Al verlos de lejos, automovilistas y transeúntes les llaman populacho. Pero de cerca y ante la cámara fotográfica, los manifestantes que levantan pancartas cada semana frente a la casa de gobierno encarnan el alma misma de la naciente democracia tailandesa.
Mirar de cerca a estos manifestantes y conocer sus historias de vida es lo que hizo Manit Sriwanichpoom, uno de las fotógrafos más elogiados de Tailandia, en su último libro, titulado Protest (Protesta).
Se trata de una colección de fotografías en blanco y negro de las protestas que se realizan todos los martes frente a las oficinas del primer ministro Thaksin Shinawatra. Ese es el día en que se celebra al reunión semanal del gabinete.
El libro constituye un comentario sobre los problemas que afrontan día a día los más débiles de Tailandia, así como sobre los obstáculos —la hostilidad— que deben afrontar para hacer oír sus demandas.
La idea de este proyecto se me ocurrió cuando pasaba por la casa de gobierno una tarde calurosa a comienzos de 2002 y vi un gran grupo de monjes, contó Sriwanichpoom, cuyas fotografías han recorrido las principales galerías del mundo.
Es también reconocido como un activista y artista de agudo sentido del humor.
El fotógrafo decidió visitar casi todos los días la casa de gobierno en Bangkok durante un año para tomar imágenes de las distintas clases de manifestantes.
Pero la colección no se concentra en los sindicatos, monjes o productores agrícolas que realizan grandes marchas, sino más bien en individuos o en pequeñas organizaciones comunitarias que no tienen otra forma de quejarse que yendo a la puerta de la casa gubernamental.
Una de las historias más conmovedoras de la colección es la de Hai Khanjanta y su familia, quienes lucharon durante 20 años por recibir una compensación del gobierno luego de que su casa y su granja fueran destruidas por una inundación a causa de fallas en la construcción de una represa.
No me puedo imaginar qué haría yo si el gobierno jugara conmigo de esa manera. Lo más probable es que me hubiera suicidado o matado a alguien. No hubiera tenido la fe ni la perseverancia para ir pacíficamente todas las semanas a protestar frente a la casa de gobierno, señaló Sriwanichpoom.
Ignorados por los funcionarios del gobierno y por los principales medios de prensa, algunos manifestantes recurren a métodos originales para llamar la atención y atraer publicidad.
Prender fuego imágenes o liberar una lagartija (símbolo de mala suerte en Tailandia) son gestos comunes, pero las más drásticas registradas por el fotógrafo fueron la de una mujer que intentó desnudarse en público y la de un hombre que se untó con estiércol de puerco.
El hombre estiércol, como lo llamó luego la prensa, dijo que tomó esa medida para dejar en evidencia cómo se siente cuando es ignorado por los funcionarios gubernamentales.
Tailandia tiene desde 1997 una constitución que establece elecciones libres. Sin embargo, conceptos como derechos civiles, disenso en democracia y protesta pacífica no son aún muy comprendidos ni apreciados por los partidos políticos ni por los medios de prensa.
En la sociedad tailandesa toda parece aún arraigada una cultura de autoritarismo consolidada durante más de seis decenios de dictaduras militares. Muchas veces, la mayor oposición a las protestas viene del público mismo.
En verdad no me gusta estar aquí sentado. Es muy difícil que todos me miren desde sus automóviles. Pero mi esposa y yo no tenemos otra salida, afirmó un manifestante que exige una compensación por haber sido echado de su tierra.
El cineasta tailandés Ing K, autor del prólogo de la colección, señaló incluso que, además de llamarlos 'populacho', muchos los tratan como si no fueran seres humanos.
Sin embargo, Ing destacó que las manifestaciones demuestran que hay un creciente número de tailandeses que están dispuestos a pensar por ellos mismos y luchar por sus convicciones.
Los manifestantes, con sus protestas, demandas y cánticos, le dan actualidad a los ideales de democracia, dignidad y derechos humanos, dijo el cineasta.
Sin estas personas, estos términos no valdrían nada. Ellos los sacan del papel y, con acciones concretas, hacen realidad un sueño, afirmó. (END/IPS/tra-en/ss/js/rp-mj/cr ae ip/03)
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