El jeque Mahmoud Nidda, jefe de la tribu a la que pertenece el ex dictador iraquí Saddam Hussein, está molesto.
Las autoridades de la ocupación militar estadounidense le hacen la vida difícil al jeque porque es familiar de Saddam Hussein. Y ahora, su propio pariente dejó de ser motivo de orgullo y prestigio para la tribu Al Nasseri.
El sentimiento que predomina entre sus miembros es, ahora, la vergüenza.
Somos una tribu de hombres valientes, dice, como en un lamento, el jeque Mahmoud, de 60 años, sentado en la sala de su rico palacio en Ouja. Se trata del poblado donde nació el ex dictador, muy cerca de la ciudad de Tikrit y del escondite donde fue hallado el 13 de este mes.
Saddam debió haber luchado. Debió haber acabado con un par de soldados estadounidenses, y luego dejar que lo mataran. Eso fue lo que hicieron sus hijos Uday y Qusay, sentencia.
En Iraq y en todo el mundo árabe, el público muestra conmoción ante la sumisa rendición del otrora temido presidente iraquí. Tal vez alguien haya echado droga en su comida, especula el jeque.
Pero la especulación no sirve de consuelo. Mahmoud Nidda se confiesa desilusionado. Para él, las imágenes que dieron miles de vueltas al mundo constituyen una afrenta personal.
Un futuro juicio contra Saddam Hussein podría, además, causar perjuicios directos a su tribu, pues saldría a la luz el modo en que contribuyó a la llegada y al mantenimiento del dictador en el poder.
Es obvio que la tribu se benefició de su conexión con el líder del país, reconoce el jeque. Pero no es cuestión de blancos y negros: la cercanía de Saddam Hussein sembró la discordia dentro de la familia.
Muchas lealtades se quebraron cuando Hussein Kamel, un yerno del ex dictador que había huido de Iraq enemistado con el régimen, regresó al país seducido por su suegro sólo para ser asesinado poco después.
El jeque Mahmoud no quiere renovar las heridas recordando esos oscuros pasajes de la historia reciente de la tribu. Ya tiene mucho de qué preocuparse sin sacar a relucirlos.
Saddam Hussein se llevó a jóvenes de la tribu como guardaespaldas personales. Eso no significó mucho dinero ni poder, sino el odio de muchas personas en el país, dijo.
La tribu Al Nasseri tiene más de 350.000 hombres jóvenes. Mientras, Ouja tiene unos 25.000 habitantes.
El jeque Mahmoud se dice monárquico. Eso lo aleja del partido republicano, socialista y secular Baath, hegemónico en el depuesto régimen de Saddam Hussein. Y se basa sobre esa diferencia para distanciarse políticamente del líder hoy prisionero de Estados Unidos.
A comienzos de los años 90, aseguró Mahmoud Nidda, el gobierno lo despojó de la jefatura tribal y nombró a otro líder en su lugar. Pero su sucesor fue asesinado hace dos años, recordó el jeque, que no da más detalles sobre el crimen.
A pesar de las diferencias, nadie de la tribu Al Nasseri habría traicionado a Saddam Hussein, aseguró, porque en Iraq, los vínculos familiares son más poderosos que las diferencias políticas.
De hecho, el ex dictador no fue atrapado en Ouja sino más al sur, en el poblado de Durra. Ni siquiera sabíamos donde estaba, dijo el jeque Mahmoud.
Muchos en Ouja apoyan a Saddam Hussein, pero el jefe de la tribu Al Nasseri espera que la violencia acabe. Lo arrestaron. ¿Por qué la gente debería seguir luchando por él?, se preguntó.
De todos modos, las fuerzas de ocupación estadounidenses mantienen Ouja en un virtual estado de sitio. Hace un mes, rodearon el poblado con alambre de púas. Los visitantes necesitan permiso para entrar, y todos son registrados al llegar y al partir.
Por esa razón, quizás, la amplia sala donde el jeque Mahmoud recibe a las visitas ha estado vacía por estos días. Tengo haciendas rurales. Los trabajadores solían acudir a mí por sus problemas o aunque sea para informarme. Ahora, eso es imposible, dijo.
Mahmoud Nidda cree que las fuerzas de ocupación aumentaron la vigilancia sobre Ouja para encontrar a Saddam Hussein. Pero esa convicción queda en entredicho porque, pocos días después de su captura, el cerco es más estrecho que nunca.
Si Saddam Hussein hubiera puesto alambre de púas alrededor del poblado, habríamos luchado contra él, dijo el jeque, molesto.
Pero en el edificio de la gobernación de Salah-Eddin, en la cercana Tikrit, el mayor del ejército estadounidense Derek Jordan dice que hay razones para vigilar a la población de Ouja. Hubo algunas manifestaciones allí desde el arresto de Saddam Hussein, sostiene.
El mayor Jordan, del Batallón de Asuntos Civiles 418, se muestra sorprendido por la reacción adversa de la población ante la noticia del arresto. Esperaba, más bien, una celebración, dijo.
Los iraquíes no se han acostumbrado a apelar a su recién descubierta libertad para expresar pacíficamente sus opiniones, sentenció.
El militar estadounidense y el jeque iraquí evalúan de manera muy similar el efecto que tendrá la captura de Saddam Hussein.
Es un primer paso hacia la construcción de un Iraq libre y próspero, dijo el mayor Jordan.
Debemos dejar el pasado atrás y trabajar por un futuro mejor. Saddam Hussein ya no importa más, concluyó el jeque Mahmoud. (