ISRAEL: Likud se reacomoda por acusación contra Sharon

– Las filas del conservador partido israelí Likud parecen realinearse a la espera de que se aclare el destino judicial de su líder, el primer ministro Ariel Sharon, acusado de recibir sobornos.

Pero el gobernante asegura que permanecerá en el poder hasta 2007.

Las combativas declaraciones esta semana a favor del muro de separación entre Israel y Palestina realizadas por el canciller Sylvan Shalom, un funcionario usualmente discreto, parecen reflejar un intento de congraciarse con la derecha en tiempos de incertidumbre sobre el futuro de Sharon.

El novedoso discurso de Shalom está más a tono que el anterior con la estridencia habitual del gobierno del Likud.

Otro dirigente que parece tomar impulso para ocupar eventualmente el lugar de Sharon es su principal rival dentro del partido, el ex primer ministro Benjamin Netanyahu, hoy a cargo de la cartera de Finanzas.

Netanyahu intentó derrotar a Sharon desde la derecha del Likud antes de las elecciones del año pasado, con una plataforma aun menos inclinada al diálogo con los palestinos que el primer ministro.

La prensa israelí prevé que la fiscalía formulará en breve una acusación formal contra Sharon. La policía ya acusó al empresario David Appel de sobornar en 1998 al primer ministro —entonces al frente de la cancillería—, a su hijo, Gilad Sharon, y a su hoy viceprimer ministro Ehud Olmert.

La fiscal Edna Arbel cree que existen elementos de suficientes para acusar a Sharon por actos de corrupción, según informes periodísticos.

Y el ministro del Interior, Avraham Poraz, opinó que, de concretarse la acusación, el primer ministro deberá renunciar. Pero no antes. Sin embargo, las acusaciones contra Sharon son más serias que las endilgadas a sus antecesores.

Desde su investidura como ministro de Finanzas, Sharon debió luchar contra la recesión, conflictos sindicales y protestas sociales, y debió reducir su participación en los complejos asuntos diplomáticos. Además, la política de seguridad de Sharon contó con su constante apoyo.

Pese a las dificultades de su cartera, Netanyahu es todavía el candidato más considerado en caso de un posible cese de Sharon. Shalom debería congraciarse primero con la derecha —tal vez con declaraciones como la de esta semana—, pero aun así su camino sería cuesta arriba.

Nadie cree en la posibilidad de que Netanyahu imponga, en caso de regresar a la jefatura de gobierno, una política distinta a la de Sharon. Ambos aplican la táctica de apedrear tejados y jugar con el tiempo.

El principio central de la política exterior del Likud parece haber sido durante mucho tiempo mantener el status quo tanto como sea posible.

Mientras, Sharon y Olmert sacuden el Likud, al referirse a pasos unilaterales ”dolorosos” —que no detallaron— para eliminar compromisos con los palestinos, lo que todos interpretan como una retirada parcial y de hecho de los territorios ocupados desde 1967.

Ambos han insinuado que se inclinan por el desmantelamiento de algunos de los asentamientos judíos más aislados en Cisjordania y Gaza.

Sharon dijo hace poco que no tiene intenciones de dominar los centros poblados palestinos, y aseguró que ”nunca fue la intención” de Israel anexarse Cisjordania y Gaza. Al preguntársele por qué en el pasado promovió los asentamientos, dijo que estos son ”tiempos distintos”.

El primer ministro enfatizó, así como lo hizo Sharon luego, que el muro de separación alrededor de Cisjordania es una barrera de seguridad y que puede ser eliminada si la Autoridad Nacional Palestina comienza a actuar contra los terroristas.

Pero 59 por ciento de los entrevistados para una encuesta publicada por el diario Haaretz dijeron no creer en las insinuaciones de Sharon.

La alarmada ultraderecha israelí inició una campaña contra esa posibilidad: este mes, 100.000 personas participaron en una manifestación para oponerse a la eventual retirada de los territorios ocupados. Asistieron a la protesta varios dirigentes del Likud, pero no Netanyahu.

La impresión de los observadores es que Sharon pretende arrancar concesiones a los palestinos amenazándolos con restar cada vez más y más territorio a su futuro estado. Eso ocurriría si la retirada es unilateral y no negociada.

El estado palestino que Sharon avizora es bien conocido: una infinidad de cantones conectados por algunas carreteras, caminos y túneles que ofrecerían un remedo de contigüidad territorial. Luego, podría negociarse un acuerdo territorial definitivo.

El caos político podría ser beneficioso para el Likud. Mientras persista la incertidumbre, no se lanzarán grandes iniciativas de paz.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe