La invasión de Estados Unidos contra Iraq no fue una intervención de naturaleza humanitaria, según la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
La posición de esta institución con sede en Nueva York constituye el punto central de su informe anual, presentado este lunes en Londres y subtitulado Derechos humanos y conflictos armados.
El documento presenta 15 estudios analíticos referidos a las guerras en Afganistán, Chechenia y Africa, entre otros, pero también considera las medidas tomadas por Estados Unidos contra el terrorismo, el uso de niños como armas de guerra y el de bombas de racimo.
Además, afronta el problema del comercio de armas, la violencia sexual y la condición de la mujer.
Tras 25 años de trayectoria, HRW cambió el formato usual de sus informes anuales, que antes contenían estudios país por país. Ahora, esos análisis concretos constan en su sitio web.
Esta vez, el estudio se concentra en los conflictos armados y, específicamente, en Iraq.
Por primera vez, el informe se presentó en Londres, dos días antes de que se publique una investigación oficial sobre las circunstancias que rodearon el suicidio del experto británico en armas David Kelly.
Con la evidencia recogida por el juez de instrucción Lord Hutton, se prevé que el informe vaya más allá del suicidio de Kelly y considere la forma en que Gran Bretaña decidió acompañar a Estados Unidos en la invasión de Iraq.
El principal argumento ofrecido por Estados Unidos para justificar su invasión fue la supuesta existencia en Iraq de armas de destrucción masiva, recordó el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, al presentar el informe en el Instituto Real de Asuntos Internacionales.
El fundamento humanitario no era prioritario y apenas se mencionaba, sostuvo. Pero ese argumento es presentado con mayor énfasis ahora, porque los arsenales no se hallaron, agregó Roth.
El papel de HRW en una situación así debería ser observar la posición de ambas partes, afirmó Roth, para quien la función de la organización no es de tipo pacifista: a veces, como en las intervenciones en Ruanda o en Bosnia-Herzegovina, apoyó la solución militar.
La intervención (militar) humanitaria implica una fuerza armada que cruza fronteras para salvar vidas, explicó. Pero en Iraq no se siguió los criterios mínimos, añadió.
Una intervención militar en una causa humanitaria sólo se justificaría si hubiera inminente temor de matanza masiva, si la intervención militar fuera al última opción razonable y si la causa humanitaria fuera dominante, explicó.
Otros requisitos que se deberían cumplir para realizar una intervención de este tipo son haber hecho esfuerzos para cumplir con la ley internacional, que sea razonable creer que la intervención mejorará las cosas y que tal operación sea dispuesta por la Organización de las Naciones Unidas o, al menos, una gran coalición.
Pero no hubo nada parecido al genocidio contra los kurdos en 1988. Esta intervención no debería argumentarse sobre atrocidades que fueron ignoradas en el pasado, según Roth.
Pero el informe de HRW también afrontó otros asuntos que no recibieron tanta atención en la prensa.
Los gobiernos de Europa ignoran la guerra en Chechenia, justificada por las autoridades rusas como su contribución a la guerra mundial contra el terrorismo, indica el informe.
El documento también resalta los esfuerzos de los líderes de Africa, en especial los de la flamante Unión Africana, por tener un rol más activo en la reducción de los conflictos armados —muchos de ellos guerras olvidadas— y de las violaciones de derechos humanos.
En un pasaje del informe, HRW advierte que las fuerzas que derrotaron al movimiento islámico Talibán en 2001 están perdiendo la paz en Afganistán, porque han cedido control fuera de Kabul, la capital, a brutales señores de la guerra.
En la antigua Yugoslavia, la continua inseguridad, fallas en el sistema de justicia y discriminación laboral sirven como barreras para el retorno de refugiados y desplazados. Como consecuencia, la limpieza étnica continúa, sustancialmente.
En Estados Unidos, el gobierno de George W. Bush trata de resguardar una amplia gama de acciones ejecutivas relativas a la seguridad nacional de revisiones judiciales esenciales para la protección de los derechos humanos, indicó HRW.
Como consecuencia, Estados Unidos aplica las reglas de la guerra a sus operaciones antiterroristas para negarle sus derechos a los sospechosos.
Otros análisis del informe de HRW echan una mirada sobre el modo en que se desarrollan las guerras, en especial por el uso de bombas de racimo o el reclutamiento de niños.
Para HRW, muchos de los logros del movimiento mundial de derechos humanos están en peligro por una incesante y sin fronteras guerra contra el terror.
El informe considera que el movimiento debe demostrar que el respaldo al terrorismo alimenta la represión, la injusticia, la inequidad y la falta de oportunidades.