Grupos de residentes mexicanos en Estados Unidos consideran poco probable que se concrete una propuesta de reforma migratoria del gobierno de George W. Bush, que contempla permisos laborales temporarios, pero lejos de lamentarlo, lo celebran.
La propuesta tal cual está camina al fracaso, pero es lo mejor, pues no soluciona el problema migratorio, dijo a IPS el mexicano Lucas Benítez, líder de la Coalición de Trabajadores de Immokalee en el sudoriental estado estadounidense de Florida y ganador en 2003 del premio Robert F. Kennedy de derechos humanos.
Para Carmelo Macedo, portavoz de la mexicana Casa Puebla en Nueva York, el programa presentado por Bush debería modificarse para atender los problemas reales y no sólo buscar votantes para una campaña electoral.
Sólo si el plan cambia lo apoyaremos, pero no creo que llegue a aprobarse, señaló Macedo a IPS.
La iniciativa, que aún no ha sido redactada como proyecto de ley, es en esencia un plan de trabajo temporal para los alrededor de 10 millones de inmigrantes, la mayoría de ellos mexicanos, que hoy trabajan sin documentos en Estados Unidos, y para los que a futuro aspiren a hacerlo.
En México, el gobierno de Vicente Fox, los legisladores y los observadores recibieron con escepticismo la propuesta divulgada el miércoles por Bush. Las reacciones oscilaron entre la decepción y los señalamientos de que apenas representa un primer paso en un camino que se presenta cuesta arriba.
El texto de Bush, que no contempla la entrega de permisos de residencia definitivos a los inmigrantes tal como lo pedía México, deberá transformarse en un proyecto formal para ser sometido al estudio de las dos cámaras en el Congreso legislativo de ese país, donde muchos de sus integrantes anunciaron ya su oposición frontal.
No va a pasar (la propuesta) en el Congreso y Bush lo sabe. El interés del presidente no es que se apruebe sino sumar armas a su campaña electoral, opinó Benítez, quien a 11 años de haber llegado a Estados Unidos como indocumentado es hoy un reputado líder de trabajadores agrícolas inmigrantes.
A fines de año se realizarán elecciones presidenciales en Estados Unidos y Bush se postulará para intentar su reelección por otros cuatro años.
La población de origen latinoamericano en Estados Unidos aumentó 75,9 por ciento entre 1990 y 2000 hasta completar más de 35,5 millones de personas. En la actualidad se estima que en ese país viven 25 millones de inmigrantes de origen mexicano, grupo que tiene cada vez más influencia electoral y económica.
El incremento exponencial en la población de habla castellana se dio a pesar de los férreos controles que impuso Estados Unidos en sus fronteras desde inicios de los años 90, lo que provocó la muerte de más de 1.500 mexicanos en los últimos tres años en su intento por ingresar a trabajar a ese país.
Un estudio de la Universidad de California afirma que los indocumentados mexicanos aportan 154.000 millones de dólares anuales al producto interno bruto de Estados Unidos, por lo cual constituyen un potente motor de la economía de ese país.
México no está del todo satisfecho con la propuesta migratoria de Washington e insistirá en un programa integral, dijo el canciller de este país, Luis Derbez.
El gobierno de Fox declaró al comenzar su gestión en diciembre de 2000 que uno de los temas prioritarios sería la búsqueda de un acuerdo migratorio con Washington. Hasta mediados de 2001 pareció avanzar en el objetivo de alcanzarlo, pero los atentados del 11 de septiembre de ese año en Nueva York y en Washington relegaron la cuestión para una mejor oportunidad.
En noviembre, México y Estados Unidos retomaron el diálogo, pero en esa ocasión portavoces de Washington advirtieron que lograr un acuerdo global en materia migratoria, con amnistía incluida, era una quimera.
Ante la sorpresa de sus propios correligionarios políticos y la de México, el presidente Bush lanza ahora un plan que es claramente unilateral, aunque quiera decir lo contrario el gobierno de Fox, dijo Laura del Alizal, investigadora de la universidad Autónoma Metropolitana.
Bush y Fox hablarán del asunto migratorio el lunes próximo, cuando mantengan un encuentro en el marco de la Cumbre Extraordinaria de las Américas que se realizará ese día y el siguiente en la nororiental ciudad mexicana de Monterrey.
Los presidentes de México y Estados Unidos intentarán sacarle el máximo provecho electoral a la propuesta migratoria aunque sea un plan sin futuro, comentó Benítez en entrevista telefónica con IPS desde Florida, estado donde según la fundación Robert F. Kennedy el campesino contribuyó a sacar de la esclavitud a miles de trabajadores sin papeles que trabajan en la agricultura.
Debo decir que esta nueva propuesta migratoria es irreal y refrenda la idea de que al gobierno de Estados Unidos le interesa mantener a los inmigrantes como mano de obra barata y segura, nada más, apuntó.
Bush dijo en la víspera que la leyes de su país deben modificarse para permitir que los inmigrantes asuman los trabajos que los estadounidenses no desean hacer.
Según las ideas presentadas por el presidente estadounidense, los trabajadores inmigrantes recibirán un permiso de trabajo de tres años de carácter renovable. Sólo luego de seis años podrán buscar obtener la residencia permanente aunque sin garantía de conseguirla y desde fuera de Estados Unidos.
Lorenzo Meyer, historiador e investigador del Colegio de México, señaló que el gobierno de Estados Unidos ofreció con su plan trabajo de esclavos a los mexicanos y previó que, en caso de aprobarse, será un fracaso completo.
Los inmigrantes indocumentados difícilmente buscarán acogerse al programa, pues eso implicaría la inscripción en un padrón, hecho que de ninguna manera le asegurará su residencia y que por el contrario los dejará expuestos a una posible expulsión, manifestó Meyer.
Si fuera aprobado el plan de Bush representaría la revisión más importante a las leyes migratorias estadounidenses de los últimos 20 años.
El programa establece que quienes estén trabajando sin papeles en Estados Unidos podrían aspirar a la visa inmediatamente, presentando sus solicitudes, pero siempre que tengan el respaldo de sus empleadores y paguen un derecho.
Mientras esté vigente la visa de trabajador temporal, los inmigrantes que ya están en Estados Unidos o los que lleguen bajo esa modalidad podrá viajar hacia su país y regresar a sus labores sin preocuparse por encontrar una barrera en la frontera.
La propuesta (de Washington) está llena de incógnitas y vacíos, pero por lo que hasta ahora sabemos no parece tener futuro, dijo Macedo.