INDIA: Religión influye poco en elecciones locales

La gran sorpresa en las elecciones de esta semana en cuatro estados del norte de India fue la virtual ausencia del factor religioso, que suele determinar resultados electorales en este país multiétnico de mayoría hindú.

La religión quedó a un lado en los comicios del lunes, desplazada por asuntos como el suministro de energía, el alivio de la sequía y el desempeño de los actuales gobiernos estaduales.

Los resultados sólo se conocerán este jueves, pero encuestas a boca de urna indican que el hinduista y gobernante partido Bharatiya Janata arrancaría al opositor Partido del Congreso los populosos estados de Madhya Pradesh (central) y Rajastán (occidental).

El Congreso retendría Delhi, con 14 millones de habitantes y donde se encuentra Nueva Delhi, la capital, así como el central Chattisgarh. La mayoría de la población de los cuatro estados donde se celebraron elecciones hablan la lengua hindi.

Shejar Gupta, jefe de redacción del diario Indian Express, señaló que Bharatiya Janata demostró por primera vez que puede transformarse en un partido amplio.

”Calificar a Bharatiya Janata de partido apoyado por comerciantes y por castas hindúes superiores es un viejo estereotipo que ya no es aplicable”, dijo.

Sectores pobres de la población ahora comienzan a identificarse con el conservador e hinduista Bharatiya Janata, así como antes lo hacían con el centroizquierdista Partido del Congreso, agregó.

Bharatiya Janata llegó a la política india a principios de los años 90 sobre una ola de nacionalismo hinduista, que se elevó hasta la llegada de ese partido al poder en 1998. En el camino, forjó alianzas con partidos regionales que se oponían al Congreso pero no necesariamente tenían carácter religioso.

En las elecciones provinciales, consideradas ”las semifinales” para las elecciones generales de septiembre del año próximo, Bharatiya Janata decidió moderar su imagen hinduista, tomando al Partido del Congreso por sorpresa.

Por ejemplo, en Madhya Pradesh, con una población de 60 millones de habitantes, el jefe de gobierno era Digvijay Singh, del Partido del Congreso, que respalda iniciativas prohindúes, como la prohibición de la matanza de ganado vacuno.

Pero el candidato de Bharatiya Janata Uma Barthi, que viste el atuendo de un asceta hindú que hizo juramento de celibato, decidió concentrarse en el déficit de energía en el estado.

Singh también pareció afectado por los 10 años de permanencia en el poder de uno de los estados más pobres y atrasados del país.

El otro estado en que Bharatiya Janata podría desempeñarse bien, sin necesidad de apelar al fervor religioso, es el desértico de Rajasthan, donde el líder del Partido del Congreso, Ashok Gehlot, gobernó durante varios años sucesivos de sequía.

Pero lo que socavaría la gestión de Gehlot es la falta de cumplimiento de sus promesas a las castas inferiores, entre ellas la campesina Jat, que constituye 25 por ciento de los 56 millones de habitantes del estado.

Gehlot y el Partido del Congreso confían en un cambio en su favor de otras castas postergadas, pero también de las superiores de los Brahim (clérigos) y Kshatriya (guerreros).

Como paradójica consecuencia, el hinduista Bharatiya Janata ha defendido los intereses de los jat, y el centroizquierdista Partido del Congreso, los de las castas superiores.

Así, los dos principales partidos políticos de India comenzaron a parecerse más uno a otro, en un proceos que, según analistas como Shekhar Gupta, conducirá a un genuino sistema bipartidista.

Si Bharatiya Janata conquista Rajasthan y Madhya Pradesh sin apelar a las cuestiones religiosas, sería un gran avance en su lucha contra el Partido del Congreso, que ha estado en actividad por casi 120 años.

Partidos que integran la coalición de gobierno encabezada por Bharatiya Janata advirtieron que no apoyarán algunos puntos de carácter religioso de su agenda política.

Entre ellas figura la construcción en el occidental estado de Gujarat de un templo hindú en el lugar donde militantes de Bharatiya Janata demolieron en 1992 una mezquita del siglo XVI.

Esta cuestión desata a menudo la violencia comunal entre hindúes y la minoritaria comunidad musulmana de Gujarat. El año pasado, el gobierno del estado, a cargo de Bharatiya Janata, propició un pogrom en que murieron unos 2.000 musulmanes y la demolición de decenas de miles de viviendas.

Pero el jefe del gobierno de Gujarat, Narendra Modi, logró la reelección en las elecciones de noviembre.

El primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, se encontró en una posición difícil para equilibrar la posición de partidos seculares de la coalición de gobierno y la de los hinduistas de línea dura de Bharatiya Janata.

Vajpayee, considerado un moderado dentro de Bharatiya Janata, lamentó la demolición de la mezquita de Gujarat. (

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