La fragmentada disidencia interna de Cuba intenta recuperarse de los golpes recibidos este año con nuevas propuestas en ristre, a la par que mantiene como bandera la demanda de libertad para los 75 activistas encarcelados en abril.
Estamos vivos y caminando, señaló a IPS Vladimiro Roca, portavoz de Todos Unidos, la organización surgida en 1999 y que se define como una convergencia de agrupaciones opositoras en la promoción de proyectos que buscan democratización y cambios en el país.
Roca, quien pudo abandonar la cárcel en mayo de 2002 tras pasar cinco años por sus actividades antigubernamentales, figura entre los opositores más conocidos que permanecen en libertad luego de los masivos arrestos de marzo.
En abril en Cuba se enjuició y condenó a penas de hasta 28 años de cárcel a 75 disidentes, bajo cargos de conspirar con una potencia extranjera (Estados Unidos) para subvertir el orden interno.
El impacto fue grande y logró paralizar por un tiempo a la oposición al gobierno encabezado por el presidente Fidel Castro, pero ya nos estamos recuperando, comentó Roca, para quien el riesgo de ser detenido nuevamente no ha pasado.
Para Elizardo Sánchez, un connotado activista a favor de los derechos humanos, el gobierno reservó la carta del descrédito, mediante la publicación de un libro que lo señaló como colaborador de los servicios de inteligencia del país.
Los arrestos, sumados al fusilamiento de tres hombres por secuestrar una embarcación con pasajeros, pusieron en crisis las relaciones de Cuba con la Unión Europea (UE).
Al finalizar este año, la decisión de que las representaciones en esta isla de los países miembros del bloque inviten a disidentes a la celebración de sus fiestas nacionales sigue siendo el principal obstáculo para la normalización de los vínculos entre ambas partes.
Como prueba de sobrevivencia, Roca mencionó el reciente llamamiento de Oswaldo Payá, del opositor Movimiento Cristiano Liberación, que denominó Diálogo Nacional para que los cubanos diseñen su propio proyecto de transición.
A su juicio, otra muestra de reactivación es la presentación en octubre ante el parlamento de nuevas firmas de adhesión al llamado Proyecto Varela, que demanda un referéndum sobre cambios en el sistema socialista de Cuba.
Esa propuesta, que tomó su nombre del sacerdote católico, filósofo, político y periodista Félix Varela y Morales, uno de los pensadores más relevantes del independentismo cubano del siglo XIX, intenta ampararse en un artículo de la Constitución según el cual los ciudadanos pueden proponer una ley siempre que sea respaldada por al menos 10.000 personas con derecho a voto.
Las firmas presentadas hasta ahora suman más de 25.000 y Payá, su principal promotor, aseguró estar dispuesto a continuar recolectando adhesiones, pese a que un cambio constitucional aprobado el año pasado declaró irreversible el socialismo en Cuba.
Payá entiende que, mediante el Proyecto Varela, la sociedad cubana puede alcanzar los derechos fundamentales, en tanto el Diálogo Nacional permitirá a los propios cubanosdecidir como será su futuro.
La nueva propuesta, lanzada a mediados de diciembre, incluye un voluminoso documento de trabajo definido como instrumento para realizar el diálogo, el cual debería desembocar en un programa transitorio, a ser aprobado finalmente en un referéndum.
El legajo de más de 70 páginas se presenta como esquema de programa para que se comprenda que el Diálogo Nacional no es un simple ejercicio, sino el proceso para llegar a un resultado aplicable, explicó su promotor.
En el texto queda claro que su sueño apunta a un país con una nueva Constitución, un gobierno totalmente distinto al actual y con economía de mercado, aunque sin abandonar la gratuidad de la educación y los servicios de salud.
La iniciativa, considerada por analistas como la más ambiciosa que haya presentado la oposición interna en los últimos años, tomó al parecer por sorpresa a los demás sectores disidentes.
No he recibido el texto y no hago comentarios sobre lo que desconozco, alegó ante IPS Roca, quien aseguró que Todos Unidos trabaja en la incorporación de sugerencias a su propuesta de medidas para salir de la crisis desatada en diciembre de 2002.
Tampoco habían recibido el documento ni invitación formal para participar del diálogo los sectores de corte socialdemócrata aglutinados en la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada y Arco Progresista.
Manuel Cuesta Morúa, portavoz de Arco Progresista, consideró demasiado ambicioso proponerse una nueva Constitución. Se debe comenzar más bien por pequeños pasos que vayan creando un clima de confianza, sostuvo en diálogo con IPS.
En su opinión, ambas iniciativas de Payá carecen de realismo político. No digo que no hagan falta cambios constitucionales, sólo que éste no es el momento de exigirlos, comentó.
La Mesa de Reflexión y el Arco Progresista presentaron este año una Carta de Derechos y Deberes Fundamentales de los Cubanos, que dicen haber sometido a consulta entre más de 30.000 ciudadanos.
Continuaremos enfrascados en nuestro trabajo de ir creando los cimientos de una cultura de derechos humanos mediante el diálogo ciudadano sobre el tema, sostuvo el activista.
Cuesta Morúa agregó que la participación y retroalimentación ciudadanas alejan interpretaciones erróneas. Tratamos de hacer nuestra labor fundamentalmente entre cubanos, sin dejar espacio a nada que pueda ser considerado como intromisión externa, puntualizó.
Mientras, Eloy Gutiérrez Menoyo, un ex preso político que regresó este año del exilio e intenta quedarse a vivir en la isla, comentó que la disidencia interna debe ante todo tener una posición muy clara y definida de independencia.
El año ha sido indicativo para la oposición de que por los caminos que transitaba no será posible construir nada, apuntó Gutiérrez Menoyo, quien preside Cambio Cubano, una organización que creó en 1993 en Estados Unidos y propugna el diálogo con el gobierno cubano.
Pasados cuatro meses de haberse negado a abordar el avión que lo llevaría de vuelta a Estados Unidos, donde residía con su esposa e hijos, este político cubano, aunque nacido en España, aún espera una reacción de las autoridades a su decisión.
Gutiérrez Menoyo, que marchó al exilio debido a desacuerdos con la línea asumida tras el triunfo de la revolución encabezada por Castro en enero de 1959, regresó en 1964 para combatir contra el gobierno, intento que le costó 22 años de cárcel.