Casi un año gobernando Brasil costó al Partido de los Trabajadores (PT) la traumática expulsión de cuatro parlamentarios que se rebelaron contra las razones pragmáticas del poder, en un proceso que mina la imagen del grupo político más respetado del país.
El PT expulsó este domingo a la senadora Heloisa Helena y a los diputados Joao Batista Araujo, Joao Fontes y Luciana Genro por rebelarse contra la orientación partidaria y votar contra la reforma del sistema de previsión social, principal medida del gobierno para reducir el déficit público a largo plazo.
La decisión del directorio nacional reunido en Brasilia el fin de semana tuvo amplia mayoría, 55 votos contra 27, pero señala una fuerte división y una ruptura con el pasado que permitió al PT crecer reconocido como el partido "más auténtico", diferenciado del resto del espectro político por orientarse con base en principios e ideas de izquierda, aunque no unánimes.
"El PT amputó su brazo izquierdo", sacrificando la democracia interna, definió el filósofo Leandro Konder, uno de los intelectuales que decidieron abandonar el partido a causa de las expulsiones, creando un grupo para discutir nuevos rumbos para la izquierda.
Los expulsados representan corrientes que se rebelaron contra la política económica adoptada por el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y las reformas que, según ellos, "traicionan los principios del PT".
La senadora Helena obtuvo masivas manifestaciones de apoyo desde que el partido decidió juzgarla por indisciplina.
Es el partido que cambió, promoviendo reformas y adoptando políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) que antes rechazaba, argumentaron los disidentes, que se dicen fieles a las posiciones que representan la identidad del PT desde su fundación en 1980.
"Quien me expulsa no es el PT socialista y democrático que ayudé a construir", sino el que concilia con el FMI y los poderosos, afirmó la senadora en su defensa, recordando que defiende hoy las mismas políticas que defendió por orientación partidaria cuando era la jefa de su bancada en el Senado, opuesta al gobierno anterior.
Importantes dirigentes del PT se opusieron al expurgo, como el senador Eduardo Suplicy y los diputados Walter Pinheiro e Ivan Valente, vicejefes partidarios en la cámara baja, que buscaron evitar la expulsión de Helena y sustituirla por una suspensión temporal.
Pero el presidente del PT, José Genoino, arguyó la expulsión era necesaria para preservar el principio de fidelidad partidaria, ante la "ruptura unilateral" de los rebeldes, que se negaron a cualquier gesto reconciliador.
El partido sigue pluralista, permitiendo libertad de discusión y de crítica internas, pero exigiendo unidad y disciplina en las votaciones, sostuvo.
Tras ser expulsados, los tres diputados anunciaron su voluntad de "construir un nuevo partido anticapitalista, antiimperialista, democrático, socialista e internacionalista" con otras corrientes de izquierda, en un manifiesto que ya contaría con 7.000 adhesiones, según ellos.
Helena, la más conocida y respetada de los disidentes, permanecerá independiente, rechazando invitaciones para sumarse a otro partido o fundar uno nuevo.
La expulsión de este domingo no es la primera del PT. En 1985, y con una bancada de solo ocho diputados, expulsó a tres de ellos por participar en el colegio electoral que eligió al primer presidente civil de Brasil, tras 21 años de régimen militar.
El PT reclamaba entonces una elección presidencial directa, es decir por sufragio universal de la ciudadanía, rechazando el proceso impuesto por los militares, un colegio electoral restringido a la participación de los parlamentarios.
En esa y otras ocasiones los castigos se justificaron por principios de izquierda contra militantes acusados de conciliar con tesis conservadoras. Ahora se trata de eliminar disidencias de izquierda.
Este es un hecho que responde a un proceso previsto hace tiempo por muchos analistas: la conversión del PT en un partido socialdemócrata convencional, que abandonó las ilusiones socialistas y se ajusta al pragmatismo luego de alcanzar el poder.
Esta tendencia se reflejó en el primer año de este gobierno iniciado en enero, por otros hechos, aunque sin el dramatismo de este domingo.
El diputado Fernando Gabeira, conocido líder ecologista, se retiró del PT en octubre, decepcionado por medidas contrarias a la protección del ambiente, como la liberación temporal de la siembra de soja transgénica.
Su decisión manifestaba el descontento de un amplio movimiento ambientalista que se entusiasmó inicialmente con el ascenso de Lula y el nombramiento como ministra de Ambiente de Marina Silva, líder de comunidades amazónicas.
La política económica conservadora, que provocó una recesión con proporciones históricas de desempleo, enfrenta un creciente rechazo de economistas que simpatizaban o siguen militando en filas del PT, pero han pasado a expresar públicamente su desacuerdo.
El gobierno de Lula mantiene la orientación del gobierno anterior, presidido por el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, una política que impide el crecimiento económico sostenido, según el Centro de Estudios de Coyuntura de la Universidad de Campinas.
La política de metas de inflación, el régimen de cambio libre y la austeridad fiscal adoptada para tranquilizar al mercado financiero, puede permitir cortos períodos de expansión a los que sigue una contracción económica segura ante cualquier turbulencia internacional, evalúan economistas del Centro, antes aliados del PT.
Con todo, Lula aún mantiene altos índices de popularidad, una "luna de miel" más prolongada que la prevista por los analistas, especialmente considerando el desempleo de casi 13 por ciento y una caída este año de 15 por ciento del ingreso medio de los trabajadores.
Pero las divisiones en el seno del PT y las continuas protestas sectoriales de desilusión auguran un difícil 2004 para su gobierno.