Los europeos occidentales dudan de los beneficios prometidos por las autoridades de la Unión Europea (UE) a raíz de la ampliación del bloque regional de 15 a 25 miembros el año próximo, en especial en materia de empleo.
En particular, los europeos occidentales se sienten amenazados porque hasta cinco millones más de trabajadores de Europa central y oriental buscarán una vida mejor en Europa occidental a partir de 2004, cuando Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y República Checa se incorporen a la UE.
Ampliada a veinticinco países, la Unión Europea será el mayor bloque comercial del mundo y constituirá un mercado único de 500 millones de ciudadanos, promete la Comisión Europea en el sitio web del bloque.
En los nuevos Estados miembros, las perspectivas de crecimiento económico aumentarán y se garantizarán las libertades básicas y los derechos fundamentales. Los Estados miembros actuales se beneficiarán de esta nueva prosperidad, pero la principal ventaja para todos es la expansión general… de la paz y la seguridad a largo plazo, agrega.
La fecha establecida para la próxima ampliación histórica es el 1 de mayo de 2004, a tiempo para que los nuevos Estados miembros participen en las elecciones de junio al Parlamento Europeo.
El índice promedio de desempleo en los actuales 15 países miembros de la UE se sitúa en 8,8 por ciento, frente a 10,41 de los nuevos integrantes. Entre éstos, el desempleo más alto se registra en Polonia, con 20,2 por ciento, y el más bajo en Chipre, con 5,15 por ciento.
La Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) y la Organización Internacional para la Migración estiman que entre tres y cinco millones de personas de los 10 nuevos países miembros se trasladarán a los actuales 15 países miembros.
Las principales fuentes de migrantes entre los nuevos miembros serán Polonia, Eslovaquia, Lituania y Letonia. Se estima que mano de obra barata de esos países estará en oferta a partir de 2004.
Los gobiernos e instituciones de Bruselas parecen convencidos de que la economía y los servicios sociales mejorarán, pero los ciudadanos de Europa occidental son pesimistas.
El pesimismo se relaciona, por un lado, con el temor a la sobreexpansión, y por otro, con medidas ya tomadas. Según una encuesta de Eurobarómetro, la entidad de la UE encargada de estudios de opinión pública, 89 por ciento de los europeos creen que la adopción del euro como moneda del bloque provocó inflación.
En cuanto a la ampliación, el porcentaje de apoyo se mantiene estable en 47 por ciento, revelan los resultados preliminares de una encuesta realizada por Eurobarómetro en los 15 países miembros en octubre y noviembre de 2003.
La nueva presidencia del Consejo Europeo, que ocupará por seis meses a partir de enero el canciller irlandés Bryan Cowen, prometió mejorar la calidad de vida de los europeos, impulsando el crecimiento económico, el empleo, la prosperidad y la seguridad.
Según Cowen, las prioridades serán el crecimiento y la reforma estructural, la inversión en capital humano, la innovación para alcanzar la meta de destinar tres por ciento del producto interno bruto a la investigación y desarrollo para 2010, y la promoción de la competitividad, concentrada en el sector de los servicios.
El primer ministro de Dinamarca, Poul Nyrup Rasmussen, publicó una estrategia integral para crear cinco millones de empleos, impulsar el crecimiento económico y proteger el ambiente.
El documento propone más de 30 nuevas políticas que abarcan, entre otros elementos, la tributación y la administración pública. También destaca la necesidad de aumentar la inversión en investigación y educación superior, y de reducir la pobreza a la mitad.
El plan de Rasmussen se basa en la Estrategia de Lisboa para renovar a la UE en el plano económico, social y ambiental, acordada en marzo de 2000 en la capital de Portugal.
Los líderes de la UE deben dar nuevo ímpetu a las ambiciones acordadas en Lisboa porque es la forma más integral de enfrentar los desafíos económicos, demográficos, laborales y ambientales para al canzar el desarrollo sostenible, exhortó Rasmussen.
La fórmula mágica alternativa para promover el crecimiento y la creación de empleo en el primer trimestre de 2004 es la Acción Europea para el Crecimiento, un programa adoptado este mes en la cumbre de Bruselas. El programa abarca 29 proyectos por un costo de 77.200 millones de dólares en los próximos tres años.
Los proyectos incluirán la construcción de vías y túneles ferroviarios para trenes de alta velocidad, redes de telecomunicaciones y energía, y también investigación, innovación y desarrollo.