TURQUIA: Demasiado grande para la Unión Europea

Turquía parece demasiado grande como para que algunos gobiernos de la Unión Europea (UE) se la traguen, y por eso, se dice, no figura entre los países que ingresarán al bloque en mayo.

Eso es así aun cuando el presidente de la Comisión Europea —brazo ejecutivo de la UE—, Romano Prodi, dijo en enero, en una visita a Ankara, que Turquía está "más cerca que nunca" de integrarse al bloque.

El propio Prodi sostuvo que Turquía, un país de mayoría musulmana gobernado por un partido islámico moderado, "no es Malta", en alusión a la isla de 384.000 habitantes que ingresará el 1 de mayo a la UE.

Turquía tiene una población de 70 millones de personas, y se prevé que pronto supere al país más populoso de la UE, Alemania, hoy con 82 millones.

Si la fuerza de trabajo turca pudiera trasladarse con libertad a través de las fronteras comunitarias, podría inundar a países pequeños como Dinamarca. Ankara ha sostenido que sus trabajadores podrían ser necesarios en la UE, cuya población está envejeciendo.

"Turquía dará sol, no lluvia" a la UE, dijo Prodi en Ankara. Pero aún no está dicha la última palabra.

Se trata de la primera visita realizada por un jefe ejecutivo del bloque desde el inicio en 1964 de las relaciones formales entre el país y la Comisión Económica Europea, precursor de la UE.

El acuerdo de asociación se formalizó en 1973. Turquía presentó, además, su candidatura al ingreso en 1987. Desde 1995 está vigente un tratado de unión aduanera.

Prodi dijo Turquía había alcanzado avances "impresionantes" y a una "destacable" velocidad hacia el cumplimiento de los "criterios de Copenhague", medidas políticas y sobre derechos humanos exigidas desde 1993 a los países aspirantes a ingresar a la UE.

Pero el funcionario europeo advirtió que, a pesar de las leyes aprobadas por el parlamento turco para cumplir con los criterios de Copenhague, hacía falta mayores esfuerzos en materia de derechos humanos y de reducción del poder de los militares.

El Consejo de Seguridad Nacional dominado por las fuerzas armadas se ha visto reducido al papel de órgano asesor, pero los oficiales militares que lo integran aún manifiestan con plena libertad sus opiniones políticas en materias tan alejadas de su rol como la educación.

Las diferencias respecto de los derechos humanos fueron notorias durante la visita de Prodi.

Un "tribunal de seguridad" ordenó el mantenimiento en prisión de cuatro legisladores de origen kurdo, entre ellos la conocida mundialmente Leyla Zana, mientras se procesa su apelación.

Ankara aceptó que se realizara un segundo juicio luego de que la Corte Europea de Derechos Humanos estableció que el primero no había sido justo.

Zana fue sentenciada a 15 años de prisión hace 10 años, por comprometerse en idioma kurdo, al prestar juramento al cargo de parlamentaria turca, a "luchar para que los pueblos de Turquía y Kurdistán vivan juntos en un marco democrático".

A instancias de la UE, el parlamento turco admitió educación y la emisión por medios electrónicos en otros idiomas además del turco, entre ellos el kurdo. Pero esa ley aún no se ha implementado.

Prodi reconoció que los mayores obstáculos a la integración de Turquía corresponden a la UE, no al país. No existe al respecto consenso en Europa, ni entre los gobiernos ni entre el público, admitió.

Oficialmente, Turquía sólo debe cumplir con los criterios de Copenhague. Pero lejos de unirse al club, Ankara ni siquiera tiene una fecha para comenzar a dialogar sobre el asunto.

Los turcos suelen preguntarse si la UE está buscando, en realidad, razones para excluirlos.

Las dudas empeoraron cuando al UE advirtió que el bloqueo de la situación política de Chipre era un asunto clave en el ingreso de Turquía en la UE.

Chipre está dividido entre zonas de hegemonía turcochipriota y grecochipriota desde 1974, cuando Turquía ocupó el tercio septentrional de la isla a raíz de un golpe inspirado por Atenas y dirigido a anexar el país a Grecia.

El reconocimiento internacional del sur grecochipriota quedará rubricado el 1 de mayo, cuando ingrese a la UE, junto con otros nueve países y en representación de la UE.

Pero Chipre no es el problema principal: la cuestión es el tamaño de Turquía. Más de 75 por ciento de los turcos entrevistados por firmas encuestadoras quieren ver a su país integrado a la UE.

Tras inaugurarse la semana pasada el centro de información de la UE en la plaza Taksim de Estambul la semana pasada, la principal consulta se refiere a las posibilidades de trabajo en el bloque europeo.

El presidente de la Convención Europea a cargo de redactar el Tratado Constitucional de la UE, el ex mandatario francés Valéry Giscard D'Estaing, se manifestó en noviembre contrario al ingreso de Turquía, y aseguró que la mayoría de los gobiernos del bloque comparten su opinión.

D'Estaing indicó que el país musulmán no pertenece, ni cultural ni geográficamente, a Europa, y que su ingreso abrirá paso a que otros países, como Marruecos, soliciten el ingreso al bloque.

Además, Turquía contaría con la segunda representación en importancia en el Parlamento Europeo, advirtió.

Por su parte, el primer ministro turco Tayyip Erdogan dijo que la integración de su país enriquecería a la UE, que se convertiría así en un bloque de alcance mundial más que un "club cristiano".

La inclusión de Turquía derribaría la teoría del choque de civilizaciones e instalaría un ejemplo de coexistencia pacífica entre cristianos y musulmanes en estos tiempos turbulentos, afirmó.

En cambio, la exclusión fortalecería al ala más radical del gobernante e islámico Partido Justicia y Desarrollo, según el periodista Mehmet Alí Birand, de los diarios Hurriyet y Turkish Daily News.

Los turcos se ven a sí mismos como parte de Europa. Además del acuerdo de unión aduanera firmado en 1995, el país integra la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde sus orígenes y se lo consideró en la guerra fría un bastión de Occidente contra el comunismo y contra la Unión Soviética.

Los equipos de Turquía participan en torneos europeos. La cantante turca Sertab Erener ganó el concurso Eurovisión el año pasado.

La cuestión llegará a su punto culminante en la cumbre europea de diciembre, cuando se decidirá, al parecer, si el estrecho del Bósforo continuará siendo la división natural entre Oriente y Occidente. (FIN/IPS/tra-eng/ht/ss/mj/ip/04)

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