El aserto de muchos venezolanos de que la oposición le ganaba cualquier elección al presidente Hugo Chávez comienza a desmoronarse con la aparición de encuestas que revelan un notable aumento de los ni-ni, como le llaman a los ciudadanos ajenos a ambos bandos.
Datanálisis, la firma encuestadora de mayor presencia en el país y cuyos directivos militan en la oposición, señala en su informe de este mes que 33 por ciento de los consultados se declararon antichavistas "duros" y 25 por ciento se alinearon férreamente con el gobierno, mientras que aquellos que respondieron no adherir a ninguno de las dos posiciones alcanzaron a 39 por ciento.
También la empresa independiente Hinterlaces, que combina estudios de cantidad y calidad en sus sondeos, divulgó el jueves que los ni-ni (ni con el gobierno ni con la oposición) conforman el grupo mayoritario entre los encuestados, con 51 por ciento, seguido de los chavistas con 30 por ciento, mientras que los adherentes firmes a la oposición apenas alcanzan a 19 por cierto.
En ambos casos se trata de encuestas realizadas después que, a comienzos de diciembre, concluyera la recolección de firmas para pedir la convocatoria a referendos revocatorio de los mandatos de Chávez, iniciado en 2000 y previsto para finalizar en 2006, y de parlamentarios de las dos partes en que se divide hoy el espectro político venezolano y cuyos cargos finalizan en 2005.
Durante 2002 y 2003, todas las consultas mostraron de manera constante una intención de voto adversa a Chávez, con una proporción promedio de dos a uno, para cualquier solución electoral a la crisis política del país.
Esa disputa entre gobierno y oposición vivió episodios límites, como el efímero golpe de estado de abril de 2002 y la huelga general de 63 días iniciada el 2 de diciembre de 2002.
Esa prueba de fuerzas llevó a que en mayo el gobierno y la coalición opositora, denominada Coordinadora Democrática, pactaron la búsqueda de una salida en las urnas con la puesta en marcha del mecanismo de referéndum revocatorio previsto en la Constitución aprobada en 1999 a impulso del propio Chávez.
El independiente Consejo Nacional Electoral, que procesa las solicitudes de estas consultas constitucionales avaladas por un aluvión de firmas a verificar, anunció que a mediados de febrero dirá si son suficientes para convocar a todas o a algunos de ellas.
Para poner en marcha el referéndum revocatorio del cargo de cualquier funcionario elegido se debe reunir la adhesión de por lo menos 20 por ciento del padrón electoral respectivo, como el nacional que hoy es de 12,2 millones de inscriptos para el caso de la presidencia, y de un distrito particular para diputados, por ejemplo.
En caso de que finalmente sea puesto a referéndum el mandato de Chávez, éste deberá abandonar el cargo si los votos en ese sentido superan a los que respalden su permanencia y, además, suman más que los casi 3,8 millones de adhesiones con los que llegó al gobierno en 2000.
El director de Datanálisis, Luis León, señaló a IPS que, según sus números, "todavía es imposible que Chávez gane el referéndum, porque es minoría", pero "puede ocurrir que la oposición lo pierda", pues 23 por ciento de los consultados asegura que no concurrirá a las urnas en caso de ser convocados.
Además, las proyecciones de las encuestas aún no le dan a la oposición los casi cuatro millones de votos que necesita para vencer a Chávez, en especial si el mandatario pide a los suyos que se abstengan y gana para esa fórmula una porción importante de los llamados ni-ni.
"La oposición está obligada a movilizar, el presidente sólo debe desmovilizar", observa León. "Los venezolanos no alineados políticamente necesitan un mensaje superior a 'Chávez es malo', necesitan un mensaje social", comentó el experto.
Por su parte, el director de Hinterlaces, Oscar Schémel, explicó a IPS que los ni-ni "no quieren a Chávez, pero no ven en la oposición una alternativa. Cada vez son más y observan desde afuera a dos bandos disputándose el poder mientras el país está ausente.
Hinterlaces se apoya en la muestra más amplia hasta ahora estudiada, de 1.900 adultos de todas las edades, grupos sociales y en todo el país, un tercio de los cuales ha reunido en "focus groups" (grupos de opinión) para examinar de modo exhaustivo las razones que dan soporte a sus opiniones políticas.
Los ciudadanos no alineados políticamente "quieren líderes creíbles, que no representen el pasado —y así perciben a los de la Coordinadora— y muestren caras nuevas, con planes nuevos, un fuerte acento en lo social y que se comprometan con ellos en lo concreto", sostuvo Schémel.
El analista político evocó la frase de una mujer humilde que acudió a uno de sus grupos de diálogo: "Yo quiero un líder que sepa lo que es no tener cómo lavar la ropa durante 15 días".
"Chávez se acerca mucho más a lo social y los ni-ni son más permeables a su discurso que al de la oposición", puntualizó Schémel, mientras que León destacó que la oposición no tiene un líder o un programa que rivalice con el presidente en sintonizar con los anhelos de los más pobres y golpeados por la crisis socio-económica.
La Coordinadora de oposición reúne a 27 partidos, incluidos los tradicionales socialdemócrata Acción Democrática y socialcristiano Copei, y unas 40 asociaciones civiles.
Más de la mitad de los 25 millones de venezolanos viven en la pobreza, que abarca a 55 por ciento de los hogares según estadísticas oficiales), el desempleo abierto golpea a 20 por ciento de la fuerza laboral y la inflación cercana a 30 por ciento en los últimos dos años ha pulverizado el poder de compra de los más desfavorecidos.
"Es una gran oportunidad para una nueva alternativa, con fuerte contenido social y un discurso moderno, pero no aparece, porque la oposición es vista como regreso al pasado, con sus mismos códigos y símbolos", recalcó Schémel.
En tanto, el gobierno de Chávez lanzó desde mediados de 2003 una serie de "misiones" o planes extraordinarios dirigidos a los sectores más humildes, de alfabetización de adultos, salud en barriadas populares, venta de alimentos a precios módicos y acceso a estudios superiores de jóvenes bachilleres que no tenían cupo.
"El populismo tercermundista siempre ha generado, a corto plazo, el entusiasmo de las masas. De ahí que las últimas encuestas, las del gobierno y las de la oposición, le dan a Chávez más de 35 por ciento de respaldo popular", observó el analista político Armando Durán, crítico de la gestión gubernamental.
Según Durán, "mientras Chávez acelera esta campaña, la dirigencia política de oposición, carente de liderazgo y de planes estratégicos, de nuevo afila sus cuchillos, pero no para emplearlos contra el régimen, sino contra sus adversarios electorales internos en casi todos los estados del país y más de 300 municipios".
Mientras el Consejo Nacional Electoral deshoja la margarita de los referendos, se ha disparado el mecanismo de las elecciones regionales, de gobernadores y alcaldes, que deberán efectuarse el primer día de agosto.
Las fuerzas de la oposición organizan marchas para presionar al Consejo a fin de que atienda las solicitudes de referéndum, pero en paralelo han comenzado a escoger sus candidatos para las elecciones regionales y municipales, un camino que también comienza a recorrer el chavismo.
Algunas agrupaciones, como el centroderechista partido Primero Justicia, se niegan a participar en los comicios regionales si antes no se efectúa el referéndum del mandato de Chávez. "El problema del país es la permanencia o no del presidente y del modelo autoritario que quiere implantar. Lo demás es secundario", dijo el dirigente de ese grupo Julio Borges.
En ese clima, con una oposición muy variada frente a un oficialismo monolítico y sin un líder que encarne la contrafigura de Chávez, con varios frentes electorales simultáneos y el crecimiento de los ni-ni, la certidumbre de que se ufanaban opositores y encuestadores sobre la derrota de Chávez en cualquier escenario electoral, ha comenzado a desmoronarse.