El Aula Magna de la Ciudad Universitaria de Caracas, la joya de la arquitectura venezolana, celebra su 50 aniversario ratificada como una de las mejores salas de concierto del mundo, tanto por la síntesis de las artes que representa como por su estructura y técnica.
Obra racionalista del arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, el Aula Magna es una de las cinco salas de concierto con mejor acústica del mundo, debido al dispositivo diseñado por el artista plástico estadounidense Alexander Calder, con grandes placas suspendidas del techo que parecen platos voladores.
Ese recinto, inaugurado formalmente el 2 de diciembre de 1953 con un mero acto protocolar, es la obra más acabada de la Ciudad Universitaria, diseñada por Villanueva y que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró en 2000 Patrimonio de la Humanidad.
Con capacidad para 2.684 personas, el Aula Magna tiene un área construida de 10.815 metros cuadrados. La sala cuenta con un escenario de 37 metros de ancho, un sistema para traducción simultánea en cinco idiomas, y ambientes especiales para efectuar transmisiones de radio y televisión.
Lugar predilecto para conciertos y graduaciones de universitarios, en el Aula Magna se han presentado desde el compositor Igor Stravinsky hasta el violonchelista Mstislav Rostropovich, ambos rusos.
También sirvió de escenario al poeta chileno Pablo Neruda para declamar su Canto a Bolívar y a un joven cubano llamado Fidel Castro para defender la revolución que acababa de triunfar en enero de 1959.
Sin duda este recinto es el máximo exponente de la síntesis de las artes. No solamente conjuga la arquitectura y las artes visuales, sino que es un lugar maravilloso donde se han presentado los mejores espectáculos de teatro, ballet y música, dijo a IPS la directora de cultura de la Universidad Central de Venezuela, Josefina Punceles.
No hay nada parecido como sala de conciertos, y creo que en toda América Latina no hay una obra arquitectónica que la supere opinó Marco Negrón, , ex decano de la Facultad de Arquitectura de la misma Universidad, sobre el Aula Magna y la plaza techada que la precede.
En el mundo, se me ocurre que sólo es comparable la sala de la Filarmónica de Berlín, pues una obra como la Opera de Sydney es de otra categoría. Hay que recordar que el Aula Magna es una sala de conciertos, no tiene tramoya, no es una ópera ni un teatro, explicó.
La obra fue edificada durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958), y Negrón evocó que el primer acto realizado en el Aula Magna fue la asamblea de la Unión Panamericana en marzo de 1954, cuando gran parte de América Latina estaba bajo dictaduras militares.
Siempre turba la idea de que la verdadera inauguración sirvió para instalar aquella asamblea que dio su visto bueno para abortar la incipiente democracia guatemalteca, que presidía Jacobo Arbenz, apuntó.
Sin embargo, el ex decano subrayó que el Aula Magna se caracteriza por la multidimensionalidad de su aspiración universalista, un rasgo central de la modernidad democrática.
Tal vez por ello, cuando en sus espacios se sanciona una acción fascista como la invasión de Guatemala, hay que disfrazarla de acto en defensa de la democracia, comentó.
En todo caso, se trata de espacios que potencian por igual la capacidad de apreciar el sentimiento trágico de la música de (el compositor austriaco) Gustav Mahler y la alegría desbordada de la salsa o el jazz tradicional, concluyó Negrón.
A fines de los años 80 se llevó a cabo la primera restauración de la sala, especialmente para reponer la alfombra, diseñada para absorber sonidos.
La alfombra original fue tejida en Londres con lana de oveja importada de Australia, y Villanueva dejó una buena provisión para retoques futuros, pero ya se había agotado, relató Ocarina Castillo, entonces directora de cultura de la Universidad Central.
Contactamos con una empresa de Boston que dio con la fórmula más apropiada de densidad y color, y mandamos a hacer la alfombra con recursos donados por (la empresa estatal) Petróleos de Venezuela, narró.
El jefe de la división para América Latina y el Caribe del centro de Patrimonio Mundial de la Unesco, Ron Van Oers, visitó este diciembre la Ciudad Universitaria de Caracas y ratificó sus buenas condiciones de conservación.
Sin duda, el trabajo que se ha realizado para preservar los espacios es admirable. La impresión que he tenido es que además de ser una obra impresionante, se está haciendo un gran esfuerzo por mantenerla en las mejores condiciones, enfatizó. (