Los serbios participarán este domingo de unas elecciones legislativas en las que optarán entre continuar con el proceso de reformas democráticas iniciado en 2000 o regresar a la tendencia nacionalista de los oscuros 90.
Es que los favoritos para los comicios parlamentarios de este domingo son el ultranacionalista Partido Serbio Radical (SRS), liderado por Vojislav Seselj, encarcelado en La Haya y acusado de crímenes de guerra, y el Partido Democrático, del asesinado primer ministro Zoran Djindijc, impulsor de grandes cambios en los últimos años.
Se espera que 6,5 millones de serbios acudan a las urnas para elegir de entre 99 partidos los 250 miembros del parlamento, en los segundos comicios legislativos desde la caída del régimen de Slobodan Milosevic en octubre de 2000.
Las elecciones fueron convocadas por adelantado luego de que la gobernante coalición Oposición Democrática de Serbia (DOS) se dividiera un mes atrás.
La disolución de la alianza se produjo, a su vez, después del tercer fracaso consecutivo en noviembre de las elecciones presidenciales, que no lograron el mínimo de participación ciudadana requerida por ley.
Las nuevas elecciones presidenciales están previstas para el año próximo.
De la DOS se separó el Partido Socialista de Serbia (SPS), de Milosevic. El SPS es el heredero del Partido Comunista, que gobernó Yugoslavia desde 1945.
La escena política es muy distinta a la de octubre de 2000. Luego de la caída de Milosevic, este país de 10,5 millones de habitantes entró en un período de transformación en una nación democrática y capitalista.
La situación cambió aun más tras el asesinato en marzo del carismático primer ministro Zoran Djindic. El magnicidio habría sido obra de una banda del crimen organizado que había prosperado durante el gobierno de Milosevic.
Milosevic y Seselj, su antiguo aliado político, encabezan las listas respectivamente del Partido Socialista de Serbia (SPS) y el Partido Radical Serbio (SRS).
Esto implica que ambos podrían ser elegidos para el parlamento, pese a que están acusados de crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en los años 90, durante las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia. Milosevic también está acusado de genocidio.
El hecho de que puedan postularse se debe a la presunción de inocencia, explicó Radoslav Vacovic, presidente de la Comisión Electoral de Serbia. Pero si son elegidos, perderán automáticamente el cargo una vez que sean sentenciados, aclaró.
El DOS se dividió en pequeños grupos en los meses siguientes al asesinato.
Ahora, cada vez más votantes se muestran proclives a apoyar a los partidos nacionalistas y conservadores.
Las encuestas de opinión realizadas por las tres principales consultoras coinciden en dar como ganador al ultranacionalista SRS, que obtendría 25 por ciento de los votos. Este partido era socio del gobierno de Milosevic en los años 90.
Tanto Seselj como Milosevic figuran al tope de las listas de votación de sus respectivos partidos, pese a que son juzgados como criminales de guerra por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, instalado en La Haya.
La ley serbia prohíbe la inscripción en las listas electorales a personas que hayan sido condenadas por un tribunal, pero no a las que sólo hayan sido inculpadas.
Las encuestas proyectan que en segundo lugar se ubicaría el Partido Democrático de Serbia, con 18 por ciento de los votos, liderado por Boris Tadic tras la muerte de Djindjic.
El resto de los votos se lo repartirían el SPS, de Milosevic, y el Movimiento para la Renovación Serbia.
Analistas coinciden en que las elecciones parlamentarias no resolverán la crisis política, pues ningún partido podrá crear un gobierno por sí solo. Además, ninguno estará dispuesto a formar una coalición con el SRS, de Seselj.
De las elecciones saldrá un gobierno inestable y sin futuro, lo que de seguro derivará en otros comicios. Esto sólo hará que las cosas empeoren, porque el proceso de reformas ya fue detenido, dijo a IPS el analista político Ivan Torov.
La mayoría de los serbios aprueban lo que se ha hecho desde la caída de Milosevic, como el reingreso del país a la comunidad internacional, las privatizaciones, los programas sociales y la mejora del nivel de vida.
Pero las personas esperan más, y nadie puede decirles que se conformen, sostuvo el analista Danilo Sukovic.
Serbia fue devastada económicamente bajo el gobierno de Milosevic. El golpe final fueron las 11 semanas de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en 1999, con el objetivo de poner fin a los ataques serbios contra los albaneses de Kosovo.
Más de 2.000 millones de dólares llegaron a Serbia en donaciones tras la caída de Milosevic. La infraestructura y las industrias están renaciendo después de más de una década de negligencia.
La privatización de las aún saludables compañías públicas trajeron otros 1.300 millones de dólares a las arcas del Estado. El sistema social mejoró y se le aseguró atención a unos 600.000 refugiados procedentes de Bosnia, Croacia y Kosovo.
Pero el pueblo quiere más y más, y este gobierno será castigado por lo que hizo y por lo que no hizo. Así es como las cosas funcionan en este país, que atravesó una década turbulenta y llena de confusión, que caló hondo en cada uno de nosotros, dijo Torov.