Autoridades y académicos de Vietnam están alarmados por el creciente número de casos de mujeres que, en busca de una salida económica, se ofrecen para concebir hijos de hombres cuyas esposas no pueden procrear.
Los expertos culpan por este fenómeno a las condiciones sociales, a la pérdida de moral y a las crisis económicas, entre otras cosas, pero aún no llegan a comprender la razón por la cual se ha extendido tanto esta práctica. Y tampoco apuntan las connotaciones machistas que la sustentan.
Tran Thi Ngoc Hanh es una de las tantas mujeres que acudió a una madre de alquiler cuando, incapaz de concebir, se decidió a hacer todo lo que estuviera a su alcance para dar un hijo a su marido.
La pareja, residente en Ho Chi Minh, tenía 25 años de matrimonio, y Hanh había sido siempre culpada por su marido por el fracaso en la procreación.
La desesperada mujer hizo sus contactos y pronto dio con Tham, una joven de 25 años de la central provincia de Binh Dinh, con quien pronto llegó a un acuerdo.
Le di a Tham 15 millones de dongs (unos 960 dólares) de adelanto, y ella acordó quedar embarazada de mi esposo. Luego de parir el bebé, Tham recibiría otros 15 millones de dongs y me daría el niño para criarlo como mío, contó Hanh.
También pagué los costos del hospital y de la atención para Tham, y prometí 15 millones de dongs extra para cuando ella tuviera su propio hijo, añadió.
Era mejor que adoptar, pues éste bebé tendría la sangre de mi esposo y por lo tanto sería más querido por nosotros, dijo la mujer al periódico Nguoi Lao Dong.
El reportaje conmovió a la sociedad vietnamita al punto de que las autoridades iniciaron una discusión con analistas sociales para entender el fenómeno y las condiciones que le dieron origen.
El sociólogo Nguyen Thi Oanh dijo que la práctica es alarmante y la considera aun peor que los casos de las madres pobres que venden a sus hijos.
Por su parte, la directora del Centro de Investigación sobre Sexo del Colegio de Ciencias Sociales de Hanoi, Le Thi Quy, dijo que la práctica no sólo afecta conceptos como amor, matrimonio y maternidad, sino que rompe además con la ley de la familia.
Quy fue categórica: la madre de alquiler es un tipo de concubina disfrazada y de prostituta encubierta que comete dos delitos: prostitución y tráfico de niños.
Las autoridades condenan con vehemencia esta práctica, mientras trabajadores sociales instan a analizar antes la situación de las jóvenes que deciden prestarse para mantener relaciones sexuales y concebir hijos con extraños. Pero poco y nada dicen de los matrimonios dispuestos a pagar por este tráfico.
El sociólogo Le Minh Tien señaló que estas mujeres, muchas de ellas inmigrantes de otros países del sudeste asiático, no sienten obligación moral con la comunidad en que viven, y por eso están dispuestas a participar de esta práctica.
El fenómeno surgió hace dos años cuando Tai, un conductor de taxi, ayudó a una joven mujer a vender a su hijo recién nacido a una pareja de Ho Chi Minh.
Esto hizo que a otras jóvenes (que trabajaban en una zona industrial) se les ocurriera encomendarme la tarea de encontrar mujeres estériles que estuvieran dispuestas a pagar para que ellas tuvieran a sus bebés, reveló el taxista al periódico.
Tai aseguró que contactó al menos a 30 parejas de la ciudad que pidieron el servicio.
Ngoc es una joven de 20 años que hasta hace poco trabajaba en una fábrica de ropa de Ho Chi Minh. Su sueldo era suficiente como para vivir y a la vez ayudar a sus padres. Pero fue despedida.
Entonces no tuve otra opción que aceptar la oferta de Tai, contó.
Los clientes de Tai son con frecuencia mujeres estériles que temen que sus esposos las abandonen, y consideran que alquilar a una mujer que les conciba un hijo es la mejor alternativa.
Además, están confiadas por el hecho de que las madres de alquiler en su mayoría viven grandes dificultades económicas, y por eso es poco muy probable que luego reclamen al hijo que concibieron, dado que no tienen posibilidades de criarlo, dijo Tai.
Por cada transacción gano tres millones de dongs, dos millones de los clientes y un millón de la mujer que concibe, indicó el taxista, y señaló que no lo considera inmoral pues, después de todo, es una ayuda para estas personas desafortunadas, añadió.
El sociólogo Oanh admitió que no hay ninguna ley que prohíba esta práctica, y señaló que los trabajadores sociales deberían actuar en forma más efectiva para aconsejar a las mujeres jóvenes pobres.
Mientras, la presidenta de la Unión de Mujeres de Vietnam, Ha Thi Khiet, dijo que es el creciente pensamiento consumista lo que hace que estas mujeres sientan la necesidad de ganar más dinero, y por eso recurren a esta práctica.
Por su parte, Quy culpa a todos los que participan en este tipo de negocio, pero en especial a las esposas que recurren a él.
Ellas crean las condiciones para que sus esposos cometan adulterio y destruyan la familia, señaló.
Hanh parece ahora estar de acuerdo, y en cierta medida admite que se equivocó. Su esposo al final de cuentas la abandonó, pues se fue con la joven madre de alquiler que ella le trajo, y con su hijo. (