”Mis niños no conocían los semáforos. Ahora saben hasta cómo funcionan”, relata la directora de un jardín infantil de una zona rural de la occidental provincia cubana de Pinar del Río. Son efectos de las nuevas tecnologías.
Computadoras, televisión y vídeo, tan comunes en las ciudades, están llegando a zonas apartadas de Cuba con impacto notable en la educación.
Niñas y niños de dos a cuatro años incorporan a sus juegos lo que ven en la pantalla del televisor y el vídeo, sumados dos años atrás al material didáctico del jardín Florecitas de Café, en la comunidad agrícola de San Andrés, municipio de La Palma.
”Se abrió un mundo desconocido para ellos y es mucho lo que han aprendido”, añade Marisela Ortega, a cargo de 63 niños y un equipo docente de cuatro maestras y 10 auxiliares pedagógicas.
Cuando cumplan cinco años, los niños podrán ingresar al grado preescolar de la escuela primaria más cercana a sus hogares e iniciarse en la computación.
Aunque el jardín cuenta con energía eléctrica convencional, un calentador solar permite disponer de agua caliente durante todo el día para la higiene de los infantes.
”Eso también contribuyó a mejorar mucho las condiciones del jardín”, señala Ortega. Casi 24 por ciento de la energía que consume la provincia de Pinar del Río, 120 kilómetros al occidente de La Habana, proviene de fuentes renovables.
En el año lectivo finalizado en julio, 117.868 niñas y niños preescolares tuvieron en Cuba acceso a computadoras, con una frecuencia semanal de 30 minutos.
Según datos oficiales, más de 46.000 computadoras fueron instaladas en diversos niveles educativos para cubrir todos los centros escolares del país. Y hay 12.800 en universidades.
De acuerdo al informe del Banco Mundial Indicadores Mundiales de Desarrollo 2002, Cuba tenía 10,7 computadoras por cada 1.000 habitantes en 2001, contra 51,3 de Argentina, 44,1 de Brasil, 344,5 de Bélgica y 4,9 de Kenia, por ejemplo.
Reducir la brecha tecnológica entre países ricos y pobres y entre zonas urbanas y rurales es uno de los propósitos de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, que se celebrará entre el 8 y el 12 de diciembre en Ginebra.
Una de las metas del borrador del plan de acción de la Cumbre es conectar a la red informática Internet a todas las universidades y hospitales del mundo para 2005.
En otra etapa, hasta 2010, deberán quedar conectadas todas las aldeas y las escuelas secundarias, y en 2015 todas las escuelas primarias.
Con 11,2 millones de habitantes, Cuba tiene más de 2,8 millones de estudiantes en la educación primaria, media, técnico-profesional y universitaria. La enseñanza es monopolio del Estado, obligatoria hasta noveno grado y gratuita.
Sin embargo, la calidad del sistema educativo es un problema desde los años 60 del pasado siglo.
Las autoridades esperan mejorarla con el uso intensivo de medios audiovisuales, informática, reducción de la cantidad de alumnos por profesor y otras reformas.
”Anhelamos utilizar esos medios todo cuanto sea posible, como instrumentos de la ciencia y el arte de instruir y educar”, dijo en septiembre el presidente Fidel Castro.
En esos planes resultó crucial la electrificación solar de las escuelas rurales a las que no llega la red nacional de distribución, que cubre a 95 por ciento de la población.
Según datos oficiales, fueron electrificadas con paneles solares, que convierten la energía solar en electricidad, 2.368 escuelas, y 93 de ellas tienen un solo alumno.
En la escuela Pedro Marrero, en el municipio pinañero de Consolación del Sur, Yudalia Portal (10 años) y Doramís Delgado (9 años) comparten la clase a cargo del profesor Carlos Páez, en un aula con computadora, televisor y vídeo.
”Obviamente, no sustituyen al maestro, pero estos equipos son un excelente soporte didáctico”, asegura Páez, quien dos veces por semana abre al atardecer las puertas de la escuela para que las 40 familias de los alrededores puedan ver televisión.
Este uso colectivo, común en zonas montañosas y de difícil acceso, asegura también un mayor compromiso de la familia con la educación de sus hijos.
”Somos padrinos de la escuela y la apoyamos en lo que haga falta, pero nosotros también contamos con el respaldo del maestro”, dice el campesino Juan Alonso Hernández, abuelo de Yudalia Portal.
La casa de Alonso fue incluida en un programa para proveer servicio eléctrico a unas 100.000 viviendas de la isla, mediante paneles solares.
”El sol de Cuba es un fenómeno. Gracias a la energía solar tengo luz y televisión en mi casa y mi nieta aprende computación en la escuela”, comenta.
Páez y otros maestros creen que estos esfuerzos contribuirán a reducir la brecha entre el campo y la ciudad y propiciarán condiciones para que la población no abandone las áreas rurales.
El éxodo rural es marcado. En 1999 la población urbana sumaba 8,4 millones y la rural 2,7 millones, mientras en 1981 vivían en las ciudades 6,7 millones de personas y tres millones permanecían en el campo, según la gubernamental Oficina Nacional de Estadísticas.
Los maestros saben que las nuevas tecnologías resultan ”factores insustituibles” para estimular el interés y la motivación de los alumnos, su pensamiento independiente, reflexión crítica y afán de investigación.
”Es un desafío brutal preparar a las nuevas generaciones para un mundo cada vez más competitivo y exigente de una fuerza laboral muy bien capacitada”, comentó a IPS el profesor Daniel Barroso.
Uno de cada cinco niños en edad escolar no asiste a la escuela en todo el mundo, y millones abandonan el sistema educativo sin saber leer, muestran estadísticas del Banco Mundial.
En 88 países la educación primaria no podrá abarcar a todos los menores en edad en 2015.
En América Latina, 20 por ciento de los menores se matriculan tardíamente y sólo 80 por ciento alcanza cuarto grado, promedio regional de escolaridad y uno de los más bajos del orbe, advierten documentos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.