Los trenes se incorporan a la carrera para promover un gran consumo de biodiesel en Brasil, y podrían destrabar un programa que el país intenta poner en marcha hace más de 20 años.
La empresa América Latina Logística (ALL), con 15.000 kilómetros de ferrocarriles en áreas estratégicas, como Argentina y el sur de Brasil, decidió sustituir un cuarto del combustible derivado del petróleo que consume por el llamado biodiesel, producido a partir de aceite de soja, renovable y menos contaminante.
Si todo va bien, ALL utilizará 35 millones de litros anuales de biodiesel en sus 580 locomotoras, suficientes para hacer factible una planta de producción del combustible, dijo a Tierramérica uno de los responsables del proyecto y coordinador del área de provisiones de la empresa, Antonio Tomasi Filho.
La idea es emplear una mezcla de 20 por ciento de biodiesel y 80 por ciento de diesel, denominada B-20, que presentó desempeño similar al del derivado petrolero puro en experimentos de dos centros tecnológicos.
En los próximos tres meses, ALL efectuará pruebas de campo con dos locomotoras para comparar detalles como desgaste de componentes del motor y residuos generados.
La ALL también opera 3.000 camiones propios y agregados, pero se optó por iniciar el proyecto con los trenes por el gran volumen de combustible que consumen, explicó Tomasi.
Además de crear una demanda que justifique la producción de biodiesel a escala industrial, se facilita su distribución por los mismos ferrocarriles, lo que exige pocos puestos de abastecimiento y permite poner en marcha el proyecto.
La elección del aceite de soja se debe a su abundancia en Brasil, especialmente en el sur.
Pero el biodiesel se obtiene de cualquier aceite vegetal e incluso de grasa animal. El Laboratorio de Desarrollo de Tecnologías Limpias de la Universidad de Sao Paulo, cuyas investigaciones sirvieron a ALL, hizo pruebas exitosas con aceites de once especies vegetales, como algodón, girasol, maíz, maní y palma.
La ventaja es que se puede usar el de mayor producción local, expandiendo la propia agricultura.
El combustible se produce sometiendo el aceite o grasa a una reacción con metanol o etanol, en una proporción de nueve partes a una, respectivamente.
Brasil es gran productor de etanol de caña de azúcar, renovable y limpio. Europa, más avanzada en el uso del biodiesel, recurre al metanol derivado del petróleo o el carbón, y por tanto más contaminante, dijo a Tierramérica el director técnico del Instituto Tecnológico de Paraná (TECPAR), José Domingos Fontana.
El TECPAR, que también coopera con ALL, comprobó que el B-20 usado en autobuses que circulan por la meridional ciudad de Curitiba, capital del estado de Paraná, produce entre 18 y 33 por ciento menos de contaminación que el diesel convencional.
Además se eliminan los hidrocarburos aromáticos del diesel, de difícil combustión y que al ser expelidos desencadenan enfermedades pulmonares y cáncer, destacó Fontana.
Proteger el ambiente es hoy el estímulo más evidente de muchas iniciativas brasileñas con biodiesel. Sus ventajas económicas están por comprobarse, pues los costos de la producción industrial aún no se conocen, observó Tomasi.
Pero la escala exigida por las locomotoras de ALL puede representar ganancias, acotó.
En términos nacionales los beneficios son claros. Brasil sigue importando 15 por ciento de los 40.000 millones de barriles de diesel que consume anualmente. Reducir esas importaciones mejorará la balanza de pagos y generará empleos y desarrollo, argumentó Fontana.
El esfuerzo para sustituir derivados petroleros por combustibles vegetales empezó en los años 70, cuando los precios del petróleo subieron, contribuyendo a la crisis de la deuda externa y al estancamiento de la economía nacional desde inicios de 1980.
Brasil dependía en más de 80 por ciento del petróleo importado y su industrialización se basó intensamente en la producción de vehículos..
La gasolina fue en gran parte sustituida por alcohol en un programa pionero que ahora ofrece amplias perspectivas de exportación, ya que muchos países empiezan a mezclar etanol al combustible para reducir la contaminación.
Pero los planes de sustitución del diesel no prosperaron.
Ahora motivos ambientales y sociales son los principales impulsores del biodiesel.
Una gran producción de aceite de ricino con fines combustibles podría representar la redención para el nordeste pobre y semiárido.
En el meridional estado de Río de Janeiro se espera mover todos los autobuses y camiones con el biodiesel elaborado a partir de la grasa recogida de aguas servidas urbanas. Las posibilidades son inmensas y variadas, se entusiasma Fontana.
La soja, única oleaginosa de gran disponibilidad en Brasil con casi 60 millones de toneladas cosechadas este año, ofrece solo 20 por ciento de aceite al ser procesada.
Sería necesario ampliar en 20 por ciento la cosecha nacional para producir 2.000 millones de litros de biodiesel que el país necesitará si adopta una mezcla de sólo cinco por ciento (B-5).
Pero las fuentes pueden diversificarse y hacer rentable la pequeña agricultura en muchas zonas, promoviendo desarrollo e inclusión social, destacó el experto. Además, Brasil puede convertirse en el gran exportador de combustibles renovables.
* Publicado originalmente el 20 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (