Un Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sin fisuras se propone vencer al gobernante y centroderechista Partido Popular (PP) en las elecciones generales de España, convocadas para el 14 de marzo.
El jefe del gobierno y todavía líder del PP, José María Aznar, presidió este lunes el Consejo de Ministros que dispuso la disolución del Parlamento y la convocatoria a elecciones, medidas que según la Constitución refrendó el rey Juan Carlos.
También el 14 de marzo se celebrarán las elecciones en la Comunidad Autónoma de Andalucía, conducida desde 1982 por el PSOE, cuyo actual jefe de gobierno, Manuel Chaves, es asimismo presidente del partido en el plano nacional.
Chaves disolvió anticipadamente el Parlamento andaluz para hacer coincidir las elecciones autonómicas con las nacionales, pues los socialistas siempre han obtenido en aquéllas más votos que en éstas.
Así, con el arrastre de votos de los candidatos andaluces, el PSOE espera aumentar en esa comunidad autónoma, la más poblada de España, el caudal de sufragios para las elecciones nacionales.
Según la legislación electoral, que adjudica diputados por provincias, es posible que un partido logre mayoría de votos pero obtenga menos parlamentarios que el segundo grupo más votado.
Así, aun suponiendo que el PSOE lograse remontar la diferencia que hoy otorgan las encuestas al PP, no garantizaría una mayoría de diputados de acuerdo a la actual distribución de escaños por provincias.
En consecuencia, tendría que pactar en el Parlamento con otras fuerzas para sumar los votos necesarios a la designación del jefe del gobierno.
El último sondeo (realizado el 10 de este mes por la consultora Noxa Consulting para el diario La Vanguardia de Barcelona) otorga al PP una ventaja de seis por ciento en votos y de 37 escaños.
Aunque se cumpliera ese pronóstico, a los populares les faltarían dos diputados para obtener la mayoría absoluta de 176 escaños sobre un total de 350.
Ante ese panorama, los socialistas podrían vencer al PP pactando con otras fuerzas menores. Pero su líder y candidato, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el domingo que solamente buscaría esa coalición si su partido fuese el más votado.
Los socialistas recuerdan que en los comicios municipales celebrados en mayo lograron 160.000 sufragios más que el PP, lo que alienta sus esperanzas de remontar la caída en la intención de votos registrada por las últimas encuestas.
Uno de los principales problemas que afectaron al PSOE en los últimos meses fueron sus disidencias internas y la debilidad del liderazgo de Rodríguez Zapatero, quien se contradijo en muchas ocasiones, dentro y fuera de su partido.
Pero el domingo la situación dio un vuelco, al unirse todos los sectores socialistas en apoyo de su candidatura. En la Conferencia Política en la que se aprobó el programa y las listas de candidatos, no faltó ninguna de las figuras relevantes del PSOE.
En el acto realizado en Madrid asistieron Chaves, el ex líder y ex presidente del gobierno Felipe González (1982-1996), el que fuera su segundo, Alfonso Guerra, y los presidentes de varias comunidades autónomas, como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de Extremadura, y José Bono, de Castilla-La Mancha.
La presencia y apoyo de este último fue muy destacada, por tratarse de quien disputó con Zapatero, dos años atrás, la secretaría general del PSOE.
Respaldado en esa solidaridad, Zapatero hizo público el objetivo de la campaña, anunciando que sólo intentará formar gobierno si su partido logra más votos que el PP.
En ese caso, señaló, negociaría la composición del Poder Ejecutivo con otras fuerzas a las que se abstuvo de mencionar, aunque se presume que hablaba de Izquierda Unida (IU), de los Verdes y de algún partido nacionalista.
Un antecedente es el gobierno establecido en diciembre en Cataluña, donde el PSOE fue el partido más votado, pero resultó segundo en cantidad de diputados. Tras aliarse con fuerzas nacionalistas de izquierda, logró encabezar el gobierno.
Este lunes, anticipando el tono del debate electoral, Zapatero criticó con dureza al PP, subrayando el apoyo que Aznar prestó y presta al gobierno de Estados Unidos en la invasión y ocupación de Iraq, la falta de diálogo con la oposición y el ”aislamiento” de España del resto de Europa, precisamente por su posición en el conflicto iraquí.
A esas críticas sumó ”la precariedad del empleo, la pérdida de poder adquisitivo de un amplio espectro de familias, el precio disparatado de la vivienda, el descontrol de la inmigración, el deterioro de la educación, la inseguridad ciudadana y, de manera muy especial, el incremento intolerable de la violencia de género”.
Sus palabras tuvieron inmediata respuesta de Gabriel Elorriaga, coordinador de la campaña electoral del PP y secretario de Estado de Organización Territorial, para quien el anuncio del líder socialista de que intentará formar gobierno sólo si obtiene mayoría de votos se contradice con la práctica del PSOE.
Las palabras de Zapatero ”chocan directamente con la práctica política que este partido ha desarrollado a lo largo de los dos últimos años”, dijo Elorriaga, citando como ejemplos lo ocurrido en las comunidades autónomas de Madrid, Cantabria y Cataluña, en las que se coaligó con otras fuerzas para formar gobierno, aunque no había logrado ser el más votado.
Lo señalado por Zapatero ”no tiene la mínima credibilidad de cara a los ciudadanos porque en política es importante valorar los hechos más que las palabras, y los hechos nos demuestran que el PSOE ha hecho todo lo contrario de lo que ahora dice su secretario general”, añadió.
Las críticas a Zapatero llegaron también desde IU, coalición basada en el Partido Comunista que, como tercera fuerza electoral, podría ser clave para formar un gobierno junto al PSOE.
La promesa de Zapatero de no gobernar si no logra mayoría de votos, aunque pueda hacerlo sumando sus diputados a los de la coalición izquierdista y nacionalistas, es una negativa anticipada a negociar, opinó el secretario general de IU, Gaspar Llamazares.
Desde el País Vasco el coordinador general de IU, Javier Madrazo, señaló que el PSOE ”es incapaz de desbancar por sí solo al PP”, por lo que deberá contar con ”el apoyo de otras fuerzas progresistas”.
Mientras, Aznar, quien no será candidato pese a contar con apoyo de su partido, aseguró este lunes que se marcha con la conciencia tranquila, pues deja a España en mejor situación que en 1996, cuando fue designado presidente del gobierno por primera vez.
El PP afrontará estas elecciones aislado y enfrentado a las demás fuerzas políticas, algunas de ellas -como los partidos nacionalistas moderados de Cataluña y del País Vasco- lo apoyaron para llegar a su primer gobierno (1996-2000).
A su favor tiene una economía creciendo casi tres por ciento anual, por encima de la media europea, una reducción del desempleo y grandes éxitos policiales y políticos contra el grupo terrorista ETA, sin violar la ley. Otro elemento a su favor son sus 655.632 afiliados, casi el doble de los del PSOE.