárica se liberan chorros de agua en alta presión que sustituyen las caídas de agua de centenares de metros para mover las turbinas acopladas a generadores de electricidad.
El invento aprovecha tecnologías ya existentes, sobre todo las desarrolladas en la actividad petrolera de aguas profundas, en que Brasil logró los mayores avances respecto de otros países.
Los equipos están disponibles y pueden ser totalmente hechos en el país, abaratando así el proyecto, según Estefen.
Otros países más avanzados en energía de ondas, como Gran Bretaña que ya tiene dos proyectos operando y cinco en desarrollo, usan la tecnología de columnas de agua oscilante.
Se trata de una construcción donde entra el agua y sobre la cual se instala una especie de tubo, como un vaso boca abajo, donde la crecida de las aguas cuando viene la ola empuja el aire hacia arriba haciendo girar la turbina. Pasa igual en el movimiento inverso, de bajada, explicó a Tierramérica Eliab Ricarte, cuya investigación de doctorado contribuye al proyecto brasileño.
Pero esa tecnología presenta variaciones grandes, con la rotación de la generadora aumentando hasta el doble de un momento al otro, según el tamaño de las olas y su movimiento. El modelo brasileño, en cambio, tiene la ventaja de su regularidad, destacó Estefen.
En Dinamarca, se desarrolla la tecnología del wave dragon (dragón de la ola), con que se busca construir una central más grande, de cuatro megavatios. Para ello se necesitan olas altas, océano adentro, para girar las turbinas con la misma fuerza del agua. Además no podrá operar en el verano, al no contar con olas grandes, observó el experto.
También Australia y Japón se preparan para aprovechar la energía de las olas.
En el mundo en desarrollo, además de Brasil, la estudian India y China. Por ahora se hacen prototipos de pequeña capacidad, de hasta un megavatio. El aporte efectivo a la generación comercial es cosa para el futuro.
El interés por esa alternativa se intensificó en los cinco últimos años, debido sobre todo al peso que ganaron los temas sobre cambio climático en la agenda internacional, según el Consejo Mundial de Energía.
Otros factores que incidieron fueron el Protocolo de Kyoto, que aún no entró en vigor pero que fija metas de reducción de los gases de efecto invernadero, el alza de precios del petróleo y la decisión británica de invertir en la energía de las olas a partir de 1999.
El modelo japonés se llama mighty whale (ballena poderosa), y usa la columna del agua oscilante en un buque, aprovechando la mayor potencia energética de las olas en alta mar. Fue mirando un vídeo sobre esa experiencia que Ricarte decidió dedicar su tesis de doctorado a la energía oceánica.
La opción brasileña es hacer pequeñas centrales, de uno a 30 megavatios, reduciendo aún más el ya bajo impacto ambiental.
También hay la posibilidad de desarrollos para usos compartidos, como aprovechar las centrales para protección costera, reduciendo la erosión provocada por las olas, al ablandar su fuerza. En algunos casos se puede modificar el fondo del mar, para obtener mejores olas y así beneficiar también la práctica de surf, apuntó Ricarte. (