Shamim Cairo Atwine, una ugandesa de 15 años, relata con orgullo los éxitos del Movimiento para la Educación de las Niñas de su escuela de Nakulabye, un barrio pobre y densamente poblado de la capital Kampala.
Ese movimiento, del que Cairo ocupa la vicepresidencia, ayuda a las niñas a prepararse para la vida activa y ha conseguido reintegrar muchas menores a la educación. Así, más de 400.000 niños se han beneficiado en Uganda con las actividades del movimiento.
Cairo contó su experiencia en Ginebra en la presentación este jueves del informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2004, que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dedica al objetivo de aumentar en todo el mundo el número de niñas que van a la escuela.
El lanzamiento del informe coincidió con la celebración en esta ciudad suiza de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, una conferencia que examina las políticas y las acciones para difundir el empleo de las tecnologías de la comunicación entre los países pobres.
Las formas de aprovechamiento de esas nuevas tecnologías para alcanzar las metas de desarrollo humano en el mundo en desarrollo adquieren importancia relevante, admitió Carol Bellamy, directora ejecutiva de Unicef.
Sin embargo, la experta atribuyó aún más trascendencia a la calidad de la educación básica que se imparte a niños y niñas en cada país.
Los especialistas de Unicef entienden que la red mundial de computadoras tiene el potencial para cambiar la vida de los pueblos.
Pero ese resultado será imposible de alcanzar si esas poblaciones no saben leer o si no entienden matemáticas básica. Sólo el aprendizaje básico y la alfabetización preparan a los niños y niñas para incorporarse al mundo, incluido el de Internet, dijo Bellamy.
La tecnología ofrece modernas maravillas y nuevas fronteras del conocimiento, pero sólo para algunos. Al mismo tiempo se verifican hechos asombrosos, como la existencia cada año de más de 120 millones de niños que nunca atraviesan el umbral del aula de una escuela.
Pero el hecho más grave es que la mayoría son niñas, resaltó la directora de Unicef.
Una evaluación de las políticas internacionales demuestra que las estrategias de desarrollo no han considerado de manera suficiente a las niñas, pues cientos de millones de mujeres carecen de instrucción y no pueden contribuir a los cambios positivos para sus hijos y sus sociedades.
Pero la educación de las niñas puede cambiar el panorama del desarrollo. Por esa razón, Unicef convoca a la sociedad a acelerar el esfuerzo para llevar las niñas a la escuela en los dos próximos años.
Walter Fust, director general de la agencia suiza para el desarrollo y la cooperación, apreció esos esfuerzos por la eliminación de las disparidades de género en las escuelas primarias y secundarias. Ninguno de los objetivos del desarrollo se lograrán sin educación, sostuvo.
En Africa subsahariana, la cantidad de niñas sin escolarizar aumentó de manera progresiva de 20 millones en 1990 a 24 millones en 2002. Informes últimos estimaron que, si no se aceleran los progresos, esa región no alcanzará la educación primaria universal hasta 2129.
Los estudios revelaron que 83 por ciento de las niñas sin escolarizar en el mundo viven en Africa subsahariana, Asia meridional y Asia oriental y el Pacífico.
En América Latina y el Caribe, la asistencia a las escuelas es igual, de 91 por ciento, en varones y mujeres. Sin embargo, las tasas altas de matriculación que registra esa región (96 por ciento para hombres y 94 para mujeres) ocultan una crisis, advirtió Unicef.
Varios informes refieren de que en América Latina y el Caribe se verifica un incremento del número de niñas que abandonan las escuelas, en especial en las zonas rurales.
En Medio Oriente y Africa del Norte, la matriculación se ubica en 83 por ciento para hombres y 75 por ciento para mujeres. La asistencia neta a la escuela registra un punto menos en cada género.
En Marruecos, unas 25.000 niñas y adolescentes trabajaban como empleadas domésticas en la región de Gran Casablanca y alrededor de 60 por ciento de ellas tenían menos de 15 años.
En Asia meridional, la matrícula alcanza a 80 por ciento de hombres y 65 por ciento de mujeres. En cambio, la asistencia muestra un indicador de 76 por ciento entre hombres y de 69 por ciento entre mujeres.
En Asia oriental y el Pacífico, la tasa de matrícula es de 93 por ciento para hombres y 92 para mujeres, pero el informe de Unicef admite que carece de datos sobre la asistencia neta en esa región.
Bellamy observó que en la mayoría de los lugares, la igualdad de género en educación significa derribar las barreras que alejan a las niñas de la escuela. El número de niñas que no asisten a clases supera en nueve millones al de los niños
Sin embargo, cuando esos obstáculos de género se eliminan, las escuelas se transforman en lugares mas atractivos para todos, niños y niñas, comprobaron los expertos de Unicef.