Cuba espera recuperarse de la pobre cosecha azucarera de este año con la nueva zafra, iniciada esta semana con pronósticos optimistas, la segunda luego de la drástica reestructuración de la industria del sector.
Expertos del Ministerio del Azúcar consideraron que la producción será ôsuperior a la lograda en la temporada 2002-2003, aunque evitaron confirmar datos no oficiales de que ésta sólo alcanzó entre 2,1 y 2,2 millones de toneladas.
ôNo somos infalibles, dijo a periodistas un funcionario azucarero para quien resultó todo un desafío realizar esa cosecha con falta de recursos y en medio de las complejas transformaciones iniciadas en el sector a comienzos del año pasado.
En la llamada ôzafra chica, del 10 al 31 de diciembre, operarán 23 ingenios. El resto, de un total de 70 involucrados en el proceso, laborarán de enero a abril que son los meses considerados más favorables en esta agroindustria.
Los buenos augurios para la nueva zafra azucarera parten de que el rendimiento agrícola o cantidad de caña sembrada por hectárea es 21 por ciento mayor al de la cosecha pasada.
También se registraron aumentos de 40 por ciento en las siembras de frío, que se realizan de julio a diciembre, en tanto la reparación de la maquinaria estaba casi terminada con varios días de antelación al inicio de operaciones.
Para directivos del sector, uno de los principales objetivos de la cosecha que comienza ahora debe ser la reducción de los costos de producción para ubicarlos en 3,5 o cuatro centavos por libra (400 gramos), cuyo precio en el mercado mundial ronda en promedio los seis centavos de dólar.
Un centavo de diferencia en el costo puede significar pérdidas de millones de dólares, advirtió el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, a principios de diciembre.
Los bajos precios del azúcar en el mercado mundial obligaron a Cuba a reajustar sus capacidades productivas y trabajar sólo con los mejores suelos y en los ingenios de mayor rendimiento.
El ajuste redujo sustancialmente el área sembrada de caña y a unos 70 los ingenios para producir azúcar, más 14 dedicados a la fabricación de derivados, con los que se aspira a elevar el valor agregado del sector.
Según estimaciones oficiales, 62 por ciento de las tierras bajo jurisdicción del Ministerio del Azúcar se dedican actualmente a cultivos forestales, hortalizas y vegetales varios y sólo 38 por ciento se mantiene con caña.
Se espera que el proceso permita ahorrar entre 40 y 60 por ciento de los gastos que significaba el mantenimiento de 156 centrales, una buena parte de los cuales (de 40 a 50 según algunas fuentes) ya no molían por presentar ineficiencias.
ôHabía que cambiar toda esa vieja estructura y cortarle un traje a la medida a la industria del dulce, que se fijó como tope una producción anual no mayor de cuatro millones de toneladas, recordaron especialistas.
El objetivo básico de la reforma apunta al incremento de los ingresos netos generados mediante un ôprofundo proceso de disminución de los costos, lo que requiere mejores rendimientos agrícolas e industriales.
Un documento que explica las razones y proyecciones del drástico cambio aclara que fabricar azúcar a menor costo exige 54 toneladas de caña por hectárea y un rendimiento industrial de 12 por ciento en zafras de 90 a 100 días de duración en el período óptimo.
Para Juan Triana, director del gubernamental Centro de Estudios de la Economía Cuba (CEEC), el pobre rendimiento de caña por hectárea figura entre los principales impedimentos para alcanzar producciones mayores de un renglón que actualmente representa 40 por ciento de las exportaciones cubanas.
El mayor rendimiento agrícola fue obtenido en 1989, cuando se alcanzó a producir 64,1 toneladas por hectárea, pero desde 1992 la producción cañera no rebasa las 40 toneladas por hectárea, explicó Triana en un informe sobre el desempeño económico en los primeros seis meses de 2003.
Las autoridades consideran que, con las instalaciones disponibles y costos eficientes, es posible garantizar las 700.000 toneladas de azúcar del consumo nacional y los compromisos internacionales asumidos.
Sin embargo, este año no fue suficiente para el consumo en esta isla caribeña, que debió importar algunas cantidades no precisadas a Brasil y Colombia e inclusive intentó la compra de entre 5.000 y 15.000 toneladas a Estados Unidos.
La estrategia trazada para el sector ahora incluye la revitalización de la industria de derivados de azúcar, que van desde la producción de energía hasta la fabricación de alcoholes finos y extrafinos de muy buena acogida en mercados europeos.
Esa diversificación se considera la alternativa más viable a corto plazo para sortear la tendencia depresiva de los precios internacionales del azúcar, desplazado por el turismo como principal generador de recursos al estado cubano.
Los expertos coinciden en que los bajos precios y una existencia acumulada de unos 63 millones de toneladas a nivel mundial tienen a la producción azucarera en una situación extremadamente compleja.
A ello se suman las prácticas proteccionistas de países industrializados que financian producciones económicamente no rentables, como las de remolacha, y propician además un sistema de cuotas de mercadeo.
ôPerder un mercado es terrible para cualquier país productor y eso hace que el sistema se convierta en una herramienta de presión política, comentó un experto que puso como ejemplo el caso de Estados Unidos.
Ese país de América del Norte, uno de los grandes compradores de azúcar, limita sus importaciones a cuotas de volumen, de las cuales excluyó a Cuba en los años 60.
Para el año azucarero (que va de octubre a septiembre) 2003-2004, Washington impuso una cuota de 1.117 millones de toneladas de azúcar crudo provenientes de todo el mundo, 126.000 toneladas de las cuales corresponden a América Central.